22. No me importa la distancia.

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Saludé con un abrazo a Irene y le di dos besos a Ana. 

-¡Buon giorno, bella!-dijo sonriente Irene.

-Buon giorno.-dije suspirando.

Miré el teléfono de nuevo y nada, ni una llamada, ni un mensaje, nada. 

-¿Vamos?-me dijo Ana con una amplia sonrisa.

-Vamos.-dije forzando una sonrisa.

Agarré con fuerza mi maleta, la guitarra y con la mochila en la espalda, empecé a andar por las calles de la mágica Italia. Fuimos al hotel para que pudiera dejar la maleta y la guitarra. Era un hotel de 5 estrellas, la fachada era blanca, de piedra, con unos preciosos balcones decorados con unas pequeñas macetas. Estaba situado en el corazón de Milán, en apenas 10 minutos podías llegar al Duomo de Milán. Irene habló con el recepcionista, un amable señor que nos dio la bienvenida y nos acompañó hasta la habitación. La primera novedad, no se abría con llave, sino con una tarjeta. Introduje la tarjeta y se abrió la puerta. Me quedé de piedra al ver la habitación. Era enorme. Entré y al poco de entrar había una puerta que escondía un precioso baño decorado en tonos marrones oscuros y blancos rotos. Todo el hotel estaba decorado con esas tonalidades. Seguí el pasillo hasta llegar la zona central donde había una enorme cama de matrimonio en el centro con las sábanas blancas y el edredón de color marrón oscuro, también había una televisión de pantalla plana y una mesita, y al lado, el balcón donde se podía contemplar la Via Andegari, el balcón era bastante espacioso, había dos butacas marrones, una mesa baja entre estas decorada con un precioso centro con flores, al rededor de las butacas había dos pequeños arbolitos. Era realmente precioso, pero a mí me faltaba algo, más bien, alguien. Alguien con nombre, apellidos y unos ojos marrones que embrujaban. Me quedé apoyada en la barandilla del balcón contemplando como el medio día se iba haciendo paso entre las calles italianas. 

-¿Estás bien?-me preguntó Ana.

Me giré y vi que estaba detrás de mí. Asentí y volví mi vista hacia la calle.

-Puedes desahogarte.-dijo colocándose a mi lado.

-Estoy bien, de verdad.-dije forzando una sonrisa.

-No intentes auto-convencerte, por más que te lo repitas, no lo estarás.-dijo mirándome.

-No puedo hacer otra cosa.-dije mirándola.

-Puedes hacer más cosas de las que tú crees.-dijo sonriendo.

-Pero lo que yo quiero no lo puedo hacer.-dije soltando una pequeña carcajada.

-Siempre inconformista. -dijo negando con la cabeza mientras sonreía.

-Las buenas costumbres no deben perderse.-dije guiñándole un ojo.

Me miró sonriente y su mirada empezó a tener un brillo especial. 

-Bueno, ¿vamos a dar una vuelta?-dije rompiendo el silencio.

-Amore, amore, como no vayas ya a comer te quedas sin comida.-dijo Irene apareciendo con dos tarjetas.

-¿Tan pronto? Pero si son todo justo las dos.-dije mirando el reloj.

-¿Te parece pronto? Estos españoles y su calma...-dijo riendo.-Anda, tomad estas tarjetas, deberéis llevarlas siempre encima para que os dejen entrar en el comedor y en los diferentes lugares del recinto del hotel.-dijo entregándonos las tarjetas.

-Gracias, italianita.-dije dándole un abrazo.

Cogí el teléfono y fuimos a comer. 

Por la tarde decidimos hacer turismo por Milán antes de ir a conocer a Bob. Me quedé fascinada con la belleza y la magia que desprendía cada calle, cada pequeña tienda, cada rincón de la ciudad de Milán. Me encontraba en el patio central del Castello Sforzesco, sentada en uno de los bancos, cuando recibí un mensaje.

Pablo:

¡Paisana bonita! He decidido hacer una escapada todos juntos, pero como te encuentras en la botita de Europa he pensado que podríamos escaparnos por Europa y puestos a viajar... he pensado en ir a Viena, Austria, ¡TE ESPERO! Por cierto, creo que hemos de ponernos al día... Hablamos bonita mía.

Respondí al instante, me alegró tener nuevas de Pablito.

¡Bonito mío! ¡Di cuando y allí me tienes! Creo que nos debemos una conversación... 

Al poco respondió, Pablo no era de esa gente que se demoraba mucho para responder.

Pasado mañana, sábado, Pastora y Malú ya me han confirmado, anda, no me falles...

Al leer su nombre se me removió el alma, ¿había respondido a Pablo y a mí no? Era asquerosamente orgullosa cuando quería.

Bueeeno, porque eres tú, eh, hazme un hueco en el hotel, Pablito, ¡esta noche saco el billete!

Quería ir, aunque las cosas no estuvieran bien con Malú, les debía a Pablo y a Pastora esa escapada. 

-¿Continuamos con la visita?-dijo Ana acercándose a mí.

-Claro, una cosa. Este sábado me lo tomo libre, bueno, todo el fin de semana, me voy a Austria con las chicas y Pablo.-dije levantándome.

Se me quedó mirando confundida.

-Ah... bueno... ya lo comentaré a Bob.-dijo mirando hacia adelante.

Sabía que no le había agradado la noticia, su cara lo reflejaba.

OOOOTRO MÁS. NUEVO DESTINO: AUSTRIA. Se avecinan bastantes viajes, ¡preparad, la maleta! ¿creéis que Malú y Vanesa lograrán reconciliarse en Austria?¿O si por el contrario se distanciarán todavía más? Comentad y votad! Abrazo fuerte.

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