— ¿Cómo te ha ido, Chloe? ¿Hay alguna novedad? —Lizzie Grand sonrió a la rubia frente a ella y esta solo pudo bufar.
No estaba ahí por su propia decisión. Para nada, eran las siete de la mañana de un día sábado, se supone que debería de estar de comprar en alguna tienda junto a Sabrina o, en su defecto, descansando con una margarita en la mano en la piscina del hotel junto a Sabrina. Pero en vez de eso estaba en el medio de una tediosa terapia a la que la habían mandado, y sin Sabrina.
Chloe trato de fingir una sonrisa, pero era imposible. Sabía que la mujer frente a ella no podía leer sus pensamientos (era psicóloga no psíquica) pero eso no evitaba que se sintiera incomoda en el lugar. Tal vez eran las luces. Esa luz no era buena para su piel. Suspiro, sabiendo que no podía retrasar más lo inevitable. Tenía que empezar a hablar.
—Sabrina está enojada—dijo. Lo bueno era que su usual tono de superioridad no había desaparecido.
— ¿Cómo sabes que está enojada? —pregunto Lizzie con calma—. A mí no me dio esa impresión.
—Nos gusta burlarnos—contesto Chloe. A veces, cuando venía a su cita, estaba de suficiente buen humor para hablar como perico. Ese no era uno de esos días—. Desde pequeñas es algo que siempre hacíamos juntas.
—Y ya no lo hacen—completo Lizzie.
Chloe suspiro. Hace dos meses su vida había dado un giro de 180 grados que no hubiera podido predecir. Tal vez nunca se había sentido tan mal desde sus primeros días en el preescolar, pero sin duda la situación que ahora tenía entre sus manos era bastante más grande que ella. No la sorprendían todos los movimientos que su padre estaba llevando a cabo ahora para recomponer su vida. Pero eso no hacía que le enojara menos.
—Creo que por eso está enojada conmigo—siguió Chloe—. Porqué tengo que cambiar.
En realidad, era por eso que Chloe estaba enojada. Pero no se lo diría a su psicóloga.
— ¿Quieres cambiar? —inquirió Lizzie.
—No tengo elección—comento Chloe con la mirada pérdida—. Papa dice que mi actitud está empezando a dañar su imagen.
— ¿Eso te molesta? —pregunto la psicóloga.
A pesar de no parecerlo, para la mayoría de la gente, Chloe había avanzado mucho en su terapia. Si solo dejara de lado su actitud de superioridad y egoísmo para darle paso a sus verdaderos sentimientos saldrían de ahí más rápido.
—Tal vez—contesto Chloe después de pensarlo un rato—hace no mucho yo era todo para él.
Chloe puso una mueca de tristeza muy clara. Un sentimiento que no se permitía sentir en ningún lado. La única persona para la que ella era lo más importante del mundo la había abandonado. No de manera literal, Chloe no podría vivir sin el dinero que le daba. Pero se sentía abandonada.
— ¿Qué paso? —Lizzie sabía que era necesario sacar lo que Chloe aún mantenía en su pecho. Aunque sospechaba que lo que hace dos meses había iniciado no era el inicio de sus problemas, era un comienzo empezar por ahí.
—Mamá. Regreso—contesto renuente a seguir con el tema—. Ya habíamos hablado de eso.
—Lo mencionaste—contesto Lizzie—pero nunca hablamos de eso.
— ¿Qué importa?—negó Chloe. Comenzaba asentirse muy incómoda.
Lizzie se dio cuenta de eso. Habían avanzado muy poco en ese aspecto, pero Chloe no venía de ánimos ese sábado por la mañana. Aun había otros temas que tratar. Uno de los cuales la tenía preocupada desde su última cita.
—Háblame un poco de tu compañera—pidió Lizzie tratando de cambiar el tema que tanta incomodidad le causaba— ¿cómo se llama?
— ¿Marinette? ¿Qué con ella?
—Haz hecho algún cambio—Chloe bufó ante la pregunta de su psicóloga. Cruzo los brazos sobre sus pechos segura de que ese no era un tema a discusión.
—No—contesto a la defensiva— ¿Por qué habría?
—Sabes que ella es parte principal de tu problema—comento Lizzie.
—No es mi problema que ella sea tan odiosa—contesto la hija del alcalde con una mueca en el rostro.
A Chloe en verdad que le caía mal Marinette Dupain-Cheng. La encontraba insufrible. Desde la primera vez que piso el salón de clases, Marinette se había ganado el corazón de todos sin hacer nada. Puede que en un principio le hubiesen tenido lastima por la mala suerte y torpeza que acarreaba. Pero Marinette nunca le había parecido la persona más interesante del mundo. No entendía como llegaba a llamar tanto la atención, o como podía tanta gente quererla.
No era envidia, en definitiva. Chloe sabía que tenía mucha más suerte y oportunidades que la dichosa panadera. Pero eso no evitaba que cada vez que la veía sintiera unas inmensas ganas de destrozarla. Aunque, si era sincera, si le tenía un poco de envidia. Marinette estaba segura de que iba a hacer con su vida y ella, bueno, tendría que administrar el hotel de su padre si no quería quedarse en bancarrota.
Chloe y Marinette eran tan distintas, que a la rubia no le sorprendía que los que amaban a Marinette la odiaran a ella y viceversa. Lo que si le sorprendía es que la chica fuera tan popular y tan querida al contrario de ella. A veces, se preguntaba si debía ser más como Marinette para tener la atención de Adrien. Pero la idea no le caía nada bien y le causaba nauseas.
Sabía que tenía que cambiar, pero no sabía en quien tenía que convertirse. Eso la frustraba. Nunca se planteó cambiar de personalidad, porque la que tenía le funcionaba. Pero luego salía Adrien gritando que le gustaba Marinette, salía Alya enfrentándola al querer interrumpirlos, salía Sabrina diciendo que tenía que dejarlo ir y su padre diciéndole que su actitud dañaba su imagen. ¿A ella que le importaba? Solo quería que dejaran de hacerla sentir como basura por una vez en su vida.
—Necesitas una buena razón para cambiar—. Interrumpió Lizzie extrayendo a Chloe con brusquedad de sus pensamientos.
— ¿Evitar que mi madre y mi padre me deshereden no es una buena razón?—contesto Chloe.
La verdad es que no tenía razones para cambiar. Pero se lo estaban exigiendo y a pesar de no estar acostumbrada a que le exigieran algo, tenía que hacerlo. Y aquello la estaba destrozando. No podía seguir siendo egoísta y egocéntrica, pero no quería ser débil y amable. No era su estilo. Tenía un carácter fuerte, y no era del tipo de persona que se callaba sus opiniones. Así que, la única razón por la que estaba ahí era para complacer a su padre. Nada más.
— ¿Por qué no aprovechas el viaje que van a hacer este fin de semana para encontrar una razón?—sugirió la psicóloga.
—Lo que sea—le contesto Chloe. Ya estaba cansada de hablar y de pensar.
¡Sácame de aquí! Tengo miedo de sentir
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La Princesa & El Artista ||Miraculous Ladybug|| #ChangerMLBFandom
FanfictionChloe es la princesa del "YO" y del drama. Eso nadie lo podía negar, incluso tratando de mejorar su actitud, Chloe nunca dejaría de ser una Queen Bee. Y todos estaban seguros de eso. El problema es que la chica rubia está decidida a que puede ser m...