Tomamos decisiones

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Marinette suspiro mientras le daba mil y un vueltas al sobre frente a ella. A decir verdad ¿quién usaba cartas estos días? Rompió el costado del sobre que rezaba Agreste Moda y Diseño Inc. Estaba totalmente nerviosa por leer lo que decía la carta así que tiro el sobre y desdobló la hoja tamaño carta que venía dentro. Sus ojos saltaron hasta el párrafo de la mitad de la hoja para leer en voz alta.

Señorita Marinette Dupain-Cheng

Calle 12 Gottlieb, París, Francia.

Gabriel Agreste y compañía se complacen en informarle que ha sido aceptado en el curso de alta costura por sus exquisitas habilidades en diseño y deseos por superarse. Le recordamos la exclusividad del evento en el que ha sido incluido con la seguridad de que sabrá recompensar la confianza que hemos depositado en usted.

Recordamos los horarios y fechas de dicho curso a continuación.

Marinette no pudo seguir leyendo pues un grito de satisfacción recorrió su cuarto y los pisos inferiores hasta la panadería. Había aplicado para dicho curso junto a cientos de personas (algunos incluso de otros países), el cupo era limitado y solo aquellos que demostraran ser un diamante en bruto podían entrar. Era una locura que ella entrara sin ser parte de una escuela de moda. Su emoción era tan grande que no tardo nada en comenzar a saltar llena de emoción en su cama ¡era el mejor día de su vida!

Chloe cerró la carpeta de la mesa y espero que el café hiciera efecto. Era el tercero de esa mañana y por desgracia no la estaba ayudando a mantenerse despierta. Tampoco lo hacía haberse levantado más temprano durante casi dos semanas. Todo porque su madre decidió que pasaría otras tres semanas en Londres con sus estúpidos negocios. ¡Vamos! Que ella solo tenía dieciocho años, no debería de estarse preocupando por mantener a flote un negocio de esa magnitud. O tal vez sí. No sabía.

La rubia tomo su bolsa esperando distraer su mente de las ocupaciones que el hotel le daba. Por primera vez en mucho tiempo se sintió decepcionada de que su mejor amiga se llevara su tableta para hacer su tarea. Al menos las formulas y la literatura pudo haberla distraído de su antipatía de ese momento. La secretaria había sido la depositaria de sus arranques de ira desde esa mañana. No se sentía del todo feliz por eso, pero Chloe tampoco era el tipo de persona que se guarda sus opiniones o frustraciones.

La puerta se abrió de golpe haciendo que la chica se levantara de su asiento con cierto entusiasmo esperando ver a algún amigo o a su novio en la puerta. En su lugar, un joven uno o dos años mayor que ella entro de manera estruendosa. El chico de casi veinte años superaba en estatura por unos seis centímetros a la chica, tenía ojos castaños y facciones muy definidas, su complexión atlética le daba aún más poder a su presencia. Una corriente de terror invadió el cuerpo de la chica al reconocer su rostro.

—Dije que voy a hablar con el gerente y voy a hacerlo ahora—un ligero olor de a alcohol inundo el lugar después de que aquel chico hablara.

Cuando volteo a ver a Chloe, se sintió como una niña pequeña durante un segundo hasta que endureció el gesto. No se mostraría como la niña inocente e inexperimentada que era a los catorce años. Al parecer, su inesperado e indeseable visitante también la reconoció puesto que se quedó en silencio durante un momento hasta que una sonora carcajada burlona irrito a la chica.

—Déjelo entrar Alex—dijo Chloe.

La secretaria salió de ahí sin la suficiente fuerza para volver a corregir su nombre de manos de su inesperada jefa, que extrañamente era menor que ella. Lo bueno es que eso solo sería durante una semana más.

— ¿Qué puedo hacer por usted? —dijo Chloe utilizando una mezcla de su tono de superioridad junto a uno de negocios.

—Yo te recuerdo, ¿Carmen? ¿Cora? ¿Karen?—dijo burlón el chico.

La Princesa & El Artista ||Miraculous Ladybug|| #ChangerMLBFandomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora