El pequeño Trunks

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NOTAS AUTORA: ¡ perdón ! He estado muy ocupada estas semanas, sobre todo los fines de semana, pero ¡ aquí está! Siento la espera. Ojalá os guste este capítulo, da un giro centrándose en otras cosas, y sigue dando un rumbo. Muchas gracias a las que leéis y apoyáis, vuestros comentarios, y todo, hacéis que esta historia siga adelante. Mil millones de gracias, en fin, ¡ a leer!

El sol iluminaba toda la habitación. Los rayos se posaron sobre su cara, haciendo que lo despertaran. Abrió sus azulados ojos y pudo comprobar que ya era de día. Se levantó y se dirigió al baño, para lavarse los dientes y salir de allí, no sin antes cambiarse de ropa, quitándose el pijama y colocándose una muda de un jersey negro y un peto vaquero. Al llegar al salón, en la mesa había una enorme bandeja llena de tostadas, pasteles y chocolate caliente para desayunar, pues a pesar de lo pequeño que era, siempre se ha criado con esos continuos lujos. Miró a ambos lados buscando la mirada de su madre, pero parece ser que no aparecía, así que se dispuso a desayunar solo, encendiendo su programa favorito de las mañanas en la televisión. Una mujer peli azul, estaba peinándose, mientras se cambiaba el pijama colocándose un conjunto de camisa de palabra de honor y pantalón blanco junto a unos tacones rosados. Salió de su habitación y se encontró a su hijo desayunando, engullendo todo con ganas.

-Anda que esperas a mamá, eh ¿pequeño? - se acercó y estrujó la mejilla de Trunks dándole un gran abrazo.

- ¡Oh, mamá! - el pequeño se apartó de su madre, cruzándose de brazos malhumorado - ¡ ya no soy un bebé, no me trates así!...- Su madre sin hacerle caso le volvió a abrazar.

-Vamos, solo tienes ocho años además, por mucho que crezcas tu siempre serás mi Trunki Trunks - acarició su lila cabellera y comenzó a besar la mejilla de su hijo, haciendo que él se malhumorara de la vergüenza.

- ¡Mamá, deja de llamarme así, que vergüenza! - Bulma reía y se sentó a su lado, dispuesta a desayunar lo poco que quedaba después de todo lo que había comido Trunks.

Así es, el tiempo había pasado, y el bebé Trunks ahora era un pequeño Trunks de 8 años. Era un muchacho con elegancia, aparte de un noble corazón. Bulma no podía estar más orgullosa de él, a pesar de cuanto Freezer se apegaba a él, el pequeño Trunks seguía manteniendo su personalidad y compostura, y todo era gracias a Nappa. Aquel día, cuando llegó, se presentó a él como un viejo amigo de su madre, y desde bien pequeño le hicieron mantener en secreto todo aquello. Nunca entendió muy bien el porque, pero su madre le había educado con la férrea regla de que no podía hablar con nadie sobre Nappa. Tres días a la semana, se reunía con él en las afueras para entrenar de múltiples maneras. Al contrario, con Freezer simplemente entrenaba en cámaras donde tenía que enfrentarse a aquellos repugnantes seres verdes llamados 'saibaimans'. Freezer acudía casi siempre a mirar sus entrenamientos, con esa sonrisa arrogante y orgullosa. Trunks se había acostumbrado a la presencia de Freezer a su lado, incluso los domingos solía comer con él en el salón de actos, unos suculentos platos que preparaban los cocineros solo para Trunks. Su madre, no podía darle más cariño del que ya le daba, si eso era posible. Era el pilar de su vida, y siempre estaba ahí para cuidarlo y apoyarlo. Quizás aún, no se tomaba muy en serio el que le faltara su figura paterna, ya que se había acostumbrado a estar junto a Freezer, Nappa y su madre. Sentía curiosidad, pero aún no tenía edad para ser muy consciente. Al igual que los entrenamientos, Bulma insistió que su educación también era muy importante, así que un profesor particular le visitaba tres veces a la semana, por las mañanas. Bulma, por el contrario, ya no tenía ningún miedo a Freezer. Confiaba en sí misma y en Nappa, además, el pensamiento hacia Vegeta y su posibilidad de volver, le daba fuerzas cada día. Aunque solo fuera una ilusión, soñaba con una vida tranquila, lejos de allí, con su hijo y Vegeta. Trunks era valiente y fuerte, y sabía de sobra que su hijo no sería un pequeño Freezer, ni mucho menos un guerrero despiadado. Aquel día que se encontró con Nappa, siendo él muy pequeño, le prometió a Bulma que lo educaría a base de valentía, y le enseñaría a ser un guerrero fuerte pero con un buen corazón en la batalla, el coraje. Bulma llorando no supo como agradecerle todo eso a Nappa, ya que corrian el enorme riesgo de ser encontrados. Nappa lo trataba con cariño y paciencia, siempre se dirigia a él como ' la pequeña esperanza' alegando así que si Vegeta no volvía, él sería quien les salvaría de las garras de Freezer. Trunks obviamente no entendía porque se dirigia así a él, pero no le importaba mucho, él solo quería hacerse fuerte, y no pensaba en otra cosa. Era algo en lo que se parecía a su padre, sin duda.

DOPE Vegeta x BulmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora