De vuelta en mi cuarto, me arranco el vestido arruinado para ponerme algo más cómodo. Las palabras de la reina se reproducen en su cabeza. Los ojos de Nico en la celda me queman. Mi hermanito, no pude protegerle. Si pudiera intercambiarme con él. Si tuviera los dones de Leander, para cambiarme la cara y poder colarme.
¡Leander!
Los pasillos de las residencias están plagados de centinelas y seguridad, cada uno de ellos alerta. Pero mis años de ladrona me han llevado a perfeccionar el arte de escaparme sin que nadie lo note y el ala de los Meerestier no está lejos. A pesar de la hora, sus padres están despiertos. Su padre lee un libro mientras la mujer se sienta a su lado. Quizás no saben lo que le ha paso a su hijo. Pero él té a sido sustituido por una botella de alcohol y las risas por caras serias. Saben que algo anda mal.
-Disculpen...-digo al entrar, la madre de Leander se sobresalta, pero el padre parece que me haya estado esperando.-Soy Horizont, la...
-Lo sabemos.-responde el padre.-La princesa. Eres amiga de Leander. Él nos ha hablado de ti, además de saber por los bailes y eso...
-Sí. Esa soy yo.-digo un poco resignada porque me encasillen a princesa tan directamente.-Sabrán también lo que ha ocurrido en el baile.
-Sabemos que nuestro hijo ha desaparecido.-dice el padre secamente.-¿Qué más quieres?-no levanta la vista del libro.
-Por favor-dice la mujer mirándome fijamente. Sus ojos no tienen mil colores. Son simplemente marrones, muy parecidos a los del pueblo. Si no tuviera el pelo rojo cerrreza podría confundirla con alguien de allí. Sé que no es una Meerestier, asique estoy segura de que su mirada es verdadera.-Estamos preocupados... Si no le importa, mi Lady, me gustaría que disculpara a mi marido por su comportamiento, y pospusiera sus peticiones hasta que Leander aparezca.
Me siento conmovida por su voz. Su mirada triste es capaz de calar a fondo dentro de mí, pero debo mantener la mente firme.
-Os necesito.
-¿Tiene esto algo que ver con el Tiroteo del Sol? Sí, ya han pensado en un nombre inteligente.-Dice el padre. Señala la oscura pantalla de vidrio en la esquina sin levantar la vista del libro.-Llevan horas con la noticia. ¿O quizás se trata de los cuatro terroristas encerrados? A no, tres. Imanu ha hecho honor a su reputación.-el sarcasmo del hombre es afilado.-Ese idiota no a podido esperar a conseguir algo de información.
-No son terroristas.-parece que al fin consigo la atención del hombre. Me observa, con unos ojos de color indescriptible.
-¿Te muestro la definición de terrorista, princesa?-mi titulo suena como un insulto.-No importa lo que tú digas. Tienen su propia versión de la histora.
-Cariño...-la mujer pone una mano tranquilizadora sobre su hombro. Yo no aguanto más y salto.
-¿Van a ayudar o no?
-Somos la casa más débil de todas, algo así como los parias de la nobleza. ¿Qué podremos hacer nosotros?
-He visto a su hijo pelear.-siento como se me escapa la ultima oportunidad entre los dedos.-El maestro le ponía dos oponentes a la vez y aun así para él era un juego. Si ustedes son la casa más débil, yo debo de ser una simple humana.-me da coraje el desprecio que se tienen a si mismos.-Además sé donde está Leander. Es uno de los tres prisioneros que quedan.
El silencio cae sobre nosotros como una manta. Parece que los dos se han colapsado. Continúo hablando, cada vez más segura de mi misma.
-Ustedes pueden controlar a la gente, pueden hacer que hagan lo que quieran por ustedes.-parece que me escuchan.- Ayudenme a salvar a su hijo y a los demás.
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La princesa del rayo
Teen FictionTras robar a alguien demasiado importante, Horizont, de 17 años, se ve obligada a vivir bajo la tutela de una reina injusta y cruel. En una tierra en la que el hambre y a pobreza azotan al pueblo mientras las doce casas de nobles van de lujo en lujo...