17. "Bruce" (Editado)

866 83 6
                                    

Capítulo 17.

La vida muchas veces está en contra de que seamos felices, a veces deseas volar un cometa pero no puedes hacerlo por la tormenta que se está acercando, a veces deseas armar un castillo de arena pero el agua lo inunda por completo, a veces deseas ser feliz pero llega la tristeza y te propina uno por la cara, claro, como lo hizo Thomas conmigo.

Y se estarán preguntando…

¿Que pasó?

Dejenme decirles que ni yo lo sé con exactitud, pero aquí va la breve reseña…

Dominik, ese chico tan dulce, me había protegido hasta el último, prácticamente dio la vida por mi ¿por qué? No lo sé, pero tengo en cuenta que sólo él sería capaz de dar todo, hasta lo que más vale para él en la vida.

Desearía con todas mis fuerzas estar a su lado en este mismo momento pero es imposible. Los obstáculos se hicieron más fuertes, más amargos y ni siquiera me da la oportunidad de saber acerca de su vida, pero está claro, él me odia…

—Vete, por favor —él ni siquiera me miraba, estaba recostado ligeramente por la camilla del centro de salud, se veía más pálido de lo normal.

Realmente no entendía el por qué de su actitud.

Una semana después del accidente decidí visitarlo y me viene con que quiere que me vaya y eso realmente me dolía.

—¿Qué? ¿Por qué? —quería acercarme, pero mis pies se sentían como imanes hacia el centro de la tierra.

El silencio reinó una vez más, escuché como suspiraba mientras apretaba la mandíbula.

—Solo vete o haré que te saquen de aquí —volvió a decir en un susurro.

Mi corazón latía con impotencia, sentía como mis uñas se incrustaban en la palma de mi mano y las ganas de llorar se hicieron presentes.

—Pues tendrán que sacarme a la fuerza, no me moveré de aquí hasta que me digas que ocurre —no me rendiría tan fácilmente, no después de lo ocurrido.

—No tengo por qué darte explicaciones, no somos nada, ni siquiera amigos, tu misma lo dijiste.

—Y una mierda, no vengas con eso que sucedió hace más de tres meses, ahora todo es diferente, yo…

—¡Cállate! —exclamo de repente dándome el susto de la historia, nunca lo había visto así.

Los ojos comenzaban a picarme y el labio inferior a temblar.

Me armé de valor por última vez.

—¿Quién es Bruce? —a él pareció sorprenderle mi pregunta ya que se gira rápidamente hacia mi con los ojos bien grandes.

—¿Q-Que?

—Lo repetías mientras dormías —musite mirando el piso.

—Tal vez fue tu imaginación, no conozco a ningún hombre cuyo nombre sea ese —dijo un tanto aturdido y aún con el ceño fruncido.

—No te creo —escupí furiosa ya con lágrimas en los ojos.

—No me importa —susurro él aún mirando a un costado, evitando mi mirada.

No articulé ni una sola palabra después de eso, di media vuelta y salí de aquel cuarto sintiéndome totalmente triste y culpable.

Él tenía razón, si seguía cerca, el peligro lo atacaría nuevamente a él y no quería ser un estorbo en su vida.

Me crucé en el pasillo con su madre y como lo había hecho anteriormente cuando había llegado, me miró de una forma indescriptible, si era posible, ella también me disparaba con la mirada.

¿Quién se podría imaginar?

Una chica de casi dieciocho años, sola, sin madre ni padre. Literalmente sin nadie.

Ya no tenía a quién amar, nunca lo tuve ya que me lo dejaron bien en claro. Tal vez esto de estar sola sea lo mío. ¿Que haré ahora? ¿simplemente crear una nueva vida y empezar de cero?

¿Que tan malo podría ser estar sola?

Ya no sabía ni en qué lugar me encontraba ni en qué estaba pensando. Seguramente pasaría la noche en la calle aunque sería imposible pegar los ojos.

Paré un autobús que venía a lo lejos y me subí en él con rumbo a la nada. Después de todo, una vida se empieza sin conocer a nadie.

.

.

.

—Oye… chica.

Alguien me sacudía ligeramente del hombro, no me había dado cuenta que me quedé totalmente dormida. Aún estaba en el autobús en marcha y a mi lado se encontraba una persona que antes estaba parada y ahora sentada.

—Hace más de dos horas que estás viajando, ¿Vives por aquí? —preguntó éste.

Era un chico con el cabello totalmente violeta y con gafas redondas que por cierto, se veía muy tierno.

—Ehm, yo… —no sabía que palabras exactamente explicarían el por qué de mi parada. —¿En donde estamos?

—Lo sabía —soltó una pequeña risa. —No eres de aquí, por alguna razón te perdiste o simplemente quisiste estar lejos de todos tus conocidos.

Y así fue como hice un amigo, en el bus y en una ciudad que desconocía. No fue una buena manera de comenzar una vida, pero era mejor olvidar aquellos recuerdos que simplemente te destrozaban, y para mí, una adolescente, sería mucho más difícil comenzar una vida, conseguir un empleo, dejar los estudios y buscar un techo en el cuál vivir.

Éste nuevo amigo cuyo nombre es Milo, me ayudó a buscar un lugar en donde quedarme hasta conseguir un trabajo y antes de eso, nos tomamos un café en aquella ciudad llamada (***) y también me había dicho que era una buena ciudad pero que tenía su lado oscuro, ese lado oscuro que sólo se revelaba en las noches y ocurría en el lado derecho de la ciudad. Para qué mentirles, me dio tanta curiosidad que una noche cometí el error de adentrarme a la zona oscura, cometí ese error por el cuál nunca me arrepentiré de haberlo cometido.

Jamás creí en Él (Dominik Santorski)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora