Alex estaba excitadísimo. El contrato cerraba por todos lados, salvo por Helena Mackenzie. Una oportunidad excelente para sus muchachos y para él mismo. Todos estaban sonrientes, y era debido a la propuesta que leían, menos él, en su cara se reflejaba la incertidumbre. Por supuesto que no se lo haría saber a nadie. Ya aprendería a tratar a ese especial ser que se escondía tras un cómodo y lujoso escritorio. Esa mujer no podía ser una complicación, no lo aceptaba.
—Vamos a tener que trabajar duro, son exigentes, demasiado. Por lo que vamos a hacer el cronograma muy apretado. Quiero cerrarle la boca a esa mujer. Antes que pida resultados quiero dárselos. Habrá premios económicos por logros. Y vacaciones largas al final.
—¿Eso significa que trabajaremos directamente con la Princesa de hielo? Admiro a esa mujer, cuando sea grande quiero ser como ella —dijo Lorna, sonriendo. Era una de sus empleadas y la única mujer del grupo. Su comentario hizo que todos rían, incluso él mismo.
—Ya sos grande, cariño. ¿Cuándo comenzamos? —preguntó con intriga el encargado de organizar el cronograma. Había sido su primer empleado y único por varios años, por lo que Román era el que más lo conocía laboralmente y su segundo al mando, como le gustaba llamarse.
—Faltan los detalles, Román. Mañana traigo respuestas. Mientras esperamos, analicemos todo y tiremos ideas. Comiencen a crear en sus cabezas, después plasmamos todo en papel con lo que nos pasen de la empresa. Le dedicamos desde ahora, dos horas nada más y seguimos con lo de la inmobiliaria, para no atrasarnos, lo quiero terminado el viernes, así descansamos unos días antes de empezar con lo de Mackenzie.
El trabajo para Alex era como un divertido juego de encastres, acertijos y desafíos. Nunca se estresaba, disfrutaba la presión y eso lo hacía más eficiente. Era un hombre muy arriesgado y no se acobardaba ante nada. Pero no dejaba nada al azar, nunca cabos sueltos y eso valía tanto para su trabajo, como para su vida.
Vida que vivía como si de una caja de sorpresas se tratase. Aceptaba todos los retos que se le presentaban y tomaba lo mejor cada vez que podía. Pero cuidando las consecuencias, que definitivamente, enfrentaba si las había. Lo peor ya lo había vivido y asumido, lo demás era modificable. No temía sufrir si valía la pena. Conocía el dolor y sabía transitarlo, pensaba que las experiencias dejaban huellas aprovechables. Era demasiado lógico, a veces predecible, sensato, pensante y racional. Analítico, demasiado para ciertos aspectos emocionales de la vida. A veces su parte pasional desbalanceaba las cosas, pero firme a sus principios, enfrentaba los efectos colaterales. Como cuando había cancelado su boda, habiendo descubierto que su amor no alcanzaba, no al menos, para toda una vida juntos. Su novia había sufrido, pero lo había entendido y, con el tiempo, hasta le había agradecido ser tan franco y leal. A diferencia de él, ella había encontrado ese tipo de amor y ya tenía una hija preciosa.
La muerte de sus padres, de la noche a la mañana literalmente, lo había trasformado en hombre siendo apenas un joven estudiante de veinte años. Su padre, que entonces ya estaba en decadencia como cantante, aceptaba hacer algunos shows privados. Siempre iba acompañado de su esposa. Esa noche conducía de una ciudad a otra para hacer una presentación, la lluvia y la poca lucidez que le había dejado el consumo, de quien sabe que estupefaciente, le impidieron mantener el auto en control, estrellándolo contra un camión. El lado bueno que le había encontrado a semejante tragedia, era que la muerte había sido al instante, sin sufrimiento y había vuelto a la gloria al acabado cantante, haciéndolo imaginar que su muerte no había sido en vano. Cosas racionales que el corazón no entendía, pero ayudaban a seguir adelante. Si su padre veía desde algún lado el furor de sus fanáticos, hubiese sido feliz, al igual que su madre y eso le daba fuerzas.
ESTÁS LEYENDO
Helena. La Princesa de Hielo (Solo 10 capítulos)
RomanceHelena Mackenzie es autoritaria, fría y calculadora, es por eso que la llaman Princesa de hielo en la industria de la tecnología. Alex Caseros es decidido, racional, atrevido, tanto, que le promete convertirla en Reina, con un ambicioso proyecto. So...