Capítulo XV - Tiempos de transición

8 1 0
                                    

Los días pasaban lentos, la tarde cada vez se hacía más anhelada, y las noches más cortas. Salir del trabajo era motivo de ansias y festín, y cómo no si cada vez que pisaba la acera de afuera del edificio, ahí estaba él, esperándome para llevarme a casa, con los brazos abiertos y una gran sonrisa, para mí estar con él era siempre motivo de festejo.

Y en las noches nos intercambiábamos besos y caricias al ritmo de una danza entre las sábanas, una danza de la que sólo éramos testigos él y yo, nuestras pieles estaban de fiesta y la ropa no era invitada.



-Nunca pensé que podría llegar a ser tan feliz -Le dije aun agitada.



-¿Sabes?, yo tampoco sabía que sería tan feliz contigo... -Me contestó, sus ojos radiaban de júbilo, y una lágrima se le asomaba de uno de ellos. -Tengo algo que me gustaría preguntarte. -Continuó.



-Sí, dime. -Le contesté



Estábamos acostados, pero él se levantó de la cama, y se dirigió hacia su cómoda, para sacar de allí algo. Una vez sacado ese objeto del interior de su mueble se paró a un lado de la cama donde me encontraba yo y se puso de rodillas levantando con un brazo lo que tenía en la mano; una pequeña cajita que contenía un hermosa sortija de compromiso.



-¿Serías mi esposa? -Me dijo sin titubear.



Mi cara cambió de normal a pálida en un segundo, ¡no podía creer lo que estaba oyendo!, ¡me estaba pidiendo matrimonio!...



-Yo... Yo claro que sí, sí quiero... -No hallaba el modo o manera más apropiada de contestar o de gritar que si quería ser su esposa.



-Te amo -Le dije mientras nos mirábamos fijamente y mientras él me ponía la sortija en el dedo.



Brindamos, brindamos toda esa noche, reímos, lloramos, nos abrazamos, éramos plenamente felices.



-Ya no importa lo que venga, si tú estás a mi lado, me siento completa.



Amanecí cuando el día aún era alba, no podía dejar de pensar en el curso que estaba tomando mi vida, si pudiera contarles a mis abuelos que Mateo y yo nos casaríamos, no sabíamos cuándo, pero dentro de un año o más, la verdad no lo sé, tengo tantas expectativas, pero no quiero dejar de vivir este presente que es un regalo.



**

El invierno decaía dando paso a la primavera una de las estaciones preferidas del año, porque no hace tanto calor, ni tanto frío, las flores renacen en radiantes tonos que colorean los jardines y alegran el espíritu de cualquiera.



En casa también era tiempo de transición, pues había puesto todo mi empeño para redecorar todas las habitaciones, guardé cuidadosamente cada objeto preciado que era de mis abuelos en un baúl, transformé su pieza y la mía en una sola con baño y walk in closet incluidos y cambié varios muebles que ya estaban viejos.



Mateo y yo ya habíamos elegido la fecha de nuestra boda; sería en febrero, y también queríamos empezar a vivir juntos, pero eso sería cuando la remodelación en mi casa estuviera completa, ya que sólo faltaba renovar los muebles de la cocina y poner una hermosa isla.



En mi trabajo todo marchaba sobre ruedas, estábamos ya realizando otro proyecto diferente e igualmente importante, me sentía tan satisfecha de cómo mi vida se estaba dando, mi esfuerzo hoy por fin estaba dando frutos...


La Vida sigueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora