- Atención pasajeros, en breves aterrizaremos a Nueva York, esperamos que hayan disfrutado de un buen vuelo, por favor, no olviden sus efectos personales.
Decía una azafata por megafonía, suspiraba aliviada, me preguntaba qué tal estaría mi perro allí abajo.
Acababa de despertar, no sé cuánto tiempo llevaba durmiendo, el aburrimiento de estar tantas horas volando pudo conmigo y acabé dormida, era lo mejor para quitarme de la cabeza el miedo a las alturas.
Miré la hora y eran las cinco de la madrugada, nos dieron de cenar y después nos pusieron una película, pero casi a la mitad me dormí, no era una película que me gustase, era policiaca.
- ¿Qué tal has dormido princesa?; me preguntó Iam.
- Bien, esto de desconectar con el mundo me encanta; dije sonriendo y miré el móvil, las llamadas no paraban de aumentar, sobre todo de Harrison y de mi madre, son las que más tenía.
Cuando por fin el avión aterrizó, nos levantamos y bajamos del avión, después nos dirigimos a la cinta transportadora donde estaban las maletas, incluido la caja de mi perro. En cuanto vi acercarse la caja se lejos, mi perro me ladró de alegría, fui corriendo a abrirla y me lamía moviendo el rabo muy deprisa, estaba contento de verme.
Tras coger la maleta, ya que Iam no había traído maleta porque en casa de su madre tenía ropa suficiente cada vez que venía a verla, fuimos a recoger su coche, subimos y fuimos hasta la casa de su madre. Teníamos que atravesar la ciudad, eso me encantaba porque Nueva York de noche era precioso, era una ciudad de colores, no sólo estaba iluminado por las farolas sino por los edificios también, eso parecía Las Vegas, no podía evitar hacer fotos cada dos por tres, a cualquier cosa, así que me quedé sin batería, una lástima.
Pasamos por la Quinta Avenida, la calle más famosa de Nueva York, Iam me prometió que me enseñaría la ciudad, sería mi guía turístico.
Cuando pasamos esa gran avenida, pasamos por varias calles y en uno de los bloques vivía su madre. Estaría dormida, apenas quedaban un par de horas para que se levantara, ya que la hora de despertarse de los americanos era entre las siete y las ocho, la comida era entre las doce y la una, y la cena entre las siete y las ocho, me costaría mucho amoldarme a ese horario.
La casa era roja con los bordes en color blanco, eran las típicas casas que salían en las películas, con un porche por el que subía unas escaleras principales, hasta llegar a la puerta principal, doble, la de fuera parecía una mosquitera y la de dentro era la puerta de la fachada; en el porche había un banco movible, que parecía un columpio, junto con una mesa de mimbre, ideal para el veranito.
Iam sacó las llaves, la introdujo muy despacio para no despertar a su madre y abrió la puerta, cuando pasamos dentro, vimos al fondo del pasillo a una mujer entre la oscuridad con un camisón blanco, me di tal susto que pegué un brinco e Iam encendió la luz.
- Mom, what are you doing up?; preguntó Iam a su madre.
- Son! What a fright you've given me! I thought it was a thief; dijo su madre, que no entendí nada, llevándose la mano derecha al corazón, pobre mujer, se habría llevado un susto.
- I wanted to surprise; dijo Iam, eso sí que había entendido algo, dijo algo de sorpresa.
- Who is she?; preguntó su madre, hablaba tan deprisa que no entendía lo que decía, creo que le había preguntado que quién era yo.
- I'm sorry, she's Leire, my girlfriend.
- Your girlfriend? Me you never said anything.
- He wanted to take secret until it was a serious relationship; dijo Iam, me estaba poniendo nerviosa de no saber que decían.
- ¿Qué le has dicho?; le pregunté a Iam.
- Le estoy hablando de ti, mi madre no sabía que tenía novia y le he dicho que si no se lo he dicho ha sido porque quería esperar a que fuésemos algo más en serio.
- ¿Ya lo es?
- Te vas a divorciar, ¿no?; asentí y miramos a su madre, que poco a poco se fue acercando a mí y me dio dos besos.
- Enchanted, I'm Bridget; me dijo su madre y miré a Iam, no entendí lo que me dijo y dije lo primero que me vino a la cabeza.
- Yes, yes; dije e Iam se empezó a reír, mientras que su madre me miraba sorprendida.
- Te ha dicho que encantada, y que se llama Bridget.
- Pues tradúcele que igualmente.
- Equally; le dijo Iam.
- She did not understand? She does not speak our language? Where it is?
- No, she is from Spain.
- Spanish? I like, into the living room and put you comfortable.
- Le gustas por ser española; me dijo Iam sonriendo y después acarició al perro y se lo presentó, después nos llevó al fondo, donde estaba el salón, bastante grande, en el medio había un cheslón blanco, de piel, acompañado de tres cojines aterciopelados de colores grises, delante había una mesita rectangular de cristal con un jarrón de flores, junto un revistero, a un lado del salón había una mesa grande de madera maciza para comer, adornado con un pañito de punto y encima un florero, en el otro lado una estantería lleno de libros junto a un sillón y una lamparita, parecía un rincón de lectura, y, finalmente, había una televisión de plasma colgado en la pared en frente del cheslón, y en el mismo salón, estaba la cocina, era una cocina americana, muy bonita y también era grande, no me fijé mucho en cómo era.
Nos sentamos en el sofá y entró a una habitación, al rato salió con una bata y luego entró a la cocina para hacer unos cafés, supongo que era para nosotros.
La madre de Iam era muy guapa, muy alegre y simpática, era tan alta como él, delgada, de melena rizada de color negro azabache, se parecían mucho, eran como dos gotas de agua. Apenas tendría más de cincuenta años, aparentaba más joven que mi madre. Mientras preparaba el café, comencé a preguntarle cosas de ella; me dijo que era diseñadora, una de las diseñadoras más importantes de Nueva York, tenía 49 años y le gustaba mucho la lectura y la moda, de hecho, en el salón tenía colgados varios cuadros de desfiles de moda, sin en cambio, en la estantería de libros, tenía cuadros de Iam, de ella y de su padre, cuando eran jóvenes. Me sorprendió mucho la edad de su madre, me contó que se quedó embarazada de él cuando tuvo 19 años, era hijo único, no pudo volver a tener hijos porque se quedó estéril, sin motivo.
La miré y vi que ya venía con una bandeja y tres vasos vacíos, una jarra de leche, una jarra de café, azúcar y unas pastas, madre mía, no eran ni siquiera las seis y ya había preparado el desayuno, ni siquiera tenía hambre.
- Do you want coffee alone or with milk?; me preguntó la madre pero como no la entendía, Iam me tradujo.
- Que si quieres café o café con leche.
- Café con leche; le dije y se lo dijo a su madre, ya que la madre no sabía nada de español.
Bridget, que así dijo que se llamaba, me sirvió el café con leche bien calentito y me acercó el azúcar, luego le sirvió a Iam y por último a ella.
Empezaron a hablar los dos en inglés, no entendía nada y eso me ponía muy nerviosa, alguna que otra palabra la cogía al vuelo, pero nada.
Cuando terminamos el café, se me empezó a abrir la boca del sueño que tenía, Iam me vio y decidió irnos a descansar un poco.
- Mom, we are going to sleep for a while, we are tired from traveling; le dijo Iam.
- Okay, that might rest; dijo su madre y fuimos a su habitación.
Era un poco pequeña, aunque la cama era grande, cabíamos perfectamente los dos. Abrí la maleta y me puse el pijama, era la primera vez que dormíamos juntos, que yo recordara, y aún me daba vergüenza desnudarme delante de él, él lo entendió e hizo lo mismo, se puso su pijama.
Dormimos abrazados. Al despertar, lo primero que vi fueron los rayos del sol entrando por la ventana, me di la vuelta e Iam no estaba a mi lado, cogí mi móvil para ver la hora y estaba colapsado por las llamadas de Harrison, a esas alturas tenía que estar histérico. Eran casi las nueve, cuando Iam entró en la habitación con una bandeja llena de comida.
- Madre mía, vaya desayuno, así tenían que ser todos los días; le dije incorporándome mientras la ponía a mi lado.
- Buenos días princesa, me he tomado la libertad de despertarme antes para hacerte el desayuno, como nunca nos hemos despertado juntos no sé qué te gusta, así que te he puesto un poco de todo.
- ¿Nunca? ¿Ni siquiera antes de perder la memoria?; pregunté extrañada y me sonrió.
- ¿Tú que crees?; me dijo y comencé a pensar.
- ¡Lo recuerdo! Me invitaste a dormir a tu casa en Ibiza y me quedé a dormir, no tenía intención de quedarme toda la noche pero nos quedamos dormidos y cuando llegué a casa le dije a Harrison que me había quedado en casa de Rocío a dormir, que casualmente había venido de vacaciones a Ibiza, con nosotros.
- Ufff, no sabes lo orgulloso que estoy de que poco a poco recuerdes un poco del pasado, de lo nuestro; me dijo Iam y nos besamos muy despacio, luego nos pusimos a desayunar, porque él tampoco había desayunado.
En la bandeja había de todo, desde un café con leche, hasta tostadas, mermelada, mantequilla, huevos fritos, etc. Es lo que desayunan los americanos, lo sabía por las películas.
Después de desayunar, entré en el servicio y me vestí, luego se metió Iam y nos fuimos a dar una vuelta por Nueva York.
- ¿A dónde quieres ir?; me preguntó Iam mientras caminábamos cogidos de la mano.
- A donde me lleves, a los sitios más bonitos de esta hermosa ciudad.
Tras llegar a la esquina giramos a la derecha y fuimos todo recto, hasta llegar a la Quinta Avenida, había mucha gente, tanta gente que era como estar en las rebajas, no podías avanzar ni un paso, tenías que pagarte todo el rato porque te chocabas con todas esas personas que parecían tener prisa por llegar a su destino, ¿era así siempre? ¿Había algún día que esa avenida estuviera desierta? Era como pedir al presidente de España que dimitiera, imposible. Iam me dijo que él ya estaba acostumbrado, sería raro caminar por un sitio que estuviera desierto, se sentiría desnudo sin esas personas que continuamente se chocaban con él.
En fin, tras ver la Quinta Avenida seguimos caminando y llegamos a Times Square, situada entre la 7° Avenida y Broadway, y las calles 42 y 47, es el corazón de la ciudad y del distrito teatral de Nueva York.
Abandonamos esa zona y pasamos por muchos edificios, uno de ellos, llamado Citicorp Center, medía 279 metros de altura y tenía 59 plantas, es de entre los diez rascacielos más altos de Nueva York. También me enseñó el Empire State Building, es el edificio más famoso y querido de la ciudad.
Seguimos caminando y me fue enseñando las cosas bonitas e importantes, como el Ayuntamiento, se llama City Hall.
Después de caminar unos cuantos metros, llegamos al Central Park, situada desde la calle 59 hasta la 110, y entre la Quinta Avenida y Central Park West, formando un rectángulo de vegetación, con una pequeña laguna, con patos, y a su alrededor un camino con bancos para disfrutar del paisaje.
Miramos la hora y quedaba poco para comer, así que me llevó a un restaurante.
Mientras esperábamos al camarero, Iam me cogió de la mano y se me quedó mirando, con esa mirada que me ponía nerviosa.
- ¿Te lo estás pasando bien?; me preguntó.
- Sí, me gusta mucho esta ciudad.
- Esta noche te voy a llevar a Planet Hollywood, es un café temático, donde podremos cenar tranquilamente.
- ¿Y esta tarde a dónde me vas a llevar?
