Capítulo 1

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Cuando el encargado de la tienda me apuntó con un arma queriendo defenderse, sentí que la sangre abandonó mi cuerpo. Me paralicé. En cuestión de segundos, el ruido de las sirenas llenó mis oídos y en un abrir y cerrar de ojos me vi sometido para ser esposado. Los policías me hablaban, pero no lograba entender ni una sola palabra.
El viaje a la estación fue como un sueño. No me di cuenta de que sucedía hasta que me encontré sentado frente a una mesa, con un hombre mayor al otro lado con poco cabello cubriendo su gran cabeza, mirándome desaprobadoramente.

-¿Nombre? –Pedía él.

-DongHae; Lee DongHae.- Susurré, apartando la mirada de la de él, enfocándola en mis manos esposadas mientras el hombre escribía en una computadora.

-¿Fecha de Nacimiento?

-Octubre quince, mil novecientos noventa y siete.

El hombre se quedó en silencio. Levanté la vista y me encontré con su mirada fija y sorprendida.

-Sólo has sido mayor de edad por tres días.-Me ruboricé y asentí.- ¿Por qué estás aquí?- Sus ojos ahora me veían con... lástima. -¿Puedes relatarme lo que sucedió? –Pidió esta vez, con una voz demasiado suave.

¿Podía en realidad decirle lo que había pasado?
Suspiré.
Esta no era la primera vez que sucedía algo como esto. ¿Entendería por qué lo había hecho si se lo contaba?

-Intentaba...robar una cajetilla de cigarros.- Hablé manteniendo un tono de voz bajo.

-No es la primera vez que lo haces, ¿verdad, hijo? – Tan pronto como el hombre dijo aquella palabra, me estremecí. Sonaba como cuando él lo decía. Aparté nuevamente la mirada, enfocándola en la punta de mis converse sucios y gastados. –Aquí tengo tu expediente.- Escuché algunos clics y el arrastres del mouse, unos cuantos golpes de teclas y luego silencio. – Es la quinta vez que te atrapan robando alcohol y tabaco de ocho veces que has robado en tiendas de conveniencia, y la segunda vez que es encontrada entre tus pertenencias un arma que según el dueño, intentaste usar en su contra; tus exámenes médicos no muestran daños por el humo de tabaco, alcohol o drogas. ¿Entonces, me dirás qué está pasando? – Levantó un poco la voz con la última pregunta e inmediatamente levanté la vista hacia él. Un repentino miedo de que fuera a golpearme me asaltó tras escuchar que usaba un duro tono hacia mí.


Él no es papá. Él no te golpeará.

Intenté tranquilizarme inhalando profundamente en el proceso. No podía decirle a aquel hombre, que había sido mi padre quien me había ordenado robar la cajetilla y el alcohol. Porque si él se enteraba de ello, me golpearía. O quizá me mataría.

Tenía miedo. Habían sido muchas las veces que habíamos intentado -mi madre, mi hermano y yo-escapar de él, pero nunca lo habíamos logrado. De alguna u otra forma, siempre nos encontraba, y el castigo que recibíamos por nuestro "atrevimiento" era siempre peor que el anterior.

-¿Hijo? –Escuché la voz exasperada del hombre.

-Yo... yo...- Piensa en algo –Lo robé jugando... ahhh- ¿Jugando, en verdad fue lo mejor que se te ocurrió? - Era para... para... demostrar a mis amigos que podía hacerlo.
El hombre entrecerró los ojos y se movió hacia adelante en su asiento.- ¿Un juego? Entonces, ¿de donde sacaste el arma? Ni siquiera tenía munición.
mierda. Ni él se lo había tragado.

-Nunca la ha tenido. La usé para asustar al dependiente, pero solo eso. Nunca la he querido usar con otro fin.- Balbuceé.
El hombre se reacomodó y suspiró cansado.
-Aún puedes decirme la verdad, DongHae...
-Es la verdad. –Interrumpí y rehuí la mirada de la suya fija.
Él chasqueó la lengua con molestia. -Bien. Pues entonces ese jueguito de niños te va a costar un tiempo en la cárcel, lo sabes, ¿verdad? Ahora que tienes dieciocho, ya no puedes sólo ser enviado a casa con un par de reprimendas y servicio comunitario. Ahora tienes que enfrentarte a las consecuencias de tus actos.
Asentí.
-Tendrás que esperar a la resolución del juez. Esperemos que sea benevolente, porque aunque no lo quieras decir, sé que hay algo mal contigo.

Entre Rejas [EunHae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora