Llueve, querida lluvia. Gota a gota colmó el cielo hasta derramarse sobre la tierra.
Clamando tempestad asoma la desenfrenada tormenta desde el alcázar inalcanzable, cielo que siempre por encima de todo y de todos cobijas toda criatura habida y por haber.
Que tornas tus colores desde el azul intenso hasta el rojizo cobre tan ambiguo, que bien ahoga al sol en su lenta agonía como acaba con la oscuridad. Llueve. Casualidades del ocaso, de este mundo de escasos sentimientos en el que predomina la nada.Ahí está él. Siempre que levantas la vista está. Soñado horizonte, que tajas la faz de la tierra infinitamente, y te prolongas hasta el mundo onírico en el que a veces gusta vivir.
Siempre en frente , oponiéndose pero dejando pasar, siempre alejándose más y más, inalcanzable. Inabarcable como el mismo universo.
Tú, que escapas como cada segundo, que fluyes y discurres como los ríos. Supongo que Manrique entiende más que yo de estas cosas.Siempre escabulléndose como arena entre los dedos. Semblante firme que se diluye con el mar. Añorado mar, enamorar nunca se te dio mal.
Mar que acaricias el horizonte con tus lejanas olas que desde la orilla parecen calma, horizonte, que osas abrazarte a él aún conociendo su bravura, y al final juntos os perdéis en la lejanía.Ahora bien, sal a fuera y mira al cielo, aguarda a la noche para hacerlo. Observa cada minucioso detalle de algo tan conforme que es totalmente surrealista. Oscuridad que nos hace ver todo negro, oscuridad que se hace sempiterna, que arrasa y a la vez calma,que se cierne sobre nuestras cabezas, haciendo dormir a las fieras y sacando a pasear a su séquito de estrellas, comandadas por la Luna, astro que tan sólo refleja lo que fue el día, halo de luz perdido más allá del horizonte.
Estrellas, que centelleáis resplandecientes. Tan insignificantes ante nuestros ojos que son meros puntos perdidos en el cielo. Pero seamos conscientes de que un día, fuimos una estrella, hace incontables millones de años, fuimos una simple estrella, que colapsó y dio lugar a todo esto. Y aunque a ciencia cierta no se sepa, fuimos polvo y ceniza, fuimos incertidumbre y nada absoluta, hasta llegar a ser hoy seres de carne y verso, poesía en estado puro que rebasa en algunos corazones, música que inunda calles y corazones, arte que arranca lágrimas.Y llegas tú, alba, con nombre de mujer, seduciendo y dejando tras de sí la noche, acercando un nuevo día, una nueva aventura llena de desventuras y tristeza , melancolía en vena que a veces colapsa e infarta un maltrecho corazón, lleno de bondad atacado por la ansiedad, asfixiado por la sociedad decrépita y enferma, decadente y con el inexorable destino de autodestruirse.
Y es que es así, contraste entre el precioso universo y nuestras vidas de ratas de la peor cloaca, vidas que a veces carecen de sentido, ¿por qué? Porque olvidamos vivir, y desvivimos sin querer al querer demasiado a quién no debemos, porque somos tan inútiles de hacernos creer que no valemos, y vale, lo admito, no soy quién para dar una lección de confianza en mí mismo o de positivismo, pero no podemos perder tanto tiempo lamentándonos, porque lamentaremos haber perdido ese tiempo, y aquí me encuentro yo, en ese círculo vicioso del que tanto me gustaría salir, pero hay recuerdos amarrados demasiado fuerte, que atan y matan.Y llega el día con los primeros rayos de sol, presentándose como algo nuevo, aunque ahogado en una monotonía repugnante que tanto ha agobiado.
Rutina tan odiosa...Y el día transcurre y discurre, siendo un lento paso en nuestras vidas, lento pero fugaz, paso hacia la muerte que se jacta de habernos matado desde antes de haber nacido, pues sólo ella es consciente de nuestro destino, sólo ella toma la decisión de acabar con este camino.
Y esté donde esté, está, aguardando firmemente, inexorablemente y ciertamente.Y volverá el día en el que fuimos polvo y ceniza, cumpliendo nuestro deber, imposible de esquivar, de volver a ser lo que fuimos, de volver a ser nada.
Por eso, seamos arte,
¿qué seríamos sin arte?
Seres inertes, entes carentes de sentido y de sentimientos. Simples máquinas como decía Charles Chaplin.
Seamos seres de carne y verso, con todo lo que ello implica, sus desavenencias y vida agónica, pero siempre bien pagado con los fugaces momentos en el que el arte, transformado en una canción, un verso, una mirada, una puesta de sol, un abrazo; una letanía inabarcable de cosas, un largo etcétera al que permito que añadáis el vuestro.
Y así, aunque un día seamos polvo y ceniza, espero resurgir como el ave Fénix , renaciendo, reencarnado en estrella , que guíe al marinero e inspire al poeta.Que nunca muera el arte.
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Mis noches de insomnio.
Short StorySon noches, noches de insomnio, donde decido coger el boli y un papel y desahogarme, y deshacerme. Surcando folios, recorriendo renglones en busca de lo imposible.