- Tranquila, no seas impaciente, aún hay muchas cosas que ver, claro que en un día no da tiempo.
Al rato llegó el camarero con la carta, ese restaurante era de "comida basura", es decir, tipo McDonald's, servían hamburguesas, pizzas, perritos calientes, etc. Me apetecía mucho comer de eso, hacía años que no venía a un sitio de esos, desde que... Desde que me casé con Harrison, ¡otra cosa que recordaba!
Iam y yo pedimos unas hamburguesas dobles, con queso, lechuga y cebolla. Cuando nos la comimos pedimos la cuenta y nos fuimos a dar otra vuelta para bajar la comida.
Pasamos por una plaza monumental con una estatua en el medio que me sonaba un montón, pero no caía en ese momento quién era y me lo quedé mirando.
- Es Cristóbal Colón; me dijo Iam.
- Vaya, ¿y qué hace una estatua de él aquí?; pregunté.
- Esta plaza se llama Columbus Circle, la hicieron dedicada a Cristóbal Colón, no me preguntes por qué.
La plaza está situada en el extremo suroeste de Central Park, en la intersección de la Octava Avenida, Broadway y Central Park West.
- ¿Quieres ver la Estatua de la Libertad? De cerca es impresionante; me dijo Iam.
Me contó que la estatua es el símbolo por excelencia de América y uno de los monumentos más visitado y fotografiado del mundo.
Fuimos andando hasta la estatua, la verdad es que estaba un poco lejos, al llegar estaba cansada de andar, así que tras hacernos una foto con la estatua, nos sentamos en un banco de cara al mar, era un paisaje precioso.
En ese momento le pregunté si había algún mirador, me gustaría ver la ciudad entera, me contó que había muchos miradores famosos, pero me llevaría a uno que me haría mucha ilusión ir.
- ¿Por qué dices eso?; le pregunté.
- Cuando lo veas sabrás porqué.
- No me gustan los misterios.
- Pero será un misterio que merece la pena.
Nos levantamos del banco y, como seguía estando un poco cansada de andar, nos paramos en un kiosco de helados y me compró uno, un cono de turrón.
Cuando llegamos, vi que era un edificio grande, con un cartel luminoso, en el que ponía: "Top of the rock".
- No me gusta el rock; le dije.
- No es nada de música, así es como se llama el edificio.
Pasamos dentro y recorrimos un pasillo, llegamos a unas escaleras y subimos el primer piso, comencé a tener frío y me puso su chaqueta de cuero, cuando subimos las escaleras me quedé alucinada, con la boca abierta, entendí por qué comencé a tener frío, era una pista de hielo, la gente patinaba por diversión.
- Sabía que te iba a gustar...
- Es precioso el patinaje, ¿por qué sabías que me iba a gustar?
- Princesa, te conozco, además me contaste cuando nos conocimos que tu patinabas sobre hielo, pero lo dejaste hace años, ¿recuerdas?
- No, no lo recuerdo, no sé patinar; dije triste.
- Sí sabes, pero no te acuerdas, aún tienes pérdidas en la memoria por la caída...
- Hablando de la caída, antes de quedarme dormida en el avión, pensaba en el momento en que Harrison me tiró por las escaleras, y hay algo que no me encaja.
- ¿El qué?
- Me dijiste que en el momento que nos pilló estábamos en la playa y yo estuve ingresada en el hospital de Madrid, y Madrid no tiene playa.
- Eso, princesa, me lo dijiste tú en casa de Rocío cuando recordaste el momento, estabas obsesionada con la playa, porque de siempre te encanta el mar, y pensaste que era la playa, pero no era una playa, era una playa artificial; me explicó, ahora me encajaban las cosas.
- En cuanto al patinaje... Espero recordarlo pronto, porque me muero por volver a patinar.
- Podemos intentarlo.
- Tengo miedo.
- Ven, confía en mí.
Iam me cogió de la mano y fuimos a la taquilla para alquilar unos patines, me ayudó a ponérmelos y me acompañó a la pista, como él no sabía se quedó detrás de la valla, sin soltarme de la mano.
- Deslízate, muévete, intenta recordar.
Cuando me dijo eso, me soltó e intenté no perder el equilibrio, cerré los ojos y comencé a moverme lentamente, al principio por poco me caía, no me atrevía a moverme mucho, pero de repente, como si alguien me moviera, comencé a patinar suavemente, sin perder el equilibrio, abrí los ojos y recordé, recordé que sabía patinar, miré a lo lejos a Iam y me estaba animando.
Patine durante un rato hasta que volví con él y me puse mis zapatos.
Ya se hacía de noche y quería que subiera al segundo piso, era un mirador con unas panorámicas de 360°, miré la ciudad de noche, iluminada, precioso, no tenía palabras para describirlo.
Al salir de allí, nos fuimos a cenar a Planet Hollywood donde me dijo y, antes de ir a su casa a dormir, pidió un taxi y me llevó hasta el puente más famoso de Nueva York, Brooklyn Bridge, cruza el East River, es todo un símbolo de la ciudad, une los distritos de Manhattan y Brooklyn.
Cuando llegamos, bajamos para verlo y nos besamos dulcemente, era tan feliz que no quería que se acabara ese día, realmente me di cuenta de que estaba enamorado de él.
Cogimos otro taxi y fuimos a un hotel, no quería molestar a su madre. Iam cogió una habitación y subimos en el ascensor sin dejar de besarnos, cuando Iam abrió la puerta y pasamos dentro, me tumbó en la cama y me dejé llevar, ya que estaba preparada para llegar a más con él, quería algo más que besos y abrazos, quería ser la de antes...
Empezó a besarme el cuello muy despacio, noté como mariposillas en el estómago y sentí como mi piel se erizaba según iba bajando, abandonó el cuello y puso rumbo a mi escote, me quitó la blusa, me bajó una copa del sujetador y me chupó el pezón, sin poder evitarlo tuve un orgasmo, cerré los ojos y me concentré en lo que me hacía. Tras alejarse del pezón se fue al otro, hizo lo mismo tirándome suavemente con los dientes, luego bajó hasta el ombligo y me bajó los pantalones, me metió un dedo en las braguitas y me acarició el clítoris, estaba mojada, muy mojada, y me introdujo un dedo dentro de mí, produciéndome otro orgasmo, luego me metió dos y me las bajó muy despacio, lo hacía todo tan despacio que me ponía cada vez más.
Sentí su respiración cerca de mi sexo, hasta que noté como me acariciaba con su lengua de arriba abajo, madre mía, iba a explotar, me estaba torturando lentamente, hasta que, por fin, se quitó la ropa y me penetró despacio, ¿por qué me torturaba de esa manera haciéndolo todo muy despacio? Cuando lo sentí dentro de mí, comenzó a moverse cada vez más deprisa. Estuvimos haciendo la postura del misionero un rato, luego nos cambiamos, haciendo la postura del perrito, esa postura me ponía más ya que alcance el máximo placer, y para finalizar, siempre poniéndose un condón antes, lo hicimos yo encima de él.
Al terminar nos abrazamos y nos quedamos dormidos.
A la mañana siguiente desperté con una sonrisa en la cara, estaba muy feliz, pero de repente, y por milésima vez, me sonó el móvil, era un WhatsApp, y no era de Rocío, cuando vi quién era y que ponía... Mi sonrisa desapareció, empecé a temblar, un escalofrío me recorrió todo el cuerpo, y volví a leer lo que Harrison me escribió:
> ~ Sé dónde estás y voy a por ti. √√
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La inocencia de tus ojos
Romantizm¿Qué pasaría si un día te despiertas y no sabes quién eres? ¿Qué pasaría si no sabes dónde te encuentras? ¿Qué pasaría si no tienes ningún recuerdo tuyo? Nuestra protagonista de esta historia pasará por eso y se enfrentará a su nueva vida, en la que...