Las elecciones no cambian

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El repiqueteo de la puerta era muy insistente para ser las cuatro de la mañana. Juleka estaba sola en casa con su madre acompañando a su hermano mayor en otra ciudad, la chica gótica se había quedado sola. No le importaba demasiado y prefería por mucho estar en casa y evitar perder clases. Aunque tal vez hubiese sido buena idea aceptar la propuesta de Rose de pasar la noche en su casa. Juleka estaba decidida a no abrir pero tras varios minutos se dijo que debía ser algo muy urgente si golpeaban tan fuerte.

—Ya voy —contesto mientras quitaba el seguro del departamento y abría la puerta para dejar pasar a su invitado.

Sabrina entró sin importarle quien estaba adentro o si era bienvenida. Estaba realmente enojada y sin duda tenía todo el derecho. Cuando Chloe había marchado a Londres sin previo aviso la pelirroja no pudo evitar investigar. Nada encajaba en la historia de Chloe y su orgullo le impedía hablar con Nathaniel. Y si algo dejaban los planes como los de Diana eran pequeñas migajas que seguir. Sabrina era buena con eso.

La verdad se terminó sabiendo. Así que la pelirroja terminó en casa de Juleka el sábado del primer fin de semana después de las vacaciones de verano. No se sentía muy a gusto ahí al punto que su cólera era notoria. La chica gótica de repente se sintió acorralada. Como si la visita de Sabrina significaba que la enviarían a la cárcel o algo peor.

—Esto es tú culpa —gritó Sabrina encolerizada.

—No, no sé, no sé de qué ha-hablas —tartamudeó la chica. Juleka respiró con dificultad.

—Tú eres la causante de que Chloe y Nathaniel terminarán —acusó Sabrina señalado a la chica.

—Yo no tuve toda la culpa —se escudó Juleka, algo le decía que no tenía caso negarlo.

— ¡Oh! Claro que esperaba algo así de la señora Burgeois. Incluso Chloe se lo esperaba —empezó a contar Sabrina enojada—. Lo que no esperaba es que tú, de todas las personas que podían tener algo en contra de Chloe, fuese tan despiadada.

—Yo no... —pero Juleka no pudo terminar de hablar.

—Tú te quejabas de lo cruel que Chloe era —dijo Sabrina—. Yo la convencí de buscar una forma de compensarlo. Pero la verdadera razón por la que odias a Chloe es porque eres justo como ella.

—Yo no quise... —dijo Juleka.

—Ahórrate las excusas para tus amigos —cortó Sabrina —tienes hasta el viernes para decirle la verdad a Nathaniel o se la diré yo.

Sabrina ni siquiera espero a que Juleka le abriera la puerta. Salió de ahí dando un portazo y sintiendo que al fin podía hacer algo por su mejor amiga. Juleka no lo pudo soportar mucho mal. Tenía muy poca tolerancia al rechazo y la perspectiva de que tanto Sabrina como Chloe tuvieran razones legítimas para odiarla la ponía nerviosa. Salió corriendo detrás de la pelirroja y cuando la alcanzó no perdió tiempo para hablar.

—Lo siento, lo siento mucho —empezó a explicar entre jadeos—. Creí que hacia lo correcto porque no podía imaginar a Chloe distinta. Pero ella cambio y Nathaniel cambio, fue un cambio para bien que me dio miedo. Lo siento mucho, no lo hice porque odiara a Chloe. Lo hice porque me recordaba algo que no puedo soportar ¿podrías no odiarme?

—Si te recuerda a lo que creó que te recuerda, sé que Chloe no podría odiarte —contestó Sabrina—. Yo por mi parte, necesito más que una disculpa para perdonar a alguien que destruye lo que tengo tiempo tratando de componer.

Sabrina salió del edificio dejando a una confundida Juleka arriba. La chica gótica suspiro tratando de prepararse mentalmente para confesar algo que le haría perder a su mejor amigo. Sabrina se montó en el auto de Lila mientras esta arrancaba recordó que aún tenía un asunto que tratar. Uno que implica a cierta italiana y a cierto inglés. Y para ello necesitaba jugar una vez más con los retazos del corazón destrozado de su mejor amiga.

La Princesa & El Artista ||Miraculous Ladybug|| #ChangerMLBFandomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora