6. Un mar de colores, un poquito de igualdad y una reina desterrada.

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El frio es increíble. Sospecho que este frío viene de Eis, apoyada en el asiento de la moto mirando perdidamente al frente. Desde mi incidente en casa, ella ha estado desprendiendo trocitos de hielo y copos de nieve de su vestido. Yo incluso tengo algún que otro trozo de ropa cubierto de una fina capa blanca por su culpa.

El árbol se alza frente a nosotras dándonos una tenebrosa sombra. No tiene hojas, sus ramas están retorcidas y su corteza es tan negra como la noche que hace tanto que no veo. La hierba a su alrededor es inexistente, creando un circulo de tierra. Es una figura llamativa en medio de la abundante foresta.

Realmente es un sitio que da miedo, es tenebroso y siniestro, además la gente nunca viene aquí porque cientos de leyendas rondan a su alrededor. Bueno, nadie menos Nico. Mi hermanito acudía cada noche con Maven desde que cumplió los siete. Era su cosa especial. Por eso he acudido. En algo está pensando.

Cuando le veo aparecer le doy una sonrisa cálida, a la que él responde con un ceño fruncido.

-Esto es alto secreto.-dice con seriedad.-Nadie más puede saber lo que hay aquí.

-Hola a ti también.-bromeo.

-Va enserio.-espeta enfadado.

Lanzo una significativa mirada a Eis, que no se ha inmutado. Quizás no sea algo de lo que ella deba estar enterada.

-Oh, tranquila.- Nico sonríe divertido. -Ella y yo somos grandes amigos ¿Verdad?

Eis le lanza una sonrisa de complicidad.

-Mucho, Nicolás.

De pronto me siento fuera de lugar, como la quinta rueda de un coche. ¿De qué conoce mi hermano a una chica de las casas altas? Es más ¿Siquiera mi hermano tiene claro lo que son las casas altas?

Mientras mi mente está ocupada pensando, mis ojos observan como Nico se acerca al tronco y da tres toques flojos, dos fuertes y otros dos suaves.

-Luna cruel, marca el final del día.-susurra al tronco. Después de unos segundos en los que no ocurre nada pienso en arrimarme a mirar la madera de la que él no aparta el ojo, no sea que la acción sea microscópica.

Entonces un trozo se desprende chirriando, doblándose a la izquierda como si de una puerta se tratase. Mai se asoma por el agujero.

-Ya tardabais.- sonríe locamente y se vuelve a meter en el agujero.

Nico se mueve deprisa, señalándome que le siga antes de saltar adentro. Miro de reojo a Eis que camina segura hacia la entrada. La moto ha desaparecido.

-Después de usted, princesa.-dice con sorna.

Debo de estar loca, pienso mientras me tiro.

Después de bajar a través de un incomodísimo tobogán cerrado y caer en unas colchonetas, por fin pongo los pies en el suelo. Está muy oscuro, no puedo ver mis propias manos. Huele a tierra, y por el tacto del suelo deduzco que estamos bajo tierra. No hay humedad y se está fresco. Entonces una forma blanca brillante aparece ante mí.

-¿Qué tal el viaje?-dice Eis alegremente.

-He estado mejor.-respondo. Me tiemblan hasta los dientes por el maldito tobogán, pero eso no se lo admitiré a ella.

-Hoooooolaaaaaaaa-grita Mai corriendo hacia mí. Me da un abrazo descomunal.-Que alegría verte, pensaba que no aceptarías la invitación.

-¿Qué invitación?-pregunto aturdida.

-La mía.-responde Nico por ella.-Bienvenida al submundo.

Se gira y abre unas puertas hacia una explosión de color.

La princesa del rayoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora