Capítulo XVII - Viejas heridas

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¿Qué tan importante es perdonar a alguien?, ¿qué tan aliviador puede ser sacar esa espina que lleva hundida en nuestros corazones por mucho tiempo?, ¿y dejar de lado todos los rencores?. Una vez más me encontraba leyendo esa carta que había llegado hasta mi casa hace más de un año ya, escrita por mi tía Isabel desde Nueva York, y decía lo siguiente;

14 de Noviembre, 2014

Señorita Valentina Montero

Mi nombre es Isabel Valdés, hermana de tu madre, espero que te acuerdes de mí, porque yo siempre me estoy acordando de ti constantemente. El motivo de ésta carta es para expresarte mis dolidas disculpas en nombre de toda mi familia, en especial por mis hijos que sé que te hicieron mucho daño, y que yo ciegamente siempre ignoré, desafortunadamente ahora recién me vine a enterar de lo mal que te trataron mis hijos cuando sólo eras una pequeña niña y además habías perdido a tus padres recientemente, créeme que si me hubiese percatado de esto a su debido momento, habría tratado de evitar cualquier tipo de ofensa hacia tu parte castigando a mis hijos por su mal comportamiento contigo. Pero quisiera que te dieras cuenta de algo; cuando todo esto pasó ellos también eran muy jóvenes como para darse cuenta de lo que estaban haciendo, quiero pensar que sólo se dejaron llevar por los celos típicos de los niños a esa edad. Mi hijo menor, Eduardo me vino a confesar de esto el mes pasado, y no he parado de pensar en cómo puedo remediar todo el dolor que ellos te hicieron pasar, sé que eras una niña muy pequeña, pero me imagino que lo debes de recordar y es por eso el quiebre de nuestra relación desde que tú te fuiste a la casa de mis padres.

No sé si te has dado por enterada, pero después de que me separé de tu tío, me vine a vivir a Nueva York. Todo empezó porque me vine una semana de vacaciones para acá a la casa de una vieja amistad, luego me fui de a poco enamorando de la ciudad y hoy estoy aquí junto a Eduardo vivimos los dos hace unos dos años ya. Actualmente me encuentro muy enferma, el cáncer me ha dejado muy desvalida y temo que vuelva a afectarme de nuevo, me han extirpado mis dos pechos, pero el cirujano plástico hizo un trabajo impecable.

Bueno, no quiero quitarte más tiempo leyendo esto, sólo espero que nos perdones, nunca fue mi intensión hacerte pasar dolor, me siento sumamente apenada de lo que me he venido a enterarme casi 20 años después, pero como dice el dicho; "Mejor tarde, que nunca", ¿no lo crees?. Quiero que sepas además que te deseo lo mejor de corazón, espero que tengas éxito en lo que te propongas y que encuentres la felicidad que te la tienes más que merecida...

Se despide cordialmente
Isabel Valdés Gutiérrez.

Al leer esto una vez más, me quedé meditando, si quizás era hora de dejar el orgullo de lado y contestar esa carta, si lo hiciera me sacaría un tremendo peso de encima y así podría sentirme más libre de poder recordar sin tanto dolor mi pasado. -Sí, lo haré, le escribiré de vuelta a mi tía, ya me siento lista, me siento lista para perdonar, lista para abrir mi corazón y quitarme esa coraza dura e impenetrable que forjé cuando dejé de vivir con ella. Le responderé aunque sea después de un año, pero ella sabrá entender que todo el mundo tiene sus tiempos, que las viejas heridas tardan en sanar -Pensé luego de dejar la carta encima de mi velador.

En mi cuarto habían dos veladores en cada lado de la cama, uno de Mateo y el otro era mío, afortunadamente Mateo había dejado algunas hojas en blanco al interior del cajón de su velador, así que miré para todos lados, nerviosa de que él me descubriera registrando su pequeño mueble, saqué la hoja, y lo cerré inmediatamente. Estuve un buen rato preparando mi carta, pensando lo que podría decirle a través de ese pedazo de papel que viajaría muy lejos, pero no se me ocurría nada adecuado que escribirle, así que empecé a improvisar, como era de costumbre en mí.
**

27 de Octubre, 2015

Querida Isabel Valdés;

Hola, ¿qué tal?, soy Valentina Montero tu sobrina, y después de casi un año de releer la carta de que me enviaste, me he dispuesto a responderte. Siento que hoy por fin puedo decirte que todo ésta perdonado, y que ya no quiero sentir esa horrible sensación al recordarte a ti y tu familia. Como tú muy bien lo explicabas en tu carta, tus hijos eran muy pequeños aun para sopesar todo el daño que me provocaron a tan corta edad, y después de haber vivido una de las pérdidas más dolorosas de mi vida, así que sólo pensaré que fue algo como dices tú, típico de los niños, y dejaré de lado ese rencor que he sentido desde muy pequeña. También quiero te quedes tranquila, que siempre te tuve un gran aprecio, que a muy pesar de lo sucedido cuando yo quedé a tu cuidado, siempre te consideré una buena mujer, muy simpática y siempre fuiste muy atenta conmigo, si es que después me fui alejando fue porque me quise encerrar en mi dolor y no tener nada más que ver con mis primos, después de todos sus maltratos.

Mis primos hoy ya los he perdonado, así que espero que tú puedas quedar más tranquila en cuanto a ese asunto, eso para mí ya está más que cerrado. Lo que sí hoy me gustaría saber es tu estado de salud actual, así que me gustaría que nos comunicáramos a través de las redes sociales, que es una vía mucho más instantánea por así decirlo para hablar con alguien y ponerse en contacto.

Aquí te dejo mi Facebook para que me busques; www.facebook.com/ValentinaMonteroValdes

Y te dejo mi número por si quieres llamarme o mandarme un WhatsApp; +569 654... Bueno, eso es todo, espero que te encuentres muy bien actualmente y que mis primos anden bien igual...

Valentina Montero.

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Una vez finalizada mi carta, la doblé y construí un sobre con otra hoja para meterla ahí y escribir el remitente y todo lo que lleva una carta.

-Hola amor, ¿qué estás haciendo? -Me interrumpió Mateo mientras cerraba el sobre improvisado que contenía la carta adentro.

-Hola, estoy terminando de sellar una carta, mañana pasaré por el correo y la mandaré. -Le contesté.

-¿Una carta?, que raro, últimamente nadie manda cartas... perdona que sea tan entrometido, pero... ¿para quién es? -Me preguntó mirándome con mucha curiosidad

-Es para mi tía Isabel... Ella hace un tiempo atrás me había mandado una carta, pidiéndome perdón por todo lo vivido en su casa cuando era niña, y nunca le contesté pero hoy me propuse a contestarle y sanar viejas heridas.

Me miró sorprendido y se acercó hasta donde estaba, y me dio un beso en la frente, seguramente estaba feliz de que yo pudiese dar por terminado ese mal episodio en mi vida.

-Entonces, ¿está más que superado ya, lo de tu enojo con tus primos? -Me preguntó al tiempo en que me tenía abrazada.

-Está muerto y sacramentado, esto lo confirma -Le dije mostrándole mi carta que aun la tenía en las manos cuando me abrazó.

Y así era, ahora ya estoy en paz...


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