Pablo aparcó el coche en la entrada, íbamos los dos solos, Iam se quedó en casa, si viniera se complicarían las cosas.
Salimos del coche y abrí a la puerta, aún conservaba las llaves. Entré dentro de la casa y lo llamé a voces, de repente Harrison bajó las escaleras sin dejar de mirarme.
- Que sorpresa, pensé que no te volvería a ver; me dijo acercándose a mí para darme un beso pero le giré la cara.
- He venido para que hablemos y para traerte esto; dije dándole un borrador de los papeles del divorcio.
- ¿Esto qué es?
- Léelo; le dije y se puso a leerlo.
- ¿Así que esto es lo que quieres?
- Completamente.
- Pierdes el tiempo; dijo y rajó los papeles.
- Señor Harrison, mi cliente solicita varios términos y...; dijo Pablo.
- ¿Le puedes decir a éste que se vaya para poder hablar a solas?
- ¿Pero te vas s comportar como un adulto o me vas a pegar? ¿Puedo fiarme de ti?
- ¿Por quién me has tomado?
- Por un maltratador paranoico incapaz de pensar en nadie que no seas tú.
- Vamos a la cocina.
Fuimos los dos solos y Pablo se quedó en el salón. Tras un breve silencio comencé a hablar.
- Harrison, esto ya no funciona, no puedo ser feliz contigo, tenemos que poner punto y final a este matrimonio.
- Pero yo te quiero, sé que tarde o temprano serás feliz conmigo, estoy dispuesto a perdonarte todo y empezar de cero.
- No quiero que me perdones, no podemos empezar de cero porque nunca pasamos de cero, estamos estancados en la misma página.
- Eso no es verdad.
- Harrison, necesitas ir a un psicólogo, tú no estás bien, no quieres ver la realidad, ¿eres feliz pegándome? ¿Estar con una persona que no te ama? Seguro que ahí fuera habrá alguien que te quiera como yo nunca te he sabido querer.
- ¿Y qué propones? ¿Que nos divorciemos así sin más?
- Podemos ser amigos, necesito que lleguemos a un acuerdo, si insistes en no firmar iremos a juicio y tendré que pagarlo yo sola, sin en cambio de la otra manera sale más barato.
- Malditos abogados, sólo saben destruir parejas.
- Veo que no vamos a llegar a ningún acuerdo, ¿verdad?
Le pregunté pero no me contestó, esperaba a que me contestara pero no lo hizo.
- Búscate un buen abogado, lo vas a necesitar; le dije y me di la vuelta para irme.
- ¿A dónde vas?
- A un sitio mejor, éste ya no es mi sitio.
- Ésta sigue siendo tu casa.
- Ya no, por eso te vendo mi parte.
- Yo no te voy a dar nada.
- Eso no lo decides tú, adiós Harrison.
- ¡No te vayas!; me gritó pero no me hice caso.
Salí de la casa con Pablo y subimos en el coche dirección a la casa de Iam.
Cuando llegamos, le conté toda la conversación y Pablo se fue para estudiar mi caso, prepararse bien para la primera vista en el juzgado.
El fin de semana fue tranquilo, o eso creía, cuando vi que mi móvil no dejaba de sonar, era Harrison, no dejaba de mandarme WhatsApp amenazándome, diciéndome lo que me pasaría si no volviese con él, junto con emoticonos sangrientos, de muerte; lógicamente los mensajes los guardé como prueba para el juzgado.
Para distraerme, salí con total libertad con Iam, sin temor a que nadie me dijera nada, aunque me sentía todo el rato observada, como si me estuviera vigilando, de hecho, cuando Iam y yo entramos al Corte Inglés de la calle Apreciados, recibí un WhatsApp de Harrison, en el que ponía:
> ~ Ten cuidado con lo que te compras, no sea que derritas la tarjeta de crédito. √√
Se lo enseñé a Iam muy nerviosa, aunque él intentaba tranquilizarme todo el rato. Así sucesivamente, cada vez que iba a un sitio o hacia algo, me mandaba un WhatsApp, era terrorífico.
Al día siguiente quedé con Rocío para contarle las últimas novedades.
- Estoy muy contenta de que hayas dado este paso tan grande, estoy muy orgullosa de ti; me dijo Rocío.
- Sí, pero lo tengo que pagar yo, y encima me ha dicho mi abogado que puede durar entre uno y seis meses, un rollo.
- Bueno, piensa que después de la tormenta viene la calma.
- Y no sabes lo último, Harrison me está acosando.
- ¿Cómo dices?; me preguntó sorprendida y le enseñé los mensajes, de repente llegó otro.
> ~ Saluda a Rocío de mi parte, aunque no hará falta, puesto que en estos momentos está leyendo este WhatsApp a tu lado. √√
- Que miedo; dijo Rocío.
- Así está desde que fui a verlo a casa.
- Ni se te ocurra borrar estos mensajes.
- Claro que no, por cierto, ¿qué tal está mamá? ¿Pregunta por mí?
- No, actúa como si nada, es como sino existieras para ella.
- ¿Está enfadada conmigo?
- No lo sé, he intentado hablar con ella, pero cada vez que te nombro me cambia de tema, a lo mejor sí está enfadada por lo de Harrison, ya se le pasará.
Enseguida cambiamos de tema. Llegó el lunes, era la primera vista en el juzgado, a las diez de la mañana había que estar allí, yo fui junto con Pablo, Iam y Rocío, ellos dos se sentaron detrás de mí, Pablo y yo delante, y al otro lado estaban Harrison y su abogado.
Apareció el juez y tras leer los papeles del caso, al ser yo quien pedía el divorcio, me dijo que me levantara para decir mis motivos, así que me levanté temerosamente y empecé a contar todo, tras terminar, pidió a Harrison lo mismo y que le contara su versión, claro que él mintió todo el rato, diciendo que exageraba, que nunca me había pegado, que yo era la adúltera por ponerle los cuernos, que me casé con él por dinero, ya que él era rico, al contrario que yo, en otras palabras, quería dar un braguetazo con él, Pablo protestó y el juez pidió que saliera al estrado el primer testigo, salió Rocío y contó cómo fue testigo de mis lágrimas, testigo de las palizas, incluso llevaba con ella las cartas que le escribía día tras día, contándole todo. Desgraciadamente, para el juez eso no era prueba suficiente para demostrar que me pegaba, pero sí era prueba el acoso a través de los mensajes que me había mandado días atrás. La decisión tardaría días o incluso meses, cono me dijo Pablo.
Tan solo pasaron un par de días cuando me dijo Pablo que el juez ya había tomado una decisión y que teníamos que asistir al juzgado. La decisión que tomó no era la que esperaba, pero algo era algo, con mis declaraciones lo único que conseguí, era que le condenaran a la cárcel dos años y una orden de alejamiento de 500 metros durante diez años, también tenía que pagarme una indemnización de 20.000€, además, como dijo Pablo, tenía que pagarme la mitad de la casa y la mitad de lo que había ganado durante el matrimonio, así que aunque pagase el divorcio, salí ganando, y eso era lo más feliz que me hizo.
Al final el divorcio fue rápido, no tardó seis meses como dijo Pablo, tardó sólo dos días, la primera vista que fue para sentencia y el cuarto día terminó todo.
Tras salir del juzgado, quise celebrarlo, así que fuimos a comer los cuatro juntos, Pablo, Iam, Rocío y yo.
El restaurante estaba cerca de Callao y había que pasar por unas calles donde solían ponerse las prostitutas, cuando pasamos por delante de una de ellas, me paro y me dijo:
- ¿Leire? ¿Eres Leire Bequer?
- Sí, ¿nos conocemos?; le pregunté extrañada.
- No sé cómo decirte esto, pero... Soy tu madre.
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La inocencia de tus ojos
Romance¿Qué pasaría si un día te despiertas y no sabes quién eres? ¿Qué pasaría si no sabes dónde te encuentras? ¿Qué pasaría si no tienes ningún recuerdo tuyo? Nuestra protagonista de esta historia pasará por eso y se enfrentará a su nueva vida, en la que...