Selene
-Miau.
Me revolví en sueños.
-Miauu.
Esta vez el sonido era más intenso. Me recosté de lado y entonces oí un "oomph".
-MIAAUU.
Lentamente abrí los ojos y de repente Nofre-Ari saltó sobre mi estómago.
-Miau.
Entonces me senté y Nofre-Ari lamió mi cara como un perro. Me deslicé fuera de cama, recordando el plan que había ideado para evitar a Amenemhet y Kerpheres. Cambié mi túnica por un vestido blanco de un solo hombro, trencé mi cabello, y me puse mis brazaletes y pulseras de oro. Luego coloqué en mi cuello un collar de piedras preciosas, delineé mis ojos con kohl, y cogí mis sandalias. No me las puse porque sabía que eso causaría ruido innecesario. Miré hacia afuera y vi que Ra estaba empezando a recorrer su camino para iluminar Egipto. Sosígenes ya se había ido, y sabía que Amenemhet llegarí pronto.
Salí de mi habitación y cogí algo para comer. No había manera de que volviera a comer hasta más tarde si me quedaba lejos de casa. Escaparía por un día, para evitar que Amenemhet me tratara como una niña pequeña y me siguiera por la ciudad como si yo no pudiera defenderme sola.
-Sí, ella va a estar emocionada de verte.- Oí la voz de Amenemhet viniendo de fuera. Mi corazón empezó a palpitar muy fuerte y me tomé una granada del cuenco frutero que teníamos.
-¿En serio? -Preguntó Kerpheres, y pude escuchar una sonrisa formándose en sus labios.
-Sí. Probablemente ya esté despierta.
Suficiente. Corrí a la cocina a mi habitación justo cuando estaban entrando en mi casa. No tenía tiempo para comer la granada allí. Miré alrededor de mi habitación para asegurarme de que tenía todo lo que necesitaba.
-¿Selene? -Amen llamó. Se acercaban a mi habitación. Yo estaba a punto de trepar a la ventana cuando me di la vuelta. Miré la espada khopesh, la cimitarra y la daga. Yo era intrépida y valiente, pero no era estúpida Volví corriendo y tomé la daga, lo coloqué en una funda, la até alrededor de mi cintura, y empecé a subir a la ventana.
-¿Selene? -Él me llamó una vez más. Vi dos sombras venían de fuera de mi habitación y me dejé caer al otro lado de la ventana.
-¿Selene? -ahora su voz sonaba más preocupada. Sabía que él me buscaría por toda la casa. Desde donde estaba me levanté de un salto ,cogí una viga de soporte y me impulsé hasta el techo..
-¿Selene? -Kerpheres llamó.
-¡Selene! -Amenemhet gritó con enojo. -Dioses, ¡esa chica va a estar en mucho problemas!-
Sentí una sensación de satisfacción por enojar a Amen. Partí mi granada y comí las semillas tranquilamente en el techo, mientras escuchaba a Amenemhet pasear enfurecido dentro de mi casa.
-Tal vez sólo salió por un poco de aire fresco -dijo Kerpheres.
Kerpheres tenía diecinueve años, la misma altura que Amen, pero nunca usaba pelucas. Mantenía su cabeza limpiamente rasurada.
-Ja, Selene nunca sale "por aire fresco". Lo siento, Kerpheres. Sabía que esperabas verla hoy.
Mi corazón se rompió, me sentí mal por él, que había ido todo el camino hasta allí sólo para pasar tiempo conmigo. Pero la verdad, él o me gustaba, y no soportaba estar encerrada.
Cuando terminé mi granada, caminé por el techo y acrobáticamente salté hacia el suelo con la misma viga de soporte. Aterricé en silencio como un gato y me sacudí. Ya había dejado de escuchar las voces de los chicos y supuse que se había marchado. Me puse mis sandalias.
-Hey, -Escuché a Kerpheres.
-¿Qué?-
-¡Hey, Selene!- Kerpheres me llamó.
Me di la vuelta y vi a los chicos al frente de la casa. Mis ojos se abrieron de par en par y solté una maldición.
-¡Dioses, Selene, ven aquí! -Amen ordenó.
Pero en lugar de esperarme, comenzó a correr hacia mí, arrastrando a Kerpheres detrás de él. Hice lo más impulsivo que podía hacer. Huí de ellos y me adentré en la multitud, que ya se había formado tan temprano en la mañana.
-¡Selene!-
Miré hacia atrás y ahora ambos chicos estaban corriendo en pos de mí, Amen enojado y Kerpheres preocupado. Corrí a través de callejones y mercados, pero yo no era capaz de dejarlos atrás. Por momentos les llevaba mucha ventaja, pero luego se acercaban usando un callejón.
-Perdone -me disculpé con un hombre que estaba tratando de vender sus pollos. Entonces tuve una idea brillante. Bueno al menos me pareció brillante en ese momento. Era probable que me metiera en problemas con los dioses, pero Amen y Kerpheres estaban cerca.
-Por favor, perdóneme por esto.
Cogí un trozo de fruta y la tiré con fuerza a uno de los pollos. Chilló y voló hacia arriba, causando una reacción en cadena entre los pollos. Todos ellos volaban, chillaban, y bloqueaban a Amen y Kerpheres. Seguí corriendo mientras el agricultor me gritaba algunas cosas no tan buenas, y corrí hacia el único lugar en el que sabía que Amenemhet no me buscaría: El templo de Ra.
Estoy segura que en un primer momento esto parece una idea terrible, pero un templo es un lugar en el que él no se atrevería a entrar. De las tres cámaras del Ra, la Cámara de Khepri era a la que nunca entrábamos. Casi nunca nos sentamos bajp su sombra. No había nada siniestro sobre aquella casa; es sólo que Ra, el sol del mediodía, era más poderoso sobre nuestras vidas, y a nosotros como egipcios nos encantaba sentir ese poder. Sin embargo, esta vez entré a la Casa del Sol Naciente, ocultándome en su interior. Me quedé de pie detrás de una de las grandes columnas y me quedé allí, jadeando, recuperando mi aliento y rezando para permanecer oculta.
-¿Selene?
Podía escuchar el llamado Amenemhet. Me adentré más en el templo y me escondí detrás de una columna. Podía oír a los sacerdotes cantar desde el interior, pero sabía que no había entrado lo suficiente en el templo como para profanarlo.
-¡Selene!- Kerpheres gritó, pero su voz venía de muy lejos. Estaban dejando las inmediaciones del templo. Lentamente me adentré más y más en el templo, mirando atrás de vez en cuando para asegurarme de que los chicos no me habían seguido. De repente me golpeé con alguien.
-Oh, perdóname -dijo una chica de mi edad. A juzgar por la forma en que estaba vestida, trabajaba en el palacio.
-No, fue mi culpa.
-Santo Isis, eres Selene Arsinoe. ¡la bailarina! -dijo la chica con incredulidad.
-¿Me tropecé contigo en la cena? -le pregunté, reconociendo a la chica.
Ella se sonrojó.
-Sí, -dijo ella con timidez, pero luego me miró directamente a los ojos -Cleopatra iba a solicitar su presencia-
Incliné mi cabeza.
-¿Mi presencia? ¿Por qué?
La chica arrastró los pies.
-Usted ha cuidado de Cesarión anteriormente. La reina quería lo vea por ella hoy. Ella tendrá una reunión con los romanos y quiso que yo le preguntara si usted quería ver a su hijo.-
Esta oferta realmente despertó mi interés. En primer lugar, el palacio sería un mejor escondite que el templo. Podría tener más libertad, y comida, y Amenemhet no entraría en el palacio sin permiso. Además, los romanos iban a estar allí. Lo sabía, esto era exactamente lo que Sosígenes y Amenemhet me había dicho que no hiciera, pero tenía curiosidad sobre de los romanos. Eran similares a nosotros, y sin embargo diferentes. No sabía cómo explicarlo.
-Si es por mi Reina, entonces lo haré-, le respondí con confianza.
-Gracias, Selene, ¡Ra te bendiga!
-Cualquier cosa para mi Reina -sonreí con picardía.
ESTÁS LEYENDO
La Casa Del Sol Naciente
Historical FictionSelene Arsinoe está viviendo en la época más inestable en la historia de Egipto. Su Reina, Cleopatra, está teniendo una aventura amorosa con el dictador romano Julio César. Tanto romanos como egipcios desaprueban el amorío. Los habitantes de ambas n...