El chino corría tal cual como si su vida dependiese de ello, tan rápido como sus exhaustas piernas se lo permitían, el sol golpeaba su rostro sin piedad, mientras que su corazón latía con fuerza.
La mochila en su espalda se tambaleaba agresivamente de un lado para otro, y aunque en un principio el asiático había tratado de prevenir aquello, en ese momento no le podía importar en lo más mínimo.
Ya siquiera se molestaba en mirar a los lados, cuando en otras ocasiones amaba hacer turismo ociosamente sin prisa, sin perder un solo detalle, pero... en ese momento estaba tarde, ¡no sabía cuan tarde!, pero tenía certeza de que efectivamente iba tarde, pues bueno, se había perdido, entre calles y calles, vendedores ambulantes, plazas, entre otros sitios que estaban allí con la intención de distraer la atención de quien pasase por allí, había terminado por perderse... entonces cuando por fin alguien supo darle las indicaciones (sin intentar coquetear, venderle algo o intentar que se uniese a alguna secta) ya era demasiado tarde.
¡Pero nada le detendría!, al menos para los últimos treinta minutos llegaría... o eso pensaba.
Y así, sin más, continúa su trote.
Ya para ese momento sus piernas amenazaban con desplomarse y una dolorosa punzada se había hecho presente en sus pulmones.
Entonces, allí estaba. ¡Allí estaba!
El rostro de Yao se enciende de felicidad, y una gran sonrisa se moldea en sus labios.
Se detiene, y justo cuando se dispone a abrir la puerta...
Sus piernas finalmente habían terminado por ceder, cae de rodillas al suelo, temblando un poco y abraza su estómago, mientras con grandes bocanadas de aire trata de recobrar el aliento.
—A-aiyaa...—Murmura con desgano.
"Tengo que regresar a las clases de Yoga aru"
Con determinación se levanta, aún jadeante y con la garganta terriblemente seca ¡No se daría por vencido!
Entonces abre la puerta, y sin siquiera mirar hacia la sala hace una reverencia.
—¡L-lamento mucho la d-demora aru!—dice un tanto avergonzado.
Pero entonces cuando levanta la vista sólo había una sola persona presente, se encontraba de espaldas, frente a un enorme cuadro, a lo cual sólo era visible su espalda y cabello.
El chino desconcertado frunce un poco el ceño, ¿habría llegado al lugar equivocado?, no... no podía ser, estaba 90% seguro de que estaba en el sitio correcto.
Al escuchar la voz del asiático aquella misteriosa persona se voltea, y con algunas manchas de pintura en el rostro (más un montón de las mismas en su ropa y manos) le mira con extrañeza.
Yao le observa con curiosidad, el sujeto no parecía residente en lo más mínimo, era bastante alto, poseía una piel de tez pálida y su cabello era de un tono de rubio tal que parecía casi blanco, incluso sus ojos poseían un extraño color... como... si fuesen violeta.
—¿Mmh?—Sonríe un poco—, creo que te equivocaste de sitio—Responde en un tono dulce.
El asiático abre los ojos de par en par, sus mejillas enrojecen un poco ante la vergüenza de su atraso y recobrando un poco la compostura vuelve a hablar.
—Yo... había venido por las clases... las clases de arte aru—murmura inseguro, vaya que le hacía falta mejorar su puntualidad.
Ante sus palabras el albino ríe un poco.
—¡Pero si esas fueron hasta las cinco de la tarde!
Yao infla un poco las mejillas, ¡no era tan despistado como parecía!
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Aquel Despistado Turista. (Rochu)
FanficItalia, ¡ah que país más hermoso! De todos los lugares aquel era uno de sus favoritos (Por supuesto, después de su país de origen) Que buena suerte haber ganado aquel viaje, nada más y nada menos que un mes entero, ¿se podía contar con mejor for...