S E I S

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La belleza es algo que no se puede medir. La mayoría de las veces, las personas tienen una rara forma de percibirla. No hay estereotipos que puedan definirla, o puede que sí.

Para Ji Yong, la belleza sólo tiene un nombre, un hermoso y elegante nombre que se siente dulce cuando sus labios lo pronuncian. Incluso llegó a delinearlo en su mente, con aquella lengua imaginaria suya, disfrutando de cada silaba y cada letra.

Lo miraba y todo a su alrededor se disipaba sin importancia. Todo lo demás se convirtió en una espesa neblina para él, y sus preciosos ojos caramelo parecieron volverse adictos a aquel de negros cabellos.

Se sentía perdido mientras lo miraba, pero confirme lo hacía, pudo recoger la angustia ajena. Los varoniles rasgos lucían demacrados y los hermosos ojos parecían opacos. Las cuencas de los ojos de aquel empleado suyo estaban más hundidas, fuera de lo común; y los labios que juraría son aún más suaves que incluso el algodón, en esos momentos se encontraban resecos e incluso un poco agrietados.


—¡Seung Hyun!— de pronto el chillido eufórico de Hyo Rin logra llamar su atención. No puede evitar fruncir el ceño ante la sonrisa un poco torcida del pelinegro, quién simplemente se deja estrujar entre los delgados brazos de la joven— ¡Viniste! No sabes cuánto me alegra.— ella le muestra una de esas dulces expresiones suyas— Creí que nadie lo haría.

—¿Ah, sí?— inquiere mientras mira a detalle a la joven— ¿Y por qué?

—Es SeungRi, llamó más temprano para decir que no podría venir y bueno, Ji Yong acaba de llegar hace unos minutos.— él asiente, como un simple reflejo robótico y después, después simplemente alza la mirada. Al contrario de lo que quizás puedan pensar, su mirada no lo busca a él, sino que busca a alguien más y por fin parece cumplir su cometido. Siguiendo el sendero que la oscura mirada siguió, aquella de color caramelo se encuentra por fin con aquel punto en específico en el que la mencionada con anterioridad, se sitúa. Young Bae.

—¿Él no ha dicho por qué?— compone su pregunta mientras regresa la mirada a la joven y le sonríe débilmente.

—¿Te refieres a Ri?— la muchacha entrecierra los ojos mientras permite que el más alto se adentre en la estancia. Sin ser plenamente consciente, ella se pesca del brazo del apuesto pelinegro, a quién simplemente parece írsele la respiración— A decir verdad, no...— dice con esa dulce voz suya mientras caminan juntos, conduciendo al más alto hasta uno de los sofás— Solo ha dicho que se encuentra indispuesto.— sonríe ella.


Ji Yong mira desde su sitio aquella escena. No puede evitar fruncir el ceño mientras observa cómo es que el pelinegro se deja llevar por el dialecto de la preciosa muchacha, siendo que es ella precisamente la que le arrebato a la persona que él quiere.


—¿Gustas algo de tomar?— la joven frunce dulcemente los labios— Luces un poco pálido.

—Estoy bien...— responde rápidamente, alzando nuevamente la mirada, notando como todos a su alrededor le miran extrañados.

—¿Estás seguro?— le llama de esa forma tan... confianzuda. Como si ellos no fuesen rivales. Aunque, ¿Lo son? ¿Llega él a ser rival de alguien cómo ella?

—Sabes qué, sí. Muero de sed.— declara, recibiendo una tenue sonrisa por parte de ella.

—Perfecto...— se aleja de él solo un par de minutos, regresando después con un vaso de cristal con un líquido ligeramente café— Aquí tienes. Young ha comprado Ron para esta ocasión.— sonríe— Por cierto, que maleducada soy, te presento a unas amigas.— el mayor alza la mirada y entonces es que se percata de un par de rostros que le son desconocidos.

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