Muerto en vida

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Dos días habían pasado desde entonces. Vegeta, se encontraba entrenando en unas alejadas montañas de la fortaleza de Freezer. Salió por su terraza y fue volando sin ser visto. Se sentó un segundo al lado de un riachuelo, mirando el cristalina agua pasar acompañada de unos pocos peces. En su reflejo, pudo ver a un Vegeta desgastado y con la cara ensangrentada, debido a los duros entrenamientos que estaba haciendo. Pero... siendo realistas, sentía algo en el estómago. Hablamos del gran Freezer, el tirano más poderoso y despiadado del universo, y... puede ser que él tuviera muy poca probabilidad de derrotarlo. Por lo menos Bulma estaba a salvo, ¿no? aunque otra duda le desconcertaba y no le estaba dejando dormir ni una hora. No sabía nada de Nappa y Raditz, es cierto que muchos sospechaban de ellos pero, ¿por lo menos podrían haberse dirigido a él y contarle como se fue ella no? o quizás donde fue... Agarró un poco de la cristalina agua con sus manos y se secó su cara, tirándose agua por todo su pecho desnudo, sus músculos y cicatrices, también muy dañadas. Sí... si por alguna remota casualidad derrotará a Freezer, al gran Freezer, el imperio sería suyo...podría gobernar el universo entero. Una sonrisa orgullosa apareció en su rostro. No solo eso, acudiría a por Bulma, y sin dudas, la haría su reina. ¡Sí! crearía una nueva dinastía, gobernada por su raza, un saiyan. Pero, aquello por ahora solo eran simples fantasías. Así que...suponía que Nappa y Raditz solo se estaban escondiendo de las sospechas, pero aún así, debía acudir a verlos, ¿cómo lo haría sin ser visto? Bueno...lo primero era regresar y descansar un poco. Había pasado los dos días en las montañas y sin dormir, así que una hora... no le vendría mal, sobre todo para enfrentarse a alguien como aquel tirano.

Con un vuelo rápido, llegó a la terraza de su habitación, abriendo la cristalera, entró en él. Cerró los ojos, pudiendo sentir aún todo aquello que estos días había ocurrido. Se acercó a la cama, permanecía desecha, sin tocar desde que Bulma se fue. Se sentó en la cama agarrando la sábana con delicadeza, y estrechándola contra su cara, pudo quedar aún impregnado de ese aroma tan peculiar, femenino y dulce, el aroma de Bulma. Cerró sus ojos, aspirándolo, sin creerse que ella ya no estaba allí. Aquel aroma le encerraba en ese día, en aquella noche que le hizo el amor con aquella sinceridad, aquella pasión, algo que no encontraría en ninguna mujer que no fuera ella. Debía curarse aquellas heridas si no quería tener problemas en la batalla, así que se dirigió hacia el baño, agarrando un bote de alcohol , y lo vertió por todo su cuerpo. Sentía un escozor, pero eso no era nada para lo que él estaba acostumbrado. Se miró un segundo en el espejo de nuevo. Todo esto, le resultaba tan extraño... siempre supo que se enfrentaría a Freezer pero no en esta situación. Y todo por aquella mujer, ¿pero que tenía esa mujer que provocaba todo aquello en él? Con un tremendo puñetazo, rompió el espejo, haciendo que los cristales cayeran violentamente al suelo. Se sentía débil, confuso. Quizás estaba frustrado, y solo deseaba tenerla a su lado, seguir viéndola a escondidas, disfrutando de ella por las noches, como de costumbre. Pero todo eso ha quedado atrás, y quizás...quizás ahora necesitaba más de ella, la necesitaba junto a él, a la hora de despertarse, por las noches...en todo momento. ¿Cómo un guerrero tan despiadado como él era capaz de sentir todas esas sensaciones? Mierda, otra herida nueva. Agarró otro bote de alcohol y se curó la mano llena de cristales. Estaba cansado de todo eso... era hora de darse una ducha. Encendió el agua caliente, y se quitó la ropa rasgándola, encontrándose agobiado. Entró en la ducha y comenzó a dejar que el agua caliente cayera por sus heridas. Entonces, unos vagos recuerdos...impregnaron su mente de nuevo.

Planeta Vegeta. Un pequeño de seis años, se encontraba sentado junto al trono de su padre, en un pequeño trono. La gente del pueblo iba pasando por la sala para entregar regalos al rey. A pesar de trabajar tantos años bajo las ordenes de Freezer, seguían siendo fieles a su pueblo, respetando a su rey y sus costumbres. Por fin acabó aquella jornada, y el rey Vegeta pudo levantarse del trono. Nappa se iba a acercar a por el pequeño príncipe, para someterlo a sus entrenamientos habituales. Pero el rey Vegeta hizo un gesto al joven Nappa, haciendo que se alejara. Vegeta reaccionó un poco extrañado, pero no, hoy el rey se tomaría un tiempo con su hijo a solas. Indicando a que su hijo le siguiera, se dirigieron a la gran cristalera tras de los tronos, con una enorme vista del pueblo de los saiyans.

DOPE Vegeta x BulmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora