|Capítulo 45: Pesadillas|

420 27 12
                                    

*Traducciones de letra abajo de todo*

-------------------------------

<Bianca>


Escucho junto a los chicos a Ed Sheeran, metida en mis pensamientos.

No podía no relacionar «Kiss me» con Gonza.


"Lie down with me

And hold me in your arms

And your heart's against my chest, your lips pressed to my neck

I'm falling for your eyes, but they don't know me yet

And with a feeling I'll forget, I'm in love now.."


Un cosquilleo placentero recorre mi anatomía al recordar nuestro primer beso. En ese pequeño y escondido lago mi vida había tomado otro rumbo, dejé de lado toda mi vida de soltería para unirme tanto mental como emocionalmente con el idiota que está tarareando la canción a mi lado ahora mismo.

Jamás pensé, ni dejé que un hombre me cambiase. La idea de que una persona pudiese manejarme me asqueaba, me causaba rechazo y repulsión.

Pero, llegó él y.. y todos mis débiles esfuerzos se distorsionaron y se destruyeron.

Ambos habíamos dañado al otro en ciertas ocasiones, nos peleamos, nos distanciamos, nos descuidamos.. pero siempre, al final del día, volvíamos a caer a los brazos del otro.

Volvían a darnos las opciones, pero nosotros siempre nos elegíamos el uno al otro.

--¿Gonza? --susurro, para no alarmar a mis otros amigos, quienes hablaban entre sí en voz baja.

--¿Sí? --responde, prestándome atención.

--Me alegro de haberte elegido.

Él me sonríe con ternura excesiva y me abraza con delicadeza, aunque también con protección, necesidad, dulzura.. con amor, bueno.

Le correspondo con ambos brazos. Necesitaba estrujarlo, demostrarle que él significa tanto para mí..

--Jamás te rechazaría, Di Pasquale, si eres una de las mejores cosas que me pasaron. Te adoro.


-----------------------------


--Bonita casa --comento, ansiosa y un poco asustada.

--Ya la conocías de antes, ¿recuerdas cuando viniste a comer pollo? --pregunta, sonriente.

--Nunca me canso de repetirlo. Es hermosa --le sonrío, y me da un beso rápido.

--Como tú, Bian --me susurra, y se aleja para colgar su campera en el perchero, el cual se encontraba vacío--. ¿Tienes hambre?

--No, creo que con la torta de los mellizos ya estoy por hoy --le contesto, pasándole mi abrigo igualmente. Él lo cuelga, y se acerca a mí.

--¿Nada de nada? --hace puchero--. Tengo palomitas de maíz, si quieres podemos ver alguna película.

--¿No es muy tarde? --cuestiono.

--No creo, son las doce y media. ¡Vamos, no seas aguafiestas! --exclama, tomándome del brazo bueno y llevándome a la cocina--. ¡Mira, yo los preparo, tú no te muevas!

Levanto las manos como puedo en señal de rendición, y él me sonríe con aire arrogante.

Prepara todo en un santiamén, por decirlo de alguna forma. Hacía todo bastante rápido: cocinaba las palomitas, preparaba las bebidas, me regañaba por intentar ayudarlo y lavaba todo.

Un Simple «Te Quiero» (Simplezas de Bianzalo #1).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora