Capítulo 22

7.3K 870 65
                                    




Me abalancé sobre Theo y lo besé como si la vida se me fuese a ir en ello, me sentía emocionada y muy feliz de estar entre sus brazos; entre beso y beso reíamos y sentía que las lágrimas estaban a punto de salir de mis ojos por la emoción que sentía. Todo me parecía mágico, fuera de nuestra burbuja todo desaparecía, solo éramos él y yo: dos personas rotas por nuestro pasado y sin embargo, nuestros pedazos encajaban a la perfección, nos complementábamos increíblemente bien y eso bastaba.

— Entonces... ¿Aceptas? — preguntó en medio de los besos que le daba y que él correspondía.

— Sí — respondí segura.

— Te amo, hermosa — susurró cerca de mis labios y me estremecí — y cuando te conocí supe que representabas un riesgo en mi vida porque amenazaste a mi confort, amenazaste al hombre que quise ser después de mi pérdida, pero pronto te convertiste en un peligro que deseaba correr y sin pretenderlo hiciste que me enamorara como un loco de ti — confesó y besó con ternura mis labios —. No prometo que todo será bueno, pero sí luchar para que funcione y no solo te ofrezco amor, también te ofrezco dolor, mas será placentero — mordí mi labio para para no sonreír como tonta, sus palabras me envolvieron en una calidez exquisita y los escalofríos en mi espalda me pusieron como tonta, elevándome en una nube de felicidad que no creí volver a estar de nuevo — y si sufrimos te prometo que valdrá la pena.

— No hay amor sin dolor — susurré con cierto temor, aunque aceptando la realidad.

— No lo hay — confirmó él — pero sí hay dolores que valen la pena.

— Te amo, Theodore Lee — le dije por primera vez mirándolo a los ojos — lograste derribar las barreras de mi corazón y conseguiste hacer que volviese a amar.

— No te imaginas lo feliz que me hace escucharte — sus ojos eran como unas ventanas impolutas que me permitían ver su interior y en ellos comprobé que sus palabras concordaban con lo que sentía — pero me hace más feliz haberte amado desde antes que tú lo hicieras —añadió orgulloso de haberlo logrado antes.

— Tenía miedo.

— ¿Ya no tienes? — sí, aunque menos que antes, pensé.

— Todavía — lejos de decepcionarse por mi respuesta, sonrió.

— Ámame con miedo, pero no me dejes nunca — pidió y mis ojos se ensancharon — yo me encargaré de quitártelo poco a poco — besó la punta de mi nariz y sonreí.

Era increíble todo lo que ese hombre ocultaba en su interior, cuando meses atrás creí que solo era un idiota engreído que se mofaba de ser el mejor y más importante en todo. De hecho, me decepcionó mucho cuando se pasó de copas, hice mi estúpida broma y terminó ofendiéndome; casi juré no volver a tratar con él, pero ahí estaba ese día. Cayendo por aquel tonto controlador que supo jugar su juego y llegar a mi reacio corazón, lo hizo siendo el mejor de todos.

Éramos el roto para el descocido.

Nos metimos a la casa cuando comenzó a llover y me comentó que esa también le pertenecía y la utilizaba solo para fines de semana con amigos, el lugar estaba hecho de madera barnizada y como todo lo que Theo poseía, también era muy hermosa. La lluvia se hizo más fuerte y el sonido de algunos truenos se escuchaban de manera suave, él se fue hacia la chimenea frente a la sala y metió algunos trozos de leña para después darles fuego; me acerqué a una de las grandes ventanas y admiré la lluvia caer sobre todo el lugar. Ver llover era algo que siempre me gustó y me relajaba mucho, el olor a tierra mojada me encantaba y con un ambiente así, lograba sentirme muy en paz conmigo misma.

Miedo a Amarte ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora