Capítulo 3

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DONGHAE

-¡Suéltame! –Rogaba una y otra vez, pero aquella manaza no me dejaba ir. Poco a poco me sentía desfallecer en medio del agua fría mientras un cuerpo se movía pegado al mío, partiéndome dolorosamente por la mitad.
-¡Suéltame!-Volví a pedir, pero no había voz que saliera a través de mis labios; aquel cuerpo lo sabía y sólo se reía de mí.
Quería que me dejara, pero sabía que eso nunca iba a pasar.
-¡Suéltale!- Escuché a lo lejos y aquel asqueroso cuerpo, aquella risa malvada y aquel dolor que sentía en todo mi cuerpo se desvanecieron; aquel que me lastimaba se había apartado. Vinieron luego los golpes, y lo supe cuando escuché y reconocí el sonido de un puño impactándose con una mandíbula. Mis ojos luchaban por abrirse una y otra vez, pero poco era lo que lograba hacer cuando se mantenían abiertos apenas por algunos segundos y la conciencia iba y venía. Lo único que pude ver durante esos momentos fue una silueta y supe bien que no era la del hombre repugnante. Había alguien más. Lo sabía porque cuando los golpes y gruñidos cesaron, aquella silueta me sostuvo con suavidad y mientras lo hacía, podía sentir sus ojos fijos en mí a cada momento. Me pregunté si debería preocuparme también por esta nueva persona, pero la verdad estaba tan cansado que me simplemente me dejé llevar. Aquel letargo fue interrumpido entonces, cuando aquel desconocido dijo con voz suave y baja un –"Ahora yo te protegeré".

Desperté entonces.
Respiraba agitado sentado en la cama, pero no por el miedo si no por la forma en la que mi corazón latía después de que aquellas palabras bailaran dentro de mi cabeza.
"Ahora yo te protegeré".
Apreté los ojos con fuerza. Acababa de despertar de un sueño recurrente, uno que había estado teniendo desde que había sido atacado por Baek hacía una semana. Ese sueño volvía una y otra vez cada que cerraba los ojos y era desesperante. No había descansado lo suficiente y aún seguía dolorido y cansado; y qué decir del cansancio mental que me representaba el hecho de haber sido violado.
Me estremecí mientras me cubría con la sábana hasta la barbilla. Claramente aquella voz que escuchaba era la de un hombre desconocido e irreal porque, ¿quién querría protegerme a mí?
Era imposible. Nadie había y por supuesto, nadie intentaría hacerlo nunca, ni siquiera mi propia familia. Chasqueé la lengua con molestia. ¿Acaso ahora hasta yo sentía lastima de mí mismo?, ¿acaso estaba tan necesitado?

Bufé.
Salí de la cama con mucho cuidado tratando de que mi espalda baja no me molestara por el dolor, aunque prefería esa molestia a tener que seguir pensando. Me coloqué un par de sandalias que estaban al pie de la cama y salí de mi cubículo. No quería estar solo. Caminé hasta que llegué al cubículo donde Chin se encontraba leyendo una revista que se notaba, era un poco vieja debido a las pastas arrugadas. Me hice notar, sentándome en la esquina de su cama.
Chin levantó la mirada de lo que estaba leyendo y saltó en su lugar como si hubiera visto un fantasma.
-Hae, ¿cómo te encuentras?- Preguntó con preocupación. Le sonreí. En una semana aquel chico se había transformado en un buen amigo, que me había aceptado y acogido dentro de su grupo de amigos; además se preocupaba demasiado por mí. Había estado asustado después de que se enteraron de la violación y me había confesado que había estado apenado por no haberme advertido de los peligros de salir en la noche a tomar un baño. No lo culpaba. Me hubiese advertido o no, yo era demasiado cabezota como para hacer, a fin de cuentas lo que me daba la gana.
-He estado mejor.- Respondí tratando de sonar chistoso, pero su rostro se arrugó mostrando aún más preocupación.
-¿Necesitas algo? ¿Te sientes mal? ¿Quieres que te lleve a la enfermería?
Dejé salir una risita. Me sentí como si fuera un chico de escuela recibiendo la atención de un pretendiente, aunque no viera a Chin de esa forma.
-No. Estoy bien. Simplemente no quería estar solo. Puedes seguir leyendo, no te molestaré, solo... solo me quedaré aquí sentado.
Chin me miró con seriedad y asintió.
-Tampoco quiero leer. Hablemos de algo, lo que sea.- Asentí. Pensé en algo que pudiera preguntarle y estaba a punto de hacerlo cuando Yeong-Ja, uno de los compañeros y amigos de Chin gritó desde el pasillo.
-¡Chicos, chicos!
Yeong-Ja entró casi corriendo al cubículo deteniéndose en seco cuando me vio sentado en la cama de Chin. Supe por su mirada fija, que lo que fuera que iba a contar se relacionaba conmigo.
- ¿Qué pasa?- Preguntó Chin mirándole.
Yeong-Ja me vio de nuevo, dudando si hablar o no.
-¿Quieres que me vaya?-Le pregunté haciendo amago de levantarme.
Yeong-Ja miró a Chin y pareció esperar algún tipo de respuesta de él. Chin habló en cambio. –Lo que sea que tengas que decir, tarde o temprano lo va a escuchar él mismo, así que es mejor que lo digas ahora.
Por el tono de sus palabras, supe que Chin asumía que las noticias tampoco eran nada bueno.
Yeong-Ja me miró una última vez antes de tomar un aliento profundo y comenzar a hablar.
-Le han sacado. Ya no está en aislamiento.
Sentí como si un puño imaginario impactara contra mi pecho. Todo se detuvo a mí alrededor y lo único que pude pensar fue en que como me lo topara, las cosas se iban a poner feas... y eso me daba miedo. No quería volver a pasar por nada parecido o remotamente igual a lo que había pasado una semana atrás. Antes prefería morir.
Comencé a temblar con angustia.
"Ahora yo te protegeré" –El eco de aquellas palabras se hicieron presentes en mi cabeza y deseé que no fuera un sueño, que por primera vez en la vida a alguien le preocupara y me ayudara. Recordé la calidez de aquel abrazo que me transportaba en mis sueños y la suavidad de la voz que me había prometido cuidar de mí.
-Tendrás que buscar quien te proteja- La voz de Chin se abrió paso a través de mis pensamientos y volví de pronto al cubículo, a su cama donde me encontraba sentado siendo observado por dos pares de ojos que no se perdían ningún de mis reacciones.
Miré a Chin.
-Tengo miedo.- No pretendí sonar como un cobarde, pero esa era la verdad.
-Lo sé. Y siento no ser yo quien pueda protegerte.- Chin se acercó hasta sentarse a mi lado y pasar un brazo sobre mis hombros.- Pero prometo que te ayudaré a encontrar quién pueda hacerlo. Baek no se atreverá a molestarte cuando vea que tienes un "patrocinador". – Patrocinador. Aquella palabra era la correcta para usar. Dejaría que ese patrocinador me usara como quisiera y a cambio me vería provisto de la seguridad que necesitaba. No me gustaba la idea pero siempre y cuando pudiera mantenerme lejos de Baek, la consideraría; prefería tener la satisfacción de que yo habría escogido la persona que me usara a dejar que usaran mi cuerpo sin mi consentimiento. Temblé con el crudo pensamiento de volver a sentir aquel cuerpo en contra del mío y sin pensarlo demasiado tomé una decisión.
-Dime qué es lo que tengo que hacer.-

Entre Rejas [EunHae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora