Capítulo 31

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El frio metal de los fierros que integraban la celda llega a mis palmas. Abrazo a las mismas barras, formando un puño cada que pienso en donde estoy y me siento mal por ello. Mi cabeza gacha, no me atrevo a mirar al frente y ver lo que me rodea ahora. Espero una salvación, Eiden lo dijo, me sacara de aquí.

Pero que posibilidad tengo de que lo haga. El esta en la misma situación que yo, o hasta incluso peor ¿Cómo resolverá mi problema si tiene muchos que cargar? No, en este asunto me metí yo sola. Quizás fue por no correr lo suficiente, pero es que ¿Quién corre rápido cuando se levanto hace apenas unas horas? Sin olvidar, el temor que me producía estar en un lugar como ese. O tal vez fue porque decidí ir a verlo, en todo caso, el tendría la culpa de que no haya podido escapar anticipadamente, ya que estaba "ocupado"

Los minutos pasan, convirtiéndose en horas. Los oficiales van y vienen, pero no dicen nada. Merezco una explicación, algo que justifique el porque estoy tras las rejas. Se que no tengo que discutirle a un oficial, no tengo que decirle que "no soy culpable" ya que no me creerían. Están acostumbrados a oír a diario esa frase, proveniente de verdaderos responsables. Estaría discutiendo en vano.

Cuando empiezo a creer que las esperanzas que tengo de salir de aquí, son igual a cero, un cuerpo se coloca delante de mi. Aunque la celda nos separe, me limito a levantar la vista y encontrarme con alguien familiar.

—Thomas?-exclamo sorprendida—¿Cómo sabias que estoy aquí?

—Solo lo se, Valery ¿Por que no llamaste a alguien?-dice-Tienes derecho a hacer una llamada telefónica para avisar que estas detenida.

—No lo sabia Thomas, con los nervios que tengo no pienso con claridad.

—¿Al menos te dijeron por que estas detenida?—dice Thomas

—No, sigo esperando a que lo hagan.

—Llamare a un abogado, si esto no se soluciona pronto—asegura—Consulte por tu caso.

—¿Qué te dijeron?

—Supuestamente estas involucrada en el delito—dice

—¿Tan grave es eso?—pregunto

—Odio decirlo, pero si. No solo se trata de peleas, sino de lo que hay detrás. Dinero, apuestas, todo prácticamente inaceptable para la ley—Thomas luce frustrado, pasa la palma de su mano por su frente varias veces.

—¡Pero yo no hice nada!—grito sin pensarlo

—Valery, es imposible que tu estés metida en esto, todos los que te conocemos lo suficiente lo sabemos. Pero justo, estabas dentro del lugar del hecho y no fuera de el. Y para ellos tienes, aunque sea, una mínima relación en ese mundo de peligros—responde

—¿Qué debo hacer ahora?

—Primero esperaremos a que las autoridades estudien a fondo la causa. Luego de eso, decidirán si eres culpable, cómplice o si estabas pasando de casualidad ahí. Te harán declarar, tu decides si hacerlo o no, Valery—explica—O, puedo llamar a un abogado para que reduzca la fianza y salgas lo mas pronto de aquí.

—Prefiero que llames a un abogado, Thomas.

—Sabia que ibas a decir eso.

—¿A que te refieres?—pregunto

—Me adelante y conseguí a un abogado en cuanto supe que estabas aquí. Me encargaré de esto, relájate—dice en un tono tranquilo y se va sin decir mas.


—Lamentamos este mal entendido—dice la fiscal revisando una pila de papeles que tiene sobre su escritorio. Thomas, el abogado y yo, nos encontramos del otro lado de la escribanía. No puedo dejar de morder mis uñas, aunque ahora este aliviada porque logre salir de este mal entendido. No logro relajarme, todavía estoy inmóvil después de todo lo que sucedió.

Horas, en las que el abogado estuvo analizando mis antecedentes. Después, me llevaron a declarar donde me senté a responder mas de una decena de preguntas. Con sinceridad me dispuse a confesar todo lo que había pasado esa mañana, como las horas anteriores a que fuera ahí ¡Hasta revisaron mi celular! Vieron las conversaciones... Están mas que seguros que yo no tuve ni tengo algo que ver en esas peleas.

—Los venimos buscando desde hace tiempo, pero eran tan agiles. Siempre escapaban o se escabullían. Gracias a que alguien anónimo nos dio el dato y la ubicación de donde estaban, pudimos hallarlos. Nuevamente le doy las disculpas por el mal momento que paso—aclara la fiscal.

Thomas se despide de todos los presentes, al igual que el abogado que contrato. Me lleva hasta la salida, inconscientemente, abrazo mis brazos. Mi cuerpo estuvo en una celda por horas, luego en la escribanía. No sentí el frio en ningún momento, solo temblaba por el miedo de no saber que estaba ocurriendo.

—Olvídalo Valery, ya no estas ahí dentro—suplica Thomas, al ver mi cara de temor y mi cuerpo que no hace ni un solo movimiento.

—No estoy así por eso, Thomas—digo mientras mis dientes castañean

—¿Y entonces?

¿Y entonces? Es la misma pregunta que retumba en mi cabeza provocando un eco ¿Por que todavía estoy asustada, si ya salí del lugar mas escalofriante en el que estuve? Eiden aparece en mi mente, siendo arrastrado por un oficial a quien sabe donde. Su promesa, la que ahora adeuda. Pero no me importa en lo absoluto, solo quiero saber como esta, como es su situación y ayudarlo. Si, tengo la necesidad de ayudarlo. Ahora que se que el y Thomas son hermanos, me preocupa que este ultimo no haya preguntado por el. O que tampoco haya tenido la intención de sacarlo. Hay cosas que aquí no cierran.

—¿Y Eiden?—pregunto en voz alta, ignorando los pensamientos que me dicen que no le de señales de que se sobre su unión familiar.

—¿Eiden? ¿Qué tiene Eiden?—dice buscando las llaves de su vehículo. Como si no le importase.

—Es decir...—pienso en una excusa para poder hablar de el—Lo conoces.

—Si

—El también esta preso, no se cual sea su situación, pero esta en problemas seguramente—suspiro—Creí que también intentarías sacarlo de ahí.

—Valery—me mira fijamente—Yo solo ayudo a las personas que son inocentes, pero el fue el que cometió el error. El que este preso ahora, es totalmente por su falla.

—Pero ¿No lo ayudaras?—pregunto siguiéndolo hasta su auto.

—¿Tanto te importa lo que le suceda?—coloca la llave y me mira a través del vidrio.

—El no se lo merece. Y si tu no quieres ayudarme ¡Perfecto! Pero yo si lo hare, yo ayudare a Eiden a salir de ahí.




 

La Mujer Que Queremos Los Dos © (Hagamos cosas malas, mi boxeador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora