Capítulo XI

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Rick
-¿No es esto una mejor sorpresa? -preguntó Riley.

La pintura blanca que habíamos usado sobre la azul brillaba en la oscuridad, es decir, siendo de noche y teniendo las luces apagadas, veíamos el brillo de montones de puntitos, como si fuesen estrellas formando constelaciones, nuestras propias constelaciones...

-Este es nuestro pequeño infinito -continuó diciendo la chica- a fin de cuentas, ¿el espacio no es infinito?

Era interesante escuchar a Riley ponerse filosofica...

-Suenas incluso inteligente -le dije irónicamente a la chica.

-Suenas incluso más idiota de lo que eres -respondió Riley riéndose.

-Ya no eres la Riley borde de antes -comencé a decir en tono dramático- ¡Tu borderia esta mezclada ahora con cariño! ¡Socorro! ¡Es el fin del mundo!

-Cállate idiota -dijo la preciosa chica y me dió un beso. Suave, pero intenso, dulce y demasiado corto para lo que hubiese querido disfrutar de esos labios, esos labios que me moría por volver a probar, o de probar para siempre.

-Deberíamos dormirnos ya, ¿no? -dije yo- es tarde y mañana hay clase.

-Claro -dijo Riley dirigiendose a su cama, a lo que la agarré de la muñeca para detenerla y voltearla hasta tenerla frente a mi. Sus ojos relucían...

-Que halla dicho que debemos dormir no significa que me refiriese a dormir separados...

Nos metimos los dos en mi cama, pegados el uno al otro, mientras nos quedábamos dormidos lentamente, oyendo los latidos del otro, sintiendo la respiración...

Riley entró al instituto asida a mi brazo, pero en cuanto vio a Amy se soltó y corrió hacia ella, la entiendo perfectamente, llevan sin verse meses y tenían mucho que contarse... Amy tenía que contar más de lo que Riley esperaba, aunque no se si lo haría tan pronto. Fui a clase y me senté junto a Caleb, Sam me dirigió su típica mirada de cabreo mezclada con tristeza y odio, Lena sin embargo me sonrió y como cada mañana, me saludó con la mano. En momentos así es cuando aprendías como era la gente en realidad, vale, quizá yo no tenía porque haber roto con Sam, pero al menos podríamos haber sido amigos, sin embargo, ella ha preferido odiarme. Pero ese es su problema.

-¿Le has pedido una cita? -le pregunté a mi amigo refiriéndome a Hunter, como ayer me pidió su número...

-¿A quien? -preguntó algo atontado Caleb.

-¡¿A cuantos chicos pretendias pedirles una cita?!

-A Hunter... Tranqui, te estaba vacilando. Claro, vamos a ir esta tarde al cine o ese es mi plan al menos.

-Nada sale como lo planeas. Siempre tienes esa mala suerte -dije riéndome.

-Más me vale no cagarla esta tarde, es mi primera cita... -el chico me miró a los ojos- ¡Estoy nervioso!

-Tranquilo, seguro que todo va como la seda, quizá tu no seas el Doctor del Amor, pero apuesto lo que quieras a que Hunter no es tan torpe como tú.

-¿Insinuas que soy torpe?

-No lo insinuo... ¡Lo digo a gritos!

-Vale, Rick, lo pillo sabes, no me desmoralices más todavía.

-Tranqui -dije dándole una palmadita en la espalda.

Caleb se veía claramente nervioso, movía su pierna izquierda intranquilamente, produciendo de vez en cuando un fastidioso sonido causado por la suela de sus zapatos. Le eché un vistazo a Hunter, estaba sentado con Riley, mordía un tapón de un boli y de vez en cuando golpeaba la mesa con los nudillos. Harían una pareja de nerviosos perfecta. Ahora hablando en serio, tenía claro que harían una pareja perfecta o quizá era sólo que yo esperaba que la hicieran.

-¿A donde vas? -le pregunté a mi amigo al salir de clase- tenemos entrenamiento.

-Ya he hablado con el entrenador, hoy te tendrás que encargar sin mi.

-Pero hay que elegir a un nuevo miembro para el equipo...

-Tranquilo Rick, podrás arreglartelas sólo -dijo Caleb sonriendo y acto seguido se fue.

Me dirigí al campo, los chicos estaban entrenando. Diez chicos y de esos diez, debía elegir sólo uno. Había chicos muy corpulentos y lentos, otros muy pequeños y rápidos, chicos más torpes y otros más diestros. Un chico que no paraba de embestir a todos, y otro chico bastante más pequeño que se asustaba de todos aquellos que se le acercaban. Otro que era incapaz de recibir ni un solo pase correctamente, y no podía faltar el típico chico rellenito que cada dos metros estaba exhausto... Si le encontraba quejas a todos los jugadores, sería más fácil elegir a sólo uno de ellos, a fin de cuentas, sólo uno de ellos me parecía lo suficiente bueno. Terminaron el partido y se pusieron todos juntos, se quitaron los cascos y me coloqué delante del chico. Llevaba unos zapatos dorados a juego con la equitación dorada y blanca, la cual era la segunda equipacion, casi nunca la usábamos y él era el único que la llevaba, lo cual le hacía destacar aún más. Tenía el pelo castaño revuelto y una ligera sonrisa, quizá de satisfacción porque era obvio que era el mejor y que le pretendía elegir, sus ojos celestes me miraban fijamente, con una mirada fría y quizá incluso amenazante.

-¿Cómo te llamas? -le pregunté al chico.

-Toby Cavanaugh.

-Muy bien Toby... Yo seré tu capitán, Rick. Y ahora -dije dirigiéndome esta vez a todos- no os desanimeis, ya lo conseguireis la próxima vez. Si tenéis alguna pregunta o algo, podéis hablar con el entrenador.

Una vez acabé de decir esas palabras, salí de allí casi corriendo. Debería volver a casa sin dar ninguna vuelta, pero preferí despejarme, así que estuve cerca de cuarenta minutos caminando, hasta que vi a Riley y Amy agachadas detrás de una fuente mirando lo que hubiese al otro lado, no le pretendía dar importancia, hasta que me di cuenta de que lo que miraban era a Hunter y Caleb, estaban sentados en la fuente y Hunter se encontraba recostado sobre Caleb.

-Hola chicas -dije mientras les colocaba una mano en el hombro a cada una y ellas gritaron instantáneamente- ahora, vámonos. No está bien que les estéis espiando.

Riley me besó, y a continuación agarró a Amy del brazo.

-Nosotras nos vamos al centro comercial -dijo Riley riendo.

Yo volví a casa, me tumbé sobre la cama y cogí una de las cosas de Riley, su libro favorito, Bajo la Misma Estrella, sonaba interesante...

La Chica De La Cama De Al LadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora