23. Hay heridas que cerrar.

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Llegó el día de volver a coger la maleta para ir a Austria esta vez. Me encontraba en el aeropuerto de Milán, maleta en mano. Ana me acompañó hasta casi la puerta de embarque, una vez dentro del avión me puse a pensar, a plantearme posibles reacciones cuando viera a Malú. Verla después de casi una semana me tenía inquieta. Antes de salir hacia Austria avisé a Pablo para que me recogiera en el aeropuerto de Viena. Una vez allí, con prisas recogí la maleta y salí. No veía a Pablo por ningún lado, miré la hora y eran las 12, Pablo debería estar ya aquí, pensé. Volví a alzar la vista y vi lo lejos a Pablo, iba vestido con el suéter de lana gris que le regalamos por su cumpleaños y unos vaqueros rotos, iba acompañado de Pastora y de ella... de Malú. Iba vestida con unos vaqueros negros pitillo, sus deportivas Nike y una chaqueta de lana gris. Sus RayBan le ocultaban los ojos. Me acerqué a ellos temerosa. 

-¡Ampaaro!-gritó Pastora corriendo hacia mí.

Le abracé fuerte y me dio un beso en la frente.

-¡Que guapa estás! Ay Italia que bien te sienta...-dijo Pablo con una mirada traviesa.

Quise matarlo en ese instante, pese a no poder ver los ojos de Malú supe que me lanzó una mirada asesina. Pastora al separarse miró a Pablo y rodó los ojos.

Le di un abrazo a mi Pablito y en un susurró me pidió perdón por meter la pata. Ahora llegaba el momento tenso, ¿cómo le iba a saludar? ¿dos besos?¿un abrazo?¿un 'hola'? Mi cabeza iba a 100 por hora. Pablo y Pastora nos miraban. Me acerqué y le di dos besos. La frialdad de esos dos besos me calaron el alma. De camino al hotel tanto Pablo como Pastora me preguntaban y preguntaban, ella solamente miraba por la ventanilla, me ignoraba completamente. Llegamos y Pablo me enseñó la casita en la que nos alojaríamos ese fin de semana. Era la típica casita rural del norte de Europa. Había 3 habitaciones. 

-¿Y cómo nos distribuiremos?-le pregunté.

-Yo duermo solo en una, Pastora en la otra y tú y Malú en la otra.-dijo rápido.

-Eh, frena, frena, ¿te has vuelto loco?-dije mirándole incrédula.

-No, Vanesa, debéis hablar, ¿por qué te crees que hemos venido aquí? La escapada podía esperar a que volvieras a España. Lo vuestro, no.-dijo serio.

-Bff... Pero ¿tú has visto el recibimiento?-dije cruzándome de brazos.

-Tú tampoco es que hayas puesto de tu parte, ni tal solo le has hablado desde que has llegado.-dijo mirándome.

-¿Y cómo se supone que debo de actuar si ni tan solo me ha llamado?-dije cogiendo el teléfono.

-Chicos, va, a comer.-dijo Pastora acercándose a Pablo y a mí.

Pablo suspiró y asintió, me miró y me dio un abrazo.

-Solo quiero que seáis felices, Vane.-me susurró.

-Gracias, Pablito...-dije acariciándole la espalda.

Durante la comida ella seguía sin decir nada, parecía que se le había comido la lengua el gato. Evitaba mirarme, estaba sumergida en la sopa caliente que preparó Pastora, una vez terminamos de comer yo decidí irme a la habitación, cuando entré me senté en mi cama (por suerte había dos camas separadas) miré el teléfono, tenía varios mensajes de Ana preguntándome qué tal el vuelo. Le respondí y cuando alcé la mirada del teléfono vi a Malú frente a mí. Estaba seria. Me miró esta vez sin ningún cristal de por medio y sentí el frío de su mirada en mi pecho, se sentó en un lado de la cama y permaneció callada.

-¿Viste la nota del recibidor?-me atreví a romper el silencio.

-Sí, pero ya veo que te han sobrado noches para olvidarme.-dijo levantándose y cerrando la puerta con un portazo.

Resoplé y me tumbé en la cama. Empezaron a brotar mi lágrimas, joder, ¿todo esto por un puñetero beso robado? Me acurruqué en la cama y mi llanto se intensificó, la echaba de menos, a rabiar, echaba de menos sus besos, sus caricias, sus mimos, su sonrisa, toda ella, y sin embargo, ella estaba ahí, odiándome por algo que no tuve la culpa. Al poco entró Pastora y me abrazó.

-Pastora, quiero irme, no aguanto más.-dije entre sollozos.

-Cariño, pero si acabamos de llegar...-dijo acariciando mi espalda.

-Pero no soporto verla así conmigo, joder, no he hecho nada.-dije llorando más fuerte.

-Tranquila cariño... Tranquila... Ya sabes que Rosa nunca le hizo bien...-dijo besando mi frente.

-¿Qué? ¿Rosa? Pero si Rosa ya no es su mánager.-dije confusa.

-¿Cuando ha pasado eso?-dijo Pastora extrañada.

-Pues hace unas semanas...-dije haciendo memoria.

-Mh... Me da que tenéis que contaros muchas cosas.-dijo intentando levantarse.

Le agarré de la muñeca y la retuve.

-¿No es así?-dije mirándola a los ojos.

No obtuve respuesta, solo una cara triste. Me había mentido. Malú me había mentido, Rosa nunca dejó de ser su mánager, por eso su comportamiento, ella le habría contado los cuenta de mil y una noche y ella, dolida, se lo habría creído. 

-Gracias, Pastora.-dije levantándome.

Me fui rápidamente hacia fuera donde estaba ella fumando.

-No sabía que se ta daba tan bien la interpretación.-dije enfadada.

-Mira, en eso estoy de acuerdo contigo.-dijo dando una larga calada.

-Pero ¿cómo te atreves a mentirme en mi maldita cara, Malú? ¿Qué te pensabas? ME acabo de enterar de que Rosa jamás dejó de ser tu mánager.-espeté con rabia.

-Eso es lo de menos, yo al menos no voy dejando que me coman los morros y me voy sin despedirme, ah y tampoco me voy a Italia con quien me ha comido los morros, ¿qué ya te la has tirado?.-dijo enrabiada.

-Pero ¿tú de qué vas?-grité.

-¿Y tú pedazo de zorra?-contestó tirando el cigarro y acercándose a mí.

Pablo y Pastora rápidamente nos separaron y nos llevaron a sus habitaciones. Yo dormiría con Pastora y ella con Pablo. Me pasé la mitad de la noche llorando, al día siguiente la evité todo lo que pude hasta volverme a Italia. Me parecía increíble que pensara eso de mí. Yo que declaré la guerra a quien nos separaba. 


Espero que no me matéis mucho mentalmente por este cap JAJAJAJJAJAJA a partir de este cap, habrá un salto en el tiempo, espero que no me odiéis mucho, un abrazote enrome.

TrampasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora