1. Una nota, un brazalete y un futuro indeseado.

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Srta. Horizont Sterne:

La reina Sonne, la señora de todo lo bañado por la luz, solicita su presencia en el salón del trono del palacio Litch hoy a las seis de la tarde. 

Gracias por su colaboración.

Así de bien empecé el día. Cumplo diecisiete y así de genial empiezo mi edad adulta, con la mismísima reina queriendo verme ante ella. A ver, he cometido algún que otro desliz, pero no creo que sean para tanto. Siendo ladrona siempre estoy en peligro así que siempre tengo extremo cuidado para que no me pillen. De todas formas, si hago lista de mis últimos hurtos no hay nada tan grave como para que la reina misma haya decidido verme. Bueno, tal vez aquello...

No fue apenas nada. Un día fácil para mí. Sabía que me la jugaba  pero aun así necesitaba tan desesperadamente el dinero que no lo pensé demasiado. Cuando pasó aquel caballero bien vestido solo me costó un falso tropiezo y unos segundos de confusión para quitarle el brazalete de plata que llevaba en la mano, y con solo un minuto más ya estaba tan lejos que era imposible para el cogerme.

El brazalete es bastante fino, con diseños simples grabados en los bordes. En la parte delantera hay una luna decreciente con una estrella al lado. Antiguamente, aquella luna con la estrella era el símbolo de la princesa Luna, así como el de la reina Sonne es un sol. Ya poca gente recuerda a esa princesa perdida. Solo se encuentra en los cuentos de terror para niños. Muchos dudan de su existencia argumentando que no es más que una leyenda tonta, un cuento para enseñarles a los niños a ser humildes.

Según cuenta esa leyenda, nuestro reino estaba regido por un tirano rey que usaba a sus súbditos como esclavos. Los que no estaban cautivos en el castillo estaban en los campos matándose por una miga de pan. Era una época de oscuridad para todos.

Entonces, cuando ya todo se daba por perdido, surgieron las dos heroínas. Sonne y Luna, las hermanas, por aquel entonces no más que unas niñas, dieron a conocer sus tremendas habilidades hasta entonces nunca vistas. La mayor era capaz de controlar el fuego con sus manos desnudas y de insuflar vida a los objetos solo con su aliento. La menor era capaz de meterse en la mente de la gente, conocer sus miedos y aspiraciones, y controlarla.

No tardaron mucho en darse a conocer en su aldea, salvando a la gente que más querían. Pero solo una aldea no fue suficiente para el pueblo. Los aldeanos vieron el inmenso poder que contenían estas jóvenes y no tardaron en formar un pequeño ejercito, dirigido por unos pocos hombres, y en primera fila luchaban Sonne y Luna.

Ambas lucharon con todo lo que tenían descubriendo el gran alcance de lo que podían hacer. Se dice que ejercían tanto miedo en el enemigo que se retiraban con solo oír sus nombres. Aún así el viejo rey no se achantaba. 

Con los pocos hombres que se atrevían a combatir, atacó el campamento de Sonne y Luna, asesinando a la mayoría antes de que las chicas lo contrarrestaran. De todo el ejercito de ellas, solo quedaron catorce hombres. 

Desesperadas por la guerra que habían comenzado y ya no podían parar tomaron medidas. Con solo catorce hombres heridos y débiles tenían que atacar a todo un ejercito en forma y armado. Necesitaban más personas como ellas, más personas que pudieran tener sus habilidades. No se sabe muy bien porqué lo hizo Sonne, quizá movida por la desesperación o por puro instinto, dio a probar de su propia sangre a los hombres y a sus esposas aguardando una reacción. Y la hubo. 

Donde antes solo había heridos ahora se encontraban soldados con habilidades tan extraordinarias como poder controlar el clima o el agua, hacer brotar plantas de la tierra en un segundo o volverse invisibles. 

La princesa del rayoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora