01 - Manchester

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Llegué a Manchester a las 5.30 a.m.

Lo primero que hice al bajar del avión fue buscar un hotel y luego ir a desayunar. Me di una ducha y me dirigí en un taxi hacia el salón, que se encontraba bastante cerca.

Abrí mis ojos de manera sorpresiva cuando visualicé el lugar, con sus inmensas dimensiones y su aspecto lujoso.

En el momento preciso en que una señora de cabello oscuro me miró y comenzó a acercarse, mi móvil empezó a vibrar en el bolsillo delantero derecho de mis pantalones. Era Mark, seguramente intentando infringirme culpa por haberlo dejado.

Colgué la llamada sin siquiera atender y me dirigí hacia la puerta del salón.

—¿Anne Cox?—  ella asintió y me extendió una mano en señal de saludo. —Soy Louis Tomlinson, es un placer conocerla.

—El placer es mío. ¿Qué tal el vuelo?— ella puso una mano en mi hombro y me miró con ternura.

—De maravilla— sonreí—, dormí durante todo el trayecto.

—Estupendo.

Anne comenzó a caminar y me vi obligado a seguirla. La entrada al salón parecía la entrada de un gran castillo. Las puertas están hechas de cerámica y un vidrio rosáceo que le dan un toque majestuoso.

—¿Has visto lo enorme que es esto? Llevará mucho tiempo dejarlo listo.

—¿Por eso buscaron un organizador un mes antes de la fiesta?— pregunté.

—Algo así, quiero que todo sea perfecto— Anne me miró fijo mientras hacía énfasis en la última palabra; tragué saliva sintiéndome demasiado presionado. —Mira a tu alrededor, Louis, ¿se te ocurren ideas?

Giré sobre mis talones y examiné todo lo que podía ver. El salón debe tener por lo menos cuarenta y cinco metros cuadrados, sin contar la gran escalera de entrada al segundo piso y el jardín.

Eso es mucho trabajo para una sola persona. De repente, me sentía sofocado. 

Me rasqué la nuca y me mordí el labio inferior, pensando. Podría pedir cortinas de raso para cubrir algunos de los ventanales , y también podría aplicar un par de reflectores de luz tenue para crear un ambiente cálido.

Anne me miró expectante, le sonreí con seguridad y crucé los brazos sobre el pecho.

—Ya tengo un par de ideas rondando pero necesitaré saber las medidas exactas antes de hacer nada.

—¡Y las tendrás!— Anne hizo un ademán y me indicó que la siguiera. —Ven, te presentaré a PJ.



 PJ resultó ser el hijo del hombre que construyó el salón años atrás. Aunque sabía la respuesta a cada pregunta que yo hice acerca de la construcción, me pareció bastante idiota. Lo vi como el típico veinteañero fracasado que se refugia en videojuegos baratos. Demás está decir que no me cayó nada bien.

Hasta las diez de la mañana me dedique específicamente a realizar llamadas aquí y allá, a anotar nombres y datos, y a buscar objetos de decoración en la laptop que me prestaron.

Me encontraba sentado a una mesa cuando Anne apareció y cerró la agenda en la que había estado escribiendo las cosas que yo había considerado "importantes" y "relevantes". La miré con confusión cuando no permitió que volviera a escribir ni una sola palabra más.

—Has trabajado toda la mañana y sólo es el primer día, relájate Louis.

Sacudí la cabeza y sonreí avergonzado. Con treinta años de vida bien cumplidos y siete años trabajando como organizador de eventos, me acostumbré al trabajo rápido y sin pausas.

El decorador [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora