El corazón empezaba a latirme a mil por hora, cuando vi aquella escena, no los vi besarse, pero sí vi como coqueteaba con esa mujer, de mini falda y escote pronunciado.
- ¿Qué haces a estas horas aquí y con esta mujer?; pregunté sin rodeos.
- Es... Es una amiga; me dijo mi padre.
- ¿Una amiga? Es una prostituta.
- Esto puede llevar a error, no es lo que parece...
- Ya, ¿y qué es lo que parece?
- Leire este no es un buen sitio para hablar, si quieres hablamos en otro sitio.
- No, porque de aquí voy a ir a casa de mamá a contarle todo, así que ya puedes empezar a hablar, o se lo cuentas tú o se lo cuento yo; dije enfadada.
- No le vas a contar nada, no te metas en mi vida privada; dijo mi padre y noté como una lágrima me recorría la mejilla izquierda.
- Creo que ya que estamos aquí los tres deberías de decirle la verdad, decirle quien es su madre realmente; le dijo la prostituta.
- Tú mejor cállate; le dije a la prostituta.
- ¡Oye no te consiento que le hables así a tu...!; dijo mi padre y mi expresión cambió cuando no terminó la frase.
- ¿A tu quién? ¿Quién es esta mujer papá? ¡Dímelo!; le grité a punto de romperme a llorar.
- Ella es tu madre, tu madre biológica; dijo al fin y la prostituta intentó acercarse a mí pero me alejé dando un paso atrás.
- Tú ni te me acerques; le dije a la prostituta.
- No se lo cuentes a tu madre, ya se lo contaré yo cuando vea el momento, por favor.
- Te doy tres días, tres días para que se lo cuentes, si no, me planto en casa y se lo cuento todo, aunque no me hable, querrá escucharme.
Me di la media vuelta para irme pero me paré en seco, quería preguntarle qué estaba haciendo con ella, me dijo que la prostituta lo llamó en cuanto ella me vio esta mañana y me dijo lo que me dijo, y quedaron esta noche para hablar de lo que harían, por lo visto, mi padre ya no era feliz con mi madre, por eso le engaña con esa mujer, de la que se había enamorado, y lo dejaron en cuanto se quedó embarazada, pero volvieron a verse en secreto. A mi madre la engañó diciéndole que yo era adoptada, nunca supo la verdad.
Me di otra vez la media vuelta a punto de llorar y me fui con Iam a su casa, estaba deseando de llegar para acostarme y descansar, quería que llegara el día siguiente para hablar con Rocío.
A la mañana siguiente, a primera hora, llamé a Rocío por teléfono, le conté un resumen de lo que vi y quería que viniera a casa para hablar.
No tardó mucho en venir, puesto que no estaba en Guadalajara, si no en casa de nuestros padres.
- Cuéntame todo con detalle; me dijo Rocío nada más entrar y se sentó en el sofá.
Empecé a contarle todo, estábamos las dos solas, Iam había salido a hacer la compra a Hipercor.
Mientras le contaba todo, recordábamos como desde muy pequeñas ya sospechábamos de las salidas de mi padre, pero nunca habíamos hablado de ello en profundidad, pensábamos que salía a trabajar.
Cuando terminé de contárselo, se quedó flipando, luego me abrazó con ternura.
- ¿Qué vamos hacer? No podemos callarnos esto; le pregunté.
- No, ¿qué vas a hacer tú?; me preguntó Rocío.
- Yo no tengo por qué hablar con esa señora, no es mi madre.
- Entiendo que no quieras saber nada de ella, pero si yo no tuviera dinero para criar a mi hija se la daría a su padre, contigo hubieras muerto.
- ¿Tú le darías una segunda oportunidad?
- Yo siempre confío en las segundas oportunidades, ¿responde eso a tu pregunta?
- Bueno, hablaré con ella, pero no voy a darle esperanzas.
- ¿Y con mamá que vas hacer?
- Si papá no le cuenta nada en el margen que le he dado, iré a hablar con ella por milésima vez, espero que esto no empeore las cosas.
- Sabes que me vas a tener aquí siempre para lo bueno y para lo malo, aunque no seamos hermanas de la misma madre.
- Gracias.
Al decirle eso nos dimos un abrazo muy fuerte y se fue a casa. No tenía mucho que hacer, así que cogí la correa y se la puse al perro, y lo saqué a dar una vuelta por los alrededores, siempre lo hacía, no me parecía bien que estuviera encerrado todo el día.
Cerca de la casa de Iam, había un parque grande, siempre solía estar lleno de niños y se niñas, pero a esas horas estarían en el colegio, era el momento perfecto para jugar con mi perro, le tiré su pelota favorita e iba tras ella, y venía corriendo hacia a mí para dármela, y se la volvía a tirar. Siempre llevaba conmigo una botella de agua fresca con un recipiente para que bebiera el perro, de tantas carreras acababa cansado y sediento. Cuando se tumbó en la hierba para descansar, me senté en uno de los columpios para columpiarme, hasta que volvimos a casa.
Al llegar, vi a Iam en el salón, ya había comprado la comida. Me senté a su lado y tras darnos un beso, me abrazó.
- ¿Qué tal estás princesa?; me preguntó.
- Bien, normal; le dije seria.
- ¿Sigues pensando en lo de tu padre?
- No puedo evitarlo, no entiendo lo de la mujer, si yo fuera infiel con un hombre casado, cuando mi propio padre engaña a mi madre, no es algo que yo podría perdonar, no podría mirarme a mí misma por la mañana si hiciera eso, no me atraería un hombre que engaña a su esposa.
- Tampoco sabes si esa mujer sabía si estaba casado.
- Por favor... Pues claro que lo sabía, no sé cómo no se le cae la cara de vergüenza, yo no podría compartir a un hombre que amo con otra mujer.
- Queda con ella y que te dé una explicación.
- Me lo pensaré, no hay prisa.
La mañana paso despacio hasta que nos pusimos a hacer la comida, hice unas buenas lentejas.
Después de comer nos echamos la siesta y sobre las cinco más o menos, subimos en el coche de Iam con el perro y nos fuimos al centro, queríamos dar una vuelta, y de paso, acercarnos a donde nos encontramos a la prostituta y hablar con ella.
Eran cerca de las seis cuando estábamos en una de esas calles y la vimos en una esquina, estaba a punto de subirse en un coche para hacerle un trabajo fino a un hombre pero la paré.
- ¿Podemos hablar un momento?; le pregunté.
- ¿Puedes esperar un momento? Es que tengo un cliente.
- Si de verdad te importo, creo que este amable hombre podrá esperar.
- No me importa; dijo el hombre.
- Es que Charly nos vigila y si no hacemos nuestro trabajo nos echa la bronca.
- Hombre no veo una buena manera de recuperarme, si ésta es la manera no lo estás consiguiendo mucho; le dije y tras pensárselo fuimos a un sitio más discreto.
- Dime hija.
- Ni me digas hija, no me siento muy cómoda oyendo esa palabra de ti.
- Lo siento, Leire.
- Eso está bien, verás, el motivo de que quiera hablar contigo es que me cuentes sobre mí y sobre cómo conociste a mi padre, ¿sabías que estaba casado? ¿Sabías que estabas destrozando un matrimonio?
- De destrozar nada, yo no sabía que estaba casado, él se acercó por primera vez a mí y me pidió un servicio, no es nuestra política el preguntar sobre su vida, nosotras nos dedicamos a lo que dedicamos, a partir de entonces acudía a nuestro club y siempre que estaba yo quería pedirme a mí el servicio, sino a otra, y en una de las veces que estábamos ocupados, le vi el anillo de casado, nunca antes me había dado cuenta, y le pregunté, y parece que le costó decírmelo, porque en vez de decirme que tenía mujer y una hija, no me especificó, me dijo que tenía a otra mujer, pero no dijo más y yo no quería insistirle.
- ¿Y cuándo te enteraste que estaba casado?; pregunté.
- Cuando me dejó embarazada, nos enamoramos y cuando me lo confesó fui yo la que decidí no verle más, pero le pedí que se quedara contigo, yo no podía mantenerte, espero que algún día me perdones; dijo triste.
- Le he estado dando muchas vueltas a esto y no sé si haré bien con esta decisión que he tomado, pero me gustaría darte una oportunidad, conocerte mejor y sentir que tengo una madre de verdad.
- ¿Es que con tu madre no has sentido eso?; me dijo preocupada.
- No me ha dado todo el cariño que quisiera.
- Vaya.
- ¿Y bien? ¿Qué dices?
- Me parece genial, he estado contando los días para que llegara este momento; me dijo sonriente.
- Pero quiero que a cambio hagas algo.
- Lo que quieras.
- Quiero que dejes esta profesión y te busques un trabajo de verdad.
- No puedo dejar esto, ¿tú sabes el dinero que ganó?
- Me lo puedo imaginar, pero estoy segura de que puedes dedicarte a algo mejor que esto, te mereces mucho más, éste no es un buen trabajo para ti.
- ¿Y a qué me dedico? Tengo 48 años y a mi edad es difícil encontrar trabajo, y encima con la crisis que hay.
- Yo te ayudaré, pero déjalo, hazlo por mí.
Se quedó callada un rato, hasta que al final aceptó mi propuesta y se acercó al chico del coche para pedirle disculpas por la tardanza y por no ofrecerle el servicio, marchó sin más.
Después, la acompañamos hasta su casa, quería invitarnos a entrar y ahí sería un buen sitio para hablar tranquilamente.
Nos contaba que vivía en un cuchitril de 32 m², tenía un salón con un sofá y una televisión pequeña, una habitación enana que sólo entraba una cama y el armario, un baño con lo imprescindible, váter, lavabo y plato de ducha, en el que cabía una persona escasa y la cocina con un frigorífico, un gas de butano para cocinar y una mesa pequeña para comer, y encima estaba de alquiler, en el fondo me daba pena.
Cuando llegamos, la fachada de la casa era vieja, daban ganas de no entrar porque parecía que se iba a derrumbar de un momento a otro, pero cuando entramos, parecía lo contrario, todo estaba limpio, ordenado y bien cuidado. A pesar de lo pequeña que era, era muy acogedora, aunque ya me empezaba a agobiar un poco porque tanto en la habitación, como en la cocina o el baño sólo cabía una persona.
Nos sentamos en el sofá y nos sirvió un poco de café de sobre Nescafé, pues no tenía cafetera.
- ¿Y cómo con el dinero que ganas no te has ido a vivir a otro sitio?; le pregunté por curiosidad.
- Pago un alquiler de 500€, a parte tengo que pagar la luz y el agua; me explico Marina, que así se llamaba.
- Tengo entendido que el alquiler viene incluido los gastos de la casa.
- Que va, la casera es un poco hija de puta.
- ¿Entonces qué es lo que paga ella? Porque por esta casa cobrarte ese dineral me parece muy fuerte.
- Princesa, por alquilar una casa en pleno centro de Madrid ya te cuesta 800€ y 900€, y está casa no está en perfectas condiciones; me dijo Iam.
- Ya pero el alquiler siempre va incluido los gastos de la casa.
- Aunque fuera así, me da igual porque ha sido la única casa que encontré, por lo que me dedico no me dejaban alquilar ninguna casa y esta mujer me dejó a cambio de pagarle esa cantidad.
- ¿O sea que por ser una prostituta se aprovecha de ti? Bueno, bueno, esta mujer ha pensado que como ganas dinero te puede sacar todo lo que ella quiera y más, y la comida te la pagas a parte claro; le dije enfadada.
La verdad es que no sé porque me puse así, si porque era mi madre o porque odiaba que la gente no respetara las profesiones de cada uno aunque fuera una mierda, yo pienso que la igualdad es para todos y no porque trabajes en una cosa que no lo veas bien tengas que tratarla de diferente manera o inferior.
- Tranquila princesa; me dijo Iam calmándome.
- Es que me indignan estas cosas; le dije y miré a Marina.
- Ahora que he dejado el trabajo por ti, no sé a lo que dedicarme, llevo toda mi vida a esto por la puñetera crisis; dijo Marina.
- ¿A qué edad empezaste?
- Bien jovencita, a los 19, pero bueno, no quiero hablarte más de mí, me gustaría saber cosas de ti, qué has hecho durante todos estos años.
Empecé a contarle que me acababa de divorciar y que Iam era mi nuevo novio, le conté mi vida con Harrison y que acabé en coma en el hospital, luego le conté mi infancia y los problemas con mi madre, la otra. Cada vez que le contaba una cosa siempre me daba su opinión, lo que más me estaba gustando de ella era que me escuchaba, era lo que necesitaba de mi madre y nunca me dio, en cambio Marina, me escuchaba de verdad y se preocupaba, eso hizo que mi corazón tuviera un hueco para ella, y no pude evitar abrazarla, ella también me abrazó y comenzó a llorar.
Luego le comenté que a primeros de julio nos iríamos a vivir a Ibiza Iam y yo, eso le encogió el corazón.
- No podría soportar que te alejaras de mí otra vez, he dejado el trabajo y no quiero estar sola en Madrid; me dijo Marina y miré a Iam.
- Puedes venirte con nosotros, la casa es grande y te puedes quedar unos días hasta que encuentres algo; le dijo Iam.
- ¿En serio? No quiero ser una carga.
- No eres ninguna carga, me encantaría que te vinieras y recuperemos el tiempo perdido; le dijo y se alegró.
- Hasta puedes dejar esta casa; dijo Iam.
- Eres un tesoro, los dos lo sois; me dijo Marina.
Miramos la hora y ya era tarde, teníamos que irnos, nos despedimos de ella y fuimos a casa de Iam. Por el camino le contaba que estaba contenta de recuperar a mi verdadera madre. Cuando llegamos nos pusimos a cenar y después vimos una película, Titanic, era el día del aniversario en que pasó la tragedia del Titanic y pusieron la película en su honor.
Cuando acabó nos fuimos a dormir.
A la mañana siguiente mientras desayunábamos, llamaron a la puerta, y en pijama todavía, abrí la puerta y me quedé sorprendida, era mi madre, pero no era Marina, sino la otra, Almudena.
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La inocencia de tus ojos
Romance¿Qué pasaría si un día te despiertas y no sabes quién eres? ¿Qué pasaría si no sabes dónde te encuentras? ¿Qué pasaría si no tienes ningún recuerdo tuyo? Nuestra protagonista de esta historia pasará por eso y se enfrentará a su nueva vida, en la que...