Una exlicación vaga y una sonrisa ladeada.

776 72 6
                                    

Me despierto abruptamente, agitada y jadeante. Son las diez de la mañana cuando abro los ojos, pero no he dormido en toda la noche. Las pesadillas me atenazan como una mordaza tan fuertemente apretada en mi pecho que me impide tomar aire.

Una y otra vez revivo el recuerdo de sus manos tocándome, de su malvada sonrisa, y de sus ponzoñosos susurros que se colaban en mi como un veneno que me oprimía, y me impedía reaccionar.

Solo cuando estoy a punto de llegar a la cabaña trece, a punto de salvarme, una mano me agarra del hombro y me impide seguir. Entonces es cuando suelo despertarme.

Siento un cuerpo a mi lado en la cama, pero ni si quiera me sobresalto, ya que se que es Nico. Lo se incluso antes de mirarlo. Su piel fría y marmórea, su característico olor a muerte. Es un olor dulce y somnoliento. Como la muerte en si misma, supongo. Todo eso, sumado a la sensación de seguridad que siento siempre que estoy cerca de él, es lo que me hace reconocerle.

Le quiero. Muchísimo. Tanto que duele. Y se que él me quiere a mi. Lo se por su forma de mirarme. Por esa sonrisa torcida que me regala solo a mi. Por el modo en el que se mueve cada vez que yo me muevo, siempre sincronizado. Hace años que no tenía a una persona que me quisiera así. Desde que mi madre murió, mi hermana se volvió un poco distante. Seguía siendo cariñosa, pero yo la notaba muy lejos. Por eso no pude permitirme derrumbarme. Porque si lo hacía en aquellos momentos, sabía que la familia quedaría rota para siempre. Más aún si cabe.

Noto que mi respiración se ha calmado, y que mis latidos han adoptado una cadencia mas normal.

Me tumbo de nuevo en la cama junto a Nico, sin intención de dormirme, solo de pasar este momento junto a él.

-¿Estás bien? - ahora sí me sobresalto. Jopé. Nico es silencioso hasta decir basta, ni si quiera me había dado cuenta de que se había despertado.

Suelto una risilla por mi exagerada reacción.

Noto que me mira fijamente, así que sonrío tratando de aparentar que estoy bien. Y casi lo estoy.

- Me has asustado. - exclamo, aún sonriendo. - No he notado cuando te has metido en la cama.

Él me regala una sonrisa completa, con todos los dientes, y yo me permito sonreír de verdad.

- No me extraña, duermes como un muerto, y mira que yo se de lo que hablo - eso me hace reír, y le doy un pequeño codazo en las costillas. Él finge que le ha dolido, pero no actúa muy bien. Suelto otra risilla, mas, él se vuelve a poner serio. - Pero eso no contesta a la pregunta, ¿estás bien?

- Solo ha sido una pesadilla. - le digo tratando de sonar convincente- Nada por lo que tengas que asustarte. Si tú estás conmigo, se que nada malo puede pasarme.

Eso parece relajarle, y suelta una bocanada de aire que no sabía que estaba conteniendo.

Pasamos la siguiente media hora en un silencio cómodo y tranquilo, tan solo disfrutando de la compañía mútua.

Al final, él pregunta;

-¿Alguna vez las echas de menos? A tu madre y a tu hermana.

Parece un poco temeroso al pronunciar la pregunta, como si temiera romper el silencio que reina en la habitación. Pero seguramente su temor no tenga nada que ver con eso, si no mas bien con mi respuesta. Tal vez piense que me voy a enfadar y mandarle a la mierda. Si fuera otra persona, lo haría, pero con Nico no tengo problemas. Entre nosotros siempre ha habido una norma implícita de no preguntar por el pasado. Pero tal vez se esté rompiendo.

Jason me contó que Nico tuvo una vida dura, pero yo nunca le he preguntado por ello. Ya me lo contaría cuando estuviera listo. Ahora creo que se va a abrir conmigo, y estoy emocionada de que confíe tanto en mi como para hablar de esto. Así que contesto sin un segundo de duda o titubeo.

- Siempre. A todas horas. No pasa un día en el que no deje caer una lágrima por ellas, por la vida que podían haber tenido. Porque nunca llegaré a ser tía, porque mis hijos no tendrán abuela. Pero acabas por aprender a convivir con ese dolor. A vivir de él y que te ayude a tener fuerzas para seguir. Siempre estarán vivas en mi recuerdo.

Después de haber dicho estas palabras, me siento aliviada, como si hubiera liberado una carga que no era consciente de haber estado cargando.

Nico parece cavilar sobre mis palabras, como si le hubieran dado mucho en que pensar. Sus ojos negros resplandecen como luceros en la oscuridad.

Toma aire antes de empezar a hablar.

- Yo nací en Italia, ¿sabes? Aunque seguro que alguien ya te ha contado la historia. Y seguro que me compadeces. ¿Verdad? Pobre huerfanito. Uno de mis mayores temores era que estuvieras conmigo por pena. Pero ya me has demostrado que no.

Esas palabras me golpean como un mazo.

- ¿Eres huérfano? - le pregunto como única respuesta. El comentario de que estaba con él por pena es tan absolutamente estúpido que no se merece una mención si quiera.

Él se muestra sorprendido, tal vez demasiado.

-¿No lo sabías? Vamos, todo el campamento conoce la triste historia de Nico - dice en tono de burla, pero con un trasfondo de vulneravilidad.

Yo me acerco y me tumbo encima de él, ahora estamos rostro con rostro, pecho con pecho.

- Nico, te juro que no se nada. Jason me dijo cuando te conocí, que habías tenido una vida dura. Preferí no indagar. Cuando empezamos una relación sentí curiosidad - noto como él bufa debajo de mi-. Pero preferí esperar hasta que tú estuvieras listo para contármelo.

Él seguía pareciendo dudoso, y un poco impresionado por mi revelación.

- ¿De verdad?- yo asiento con la cabeza y le doy un pequeño beso en los labios.

- Te quiero. - me dice después de un momento de silencio.- Y a cada instante te quiero mas.

Yo le doy otro beso como respuesta y le insto a hablar con la mirada.

Él suspira.

- Bueno, supongo que lo sabrás todo sobre la profecía de los siete - yo asiento, Jason me lo contó poco después de llegar al campamento. - También sabrás que los Tres Importantes no podían tener hijos. - asiento de nuevo. - Yo nací antes de que se firmara ese pacto, por lo que, en realidad, Hades es el único que lo cumplió del todo.

Esta nueva información me deja en shock. Las fechas no cuadran.

- Pero eso es imposible, ¿cuando naciste tú? El pacto se firmó hace mas de treinta años. Tu no tienes treinta años. - la diversión de su mirada me hizo dudar - Porque... Tu no tienes treinta años, ¿verdad?

Él se limita a sonreirme con ternura y amarga diversión.

--------

MIL PERDONES.
No, mil millones de perdones por no haber publicado antes. Lo siento, de verdad. Pronto volveré a publicar.

Besitos de sombras. Os quiamo.

Before the after... (Nico di Angelo) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora