20. Historias pendientes.

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Miré a Ana con rabia y nerviosismo.

-¿Qué quieres de mí?-dije con rabia.

-Solo quiero hablar, Vanesa.-dijo seria.

-Yo contigo no. Ya eres feliz, ¿no? He firmado el maldito contrato.-dije riendo sarcásticamente.

-Vanesa, no, no soy feliz.-dijo sin soltarme la mano.

-Déjame.-le grité.

 La incertidumbre de no saber qué pasaría ese mes me mataba. Sin darme ni cuenta empecé a llorar, las lágrimas salían descontroladas de mis ojos. Temblaba.

-¡Vane!¡Vane!¡Vane!-escuchaba de fondo.

Respiración alterada. Intentaba respirar con normalidad pero no podía. Sin darme cuenta estaba apretando con mucha fuerza la mandíbula, mis piernas temblaban, cerré con fuerza los ojos.

-Déjame.-dije con un hilo de voz.

Todo negro. Todo estaba negro, no sentía nada. Al poco rato escuchaba unas voces en la lejanía.

-¡Vanesa!¡Vanesa por dios, di algo!

Intenté abrir los ojos, me pesaban, me costaba, pero los abrí y me sacudió una ráfaga de aire que entró en mi cuerpo. Abrí los ojos como platos. Estaba en una de las mesas de la oficina. Aritz me sujetaba los pies, los cuales tenía en alto. Ana me abanicaba con unos folios, su cara era de preocupación, cuando vio que abría los ojos se le iluminó la mirada. Irene me agarraba la mano y rápidamente me empezó a hablar pausadamente.

-Ya está, ya está. Respira poco a poco, coge aire y sácalo lentamente.-me decía con su acento italiano.

Yo obedecía a sus instrucciones. Al poco entró Ricardo con un zumo en la mano.

-Toma Vanesa, bebe, te irá bien.-dijo dándome el zumo y sentándose al lado de donde yo me encontraba.

-Gracias.-dije sonriendo levemente.

-Vanesa, has tenido una crisis de ansiedad, ¿qué ha ocurrido?-preguntó Aritz.

-No lo sé.-mentí.

-Bueno, tú ahora estate tranquila, ya estás bien, bebe el zumo y cálmate.-dijo sonriente.

En unos minutos me recompuse, decidí salir de las oficinas. Fui al parque que había en frente. Me senté mi me puse a mirar el cielo. Era un día gris, tenía pinta de llover. Me puse a pensar en todo lo que me había sucedido esta mañana, en como m cuerpo había reaccionado. Tomé ese desmayo como un reset, como un parón. Necesitaba respirar un instante, olvidarme de Italia, de Ana y de todas las piedras que el destino nos ponía. Le quería, ¿tan difícil era de comprender? Me interrumpió la presencia de alguien a mi lado. Me giré y vi a Aritz. Se sentó a mi lado y se aflojó la corbata.

-Te entiendo. Es complicado irse y dejar un mes entero a familia, amigos, pareja, lo sé muy bien, yo también pasé por eso.-dijo mirándome.

Preferí seguir en silencio.

-¿Sabes? Me ha sorprendido que no te quejaras en ningún momento, hablé con tu hermano Antonio y me comentó que estabas muy alterada porque desconocías todo esto. Acabo de hablar con Bob, al final he podido reducirlo a una semana y media máximo dos semanas.-dijo sonriendo levemente.

-¿Hablas en serio?-le miré desconcertada.

-Sí.-respondió sonriendo todavía más.

Me lancé a sus brazos, le abracé bien fuerte y le di las gracias como 40.000 veces. 

-De verdad, mil gracias, Aritz.-dije separándome.

-Vanesa, queremos tu bienestar y si tu bienestar comporta hacer enfadar un poco al italiano y hacerle ver que los españoles somos así y necesitamos que los domingo haya paella, reunión familiar y un buen vino, pues se hace.-dijo riendo.-Solo queremos que estés a gusto en Warner, no queremos que las cosas se te hagan cuesta arriba. Al contrario, que te sientas cómoda, a gusto, como en casa.

-No sabes cuanto de lo agradezco, Aritz...-dije abrazándole de nuevo.

-¿Vanesa?-dijo una voz detrás de mí.

Me giré y de nuevo, allí estaba Ana.

-Dime.-dije seria.

-¿Podemos hablar?-dijo mirándome a los ojos.

No lograba descifrar su mirada.

-¿Te importa?-dije mirando a Artiz.

-Ve.-dijo sonriente.

Me levanté y me acerqué a Ana.

-Dime.-dije cortante.

-Vamos mejor a la cafetería.-dijo con tristeza.

Asentí y fui a la cafetería. Nos sentamos en una mesa y empezó a hablar.

-Vanesa, sé que me odias ahora mismo, que si por ti fuera me despedirías ahora mismo pero déjame explicarme. Yo solo cumplí órdenes, Ricardo no quería que supieras nada pero se lo comentó a Antonio y este le dijo que no te sentaría bien, intentó hacer entrar en razones a Ricardo pero fue bastante imposible. Ya sabes como es de tozudo Ricardo cuando quiere... A mí me dio órdenes de no decir nada, mi puesto estaba en peligro si lo hacía. Vanesa, de mi sueldo depende mi hermana que está en paro, es madre soltera y tiene un niño de 6 años, me necesitan. Sé que no he empezado con buen pie pero de verdad que no quería hacerte daño ni hacer que todo esto ocurriera.-dijo con tristeza en su mirada.

Suspiré profundo y escondí mi cara en mis manos.

-Haremos como que esto no ha sucedido y punto.-dije apartando mis manos de mi cara.

-De verdad que no pienso fallarte.-dijo con una leve sonrisa.

-Eso espero...-dije suspirando de nuevo.

-No quiero alejarme de ti ni perder mi trabajo.-dijo seria.

-Se me hace tarde, debería irme.-dije mirando mi teléfono.

-Mil gracias, Vanesa, en serio.-dijo cogiéndome la mano.

Miré nuestras manos y separé mi mano de la suya.

-Sí, bueno, esto... yo me voy-dije algo nerviosa.

Me levanté de la silla con torpeza, empujé la puerta de la cafetería para salir y noté un agarre en mi muñeca. Me giré y otra vez Ana. Me miró, me sonrió y me dio un beso en la comisura de mis labios.

-Perdóname.-susurró y salió por la puerta sin que yo pudiera agarrarla.

Volví la mirada hacia fuera de la cafetería y vi a Malú apoyada en el coche. Estaba justo en frente de la cafetería.

¡AQUÍ TENÉIS OTRO CAPÍTULO MÁS! Os anuncio que dosificaré los capítulos, subiré uno o dos por semana. Espero que os haya gustado este capítulo. Dejad en los comentarios vuestras opiniones, deseos para el próximo capítulo... Abrazos y besazos a todxs mis lectorxs, mil gracias por leerme y por el cariño en los comentarios, sois amor.

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