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Ace giró la llave dentro de la cerradura y abrió la puerta. A diferencia de otros días, no lo recibió una enorme sonrisa, ni un grito de alegría entonó su nombre o terminó en el suelo del corredor con un peso extra sobre su cuerpo. Lo único que le dio un alegre "Bienvenido", aquella tarde, fue el ensordecedor silencio que reinaba en el departamento.

Los números rojos fluorescentes del reloj digital que descansaba en una de las repisas sobre el televisor eran la única luz que se dejaba ver en la oscuridad que lo recibía, dando la impresión de que estos danzaban sobre la nada, cerró la puerta sin dejar de contemplar aquellos fantasmagóricos números. Siempre había preferido los relojes con manecillas pues le gustaba escuchar el sonido que hacían estas al avanzar, su "tic tac" lo había acompañado cada vez que se desvelaba trabajando o leyendo, pero el otro tenía problemas para leer la hora en ellos por lo que tuvo que cambiarlos por aquellos aburridos relojes digitales que se desprogramaban cada vez que se iba la luz, todo un dolor de cabeza.

Sus ojos se fueron adaptando poco a poco a aquella penumbra hasta que distinguió el sofá de cuatro plazas en forma de escuadra frente al televisor, el pequeño sillón junto a esté donde una pila de colchas descansaba plácidamente, el olor a suavizante llegó hasta él haciéndole recordar que él otro había intentado ayudarlo a lavarlas y vació todo el bote dentro de la lavadora, la mesa de vidrio, en el centro de la sala, donde una carabela a escala permanecía inmóvil como único adorno. En el otro extremo del lugar estaba el comedor, que nunca usaban, la mesa rectangular de madera con sus diez sillas a juego, era quizá el mueble más triste de todos pues hasta la fecha nadie comía en ella, solía utilizarla para trabajar como lo demostraba la pila de papeles, libros y su ordenador que estaban sobre ella. Entre el comedor y la sala sobresalía la cocina con la barra de granito blanca donde solían comer, el frutero estaba vacío, había olvidado hacer el mandado, tendría que ir mañana o de lo contrario él otro terminaría usando aquello como excusa para devorar toda la carne de la nevera.

Apartándose de la entrada se encaminó al pasillo a su izquierda que conducía a las habitaciones, esos tres cuartos fueron los que hicieron que se decidiera por comprar aquel lugar. Las casas eran demasiado caras, pero aquel departamento era casi tan espacioso como una y costaba la mitad, además estaba en una zona tranquila, excepto por su vecino del piso de abajo que hacía sus ruidosas fiestas todos los fines de semana, era perfecto.

Se detuvo frente a la última puerta y la contempló largamente. No se escuchaba ningún ruido del otro lado, pero sabía que él otro estaba allí. Aspiró una profunda bocanada de aire antes de tocar con suavidad, debido al silencio que lo rodeaba, los golpes resonaron en sus oídos con fuerza y sintió como si todo el departamento contuviera la respiración.

─Luffy ─llamó sin siquiera levantar la voz─, ¿puedo pasar?

El silencio fue toda la respuesta que recibió, pero sabía que lo había escuchado, tal vez sería mejor dejarlo solo para que asimilara lo sucedido y hablar cuando estuviera más tranquilo, después de todo era consciente del duro golpe que aquello significaba para el otro, pero tampoco quería dejar las cosas así. Dudo un momento antes de abrir y entrar, pese a la oscuridad que reinaba en el cuarto no tuvo problemas para distinguir la figura de su hermano menor tendido sobre la cama, lo contempló unos minutos notando lo pequeño que parecía antes de acercarse y sentarse a su lado, hundiendo el colchón con su peso.

Ninguno de los dos dijo nada para disipar el silencio que los envolvía con sus negras manos. Al igual que en la sala lo único que impedía que aquellos oscuros brazos los rodearán por completo era la mortecina luz amarilla de un reloj infantil que descansaba sobre el buró junto a la cama. Era la figura de Goku junto a una de las famosas esferas del dragón, en el interior de esta unos grandes números negros indicaban la hora. Esbozó una débil sonrisa y lo tomó con cuidado.

Linaria BipartitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora