Lobo dominante

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Escapé de los brazos de Ken y di unas pasos hacia atrás fuera de su alcance.

—Tú no eres Ken.

Ken seguía lejos, al otro lado de mi habitación, pero con su velocidad sobrenatural apareció delante de mí.

—Es cierto, tienes razón, no soy Ken. Él es estúpido por dejarte ir sin más.

Tomó  un mechón de mi cabello y comenzó a jugar con él.

—Debo... confesar algo— me miró a los ojos.

Tenia que aceptarlo estaba asustada por lo que pasaría después.

—¿Qué es lo que debes confesar?— pregunté.

—Yo también entre a tu casa sin permiso. ¿Recuerdas cuando te quedaste dormida en el sofá y apareciste misteriosamente en tu cama? bueno... fui yo. Tenia que asegurarme que estarías bien sola.

Me agrado la idea de tan solo su preocupación por mí.

—Pero entonces llego ese maldito y lo único en lo que pienso es marcarte, para que nadie mas se te vuelva acercar.

Paso mi cabello atrás de mi oreja, tomo mi nuca en sus manos y pegó nuestros labios.

Lo empuje con mis brazos y me zafe de su agarre.

—Tú no eres Ken.

Salí corriendo a la puerta de mi habitación pero sus brazos me rodearon la cintura.

—¡Mamá!— grite.

Ken tapo mi boca y acerco sus labios a mi oído.

—Shhh, esta bien, tu mamá esta en el trabajo. No tienes porque gritar, no te haré daño.

Sus labios bajaron a mi cuello y lo beso mientras sus manos seguían en mi cintura.
Pero después sentí un ardor en mi cuello.

Me había mordido.
Ahora solo había quedado en la inconsciencia.

Los lobos aman #1 De LLADonde viven las historias. Descúbrelo ahora