Dicen que el amor no existe
pero yo me niego a creerlo
quizás
no quiero creerlo
o no puedo
porque sigo viendo a mi madre sonreír como una quinceañera cada vez que mi padre le da un beso en la mejilla
o la agarra de la cintura.
Quizás,
porque mis abuelos murieron el uno tras el otro,
quizás de pena,
quizás por necesidad,
amor.
Quizás me niegue a creerlo porque sigo pasando por los parques viendo enamorados,
que se miran con deseo,
que se desgastan con la mirada,
con el alma.
Alomejor es que no creen en ellos,
o no quieren creer en el otro,
no quieren, no pueden, poco importa.
El amor, es esa cosa que ha existido desde siempre.
Así que, que no vengan a contarme tonterías de jóvenes que no creen en el amor.
Que empiecen a creer en ellos, joder.
Que empiecen a creer en la fuerza del amor
y que empiecen a aceptar que cuando viene más te vale correr.
Pero que será inútil,
inútil porque siempre te acabara alcanzando,
que no hay esquinas donde puedas perderle,
de vista.
Que siempre te acabara alcanzando...
Y cuanto antes lo aceptes, te hagas a la idea y te dejes llevar por él, mejor será.
Para ti.
Para el otro.
Y para el mundo.
