Aquella noche llamaron a mi puerta a las dos de la mañana. Leander, vestido exactamente igual que esta mañana me miraba con alegría desde el marco. No sabría describir su rostro, pero de alguna manera sabía que era él.
-¿Me acompañaríais?
Guardias de seguridad patrullan por el pasillo, pero con Leander no me detienen. No sé que les está haciendo ver, y tampoco quiero saberlo. Cuanto más tiempo pasa más seguidamente desfiguro su cara mentalmente. Esta tranquilo pero decidido y lucha contra una pequeña sonrisa que asoma en su cara.
Nos detiene mucho tiempo después del que asumí que debía, ni siquiera salimos de los pisos de residencia. Golpea una puerta.
Se abre después de un momento revelando a una chica de unos quince años, aunque parece mucho más joven. Su pelo es blanco completamente y sus ojos miran fijamente a la distancia de forma perdida. Parecen cubiertos por una suave por algo que les hace adoptar color blanco lechoso. Lleva un vestido blanco. Un tatuaje en negro se moldea en su mejilla. No paso por alto los pequeños rasguños que tiene cerca de el. Como si hace tiempo alguien se lo hubiera intentado arrancar con las uñas. Parece no notarme.
-Establecimos el consejo, Leander.-comienza, pero se detiene. Se queda quita completamente. Se gira hacia mí, pero sigue sin fijar su mirada. Parece ver a través de mí.- ¿Tu quién eres?
-Esta es Horizont, la "princesa".-me presenta. Su tono me da a entender que ella tampoco se cree demasiado lo de mi relación con la familia Loyal. ¿Cuánta gente conoce mi secreto? Entonces él se vuelve hacia mí.- Y ella es Eis, la única en la familia del clima capaz de crear ventiscas, bajar temperaturas... Ella inventó la nieve.
Sus ojos brillan con orgullo cuando vuelve a mirar a Eis. Ella se pone pálida, y una sonrisa tímida cruza su rostro. Entonces caigo en la cuenta de que el tatuaje de su cara debe ser un copo de nieve. De la familia Zeyis supongo. Por un segundo me resulta gracioso que la segunda casa más poderosa se relacione con la casa más inferior. Pero ninguno de ellos parece darse cuenta de ello. Sonrío por la perfecta combinación.
-¿Qué puedo hacer por usted, Mi Lady?- dice inclinándose. Su mirada me crispa un poco. Parece que me observa pero sin ver.
-No estoy exactamente segura-le contesto, mirando de ella a Leander. Él solo sonríe, levantando un poco la ceja.
-Para ser una niña buena, Eis tiene su propio criterio.-su tono es sorprendentemente juguetón.-Tú quieres ir a casa, yo te traigo con alguien que puede llevarte hasta allí.
Después de un segundo me doy cuenta de lo que está diciendo.
-Lean, sabes que no puedo.-dice la chica entre dientes, su sonrisa desaparece.-Sabes que no puedo, si se entera la reina...
-¿Ahora te importa la reina?
Los ojos de ella arden. Por un instante siento que su mirada se mete en mi interior. Al momento vuelve a esta estar vacía. Lentamente, a regañadientes, Eis se aparta de la puerta dejándome entrar. Casi mareada de la emoción me apresuro, saltando de un pie a otro.
Leander se queda en la puerta.
-¿No vendrás?-de pronto me siento un poco apenada.
-Vas a tener bastante de que preocuparte sin mí siguiéndote.
No tengo que ser un genio para ver que tiene razón. Pero solo porque no venga no voy a olvidar lo que ha hecho por mí. Sin pensarlo hecho los brazos alrededor. Él se queda un poco sorprendido, pero me da igual. En el pueblo si sientes agradecimiento das abrazos. Que en las casas altas sean siempre unos estirados no significa que yo también tenga que serlo fuera de cámaras.
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La princesa del rayo
Roman pour AdolescentsTras robar a alguien demasiado importante, Horizont, de 17 años, se ve obligada a vivir bajo la tutela de una reina injusta y cruel. En una tierra en la que el hambre y a pobreza azotan al pueblo mientras las doce casas de nobles van de lujo en lujo...