Hipo POV
Me sobé el cuello, adolorido, mientras miraba a Dana con los ojos entrecerrados.
-¿Qué? -cuestioné aturdido.
-Tú. Eres. Idiota -repitió, tomándose su tiempo para pronunciar cada una de las palabras como si fueran frases independientes.
-¿Por qué? -inquirí malhumorado.
Dana abrió la boca para responderme, pero echó un vistazo a su alrededor. Todos nos estaban observando, estoicos. Incluso Astrid mantenía el hacha en alto, sin moverla ni un milímetro, pese a su peso; y Mocoso seguía en el suelo, con la pierna de la rubia vikinga sobre su pecho, sin hacer amago de apartarla. Pareció pensarse mejor sus palabras, porque cerró la boca e inspiró hondo.
-¿De verdad crees que no es... recíproco? -preguntó, sentándose de nuevo a mi lado. Habló en voz baja. No lo suficiente para considerarse un susurro, pero sí para no compartir con todos la conversación.
-Obviamente. Todo este tiempo Astrid me ha tratado únicamente como un amigo.
Clavé la vista en el suelo durante un par de segundos. Al volver a alzarla, me crucé con la mirada preocupada de Astrid. Sentí un ya conocido hormigueo en el vientre. No tardó ni un segundo en desviar la vista y forzar a Mocoso a retomar la batalla.
-¿Por qué?
-¿Por qué qué?
-¿Por qué piensas eso?
-¿El qué?
-¿En serio vas a seguir evitando la respuesta con este diálogo de besugos?
Me rasqué la frente al percibir que Dana estaba enfadándose con mis evasivas. Me aparte el fleco de la cara, repentinamente cansado, antes de revelar lo que pasaba por mi mente.
-Es cierto que Astrid y yo conocemos la existencia del otro desde que nacimos. Hemos vivido siempre en esta isla. Pero no hemos empezado a conocernos, a entendernos, hasta hace relativamente poco. Solo sé que Astrid, ahora que ha dejado caer su máscara de chica dura, está dándose a conocer al mundo tal cuál es. Quién sabe, quizás incluso se esté conociendo a sí misma. Por ello, para mí es imposible saber lo que está pensando. Si esto hubiera pasado antes de todo, sus reacciones conmigo me habrían llevado a ese pensamiento casi seguro. Pero ahora no sé qué pasa por la cabeza de Astrid, no sé lo que siente ni lo que piensa. Y tengo miedo de que mis sentimientos nublen mi juicio y enturbiar sus intenciones con mis deseos.
Escuché a Dana inspirar hondo. Permaneció en un inquebrantable silencio durante varios minutos. Solo se escuchaba el rugido fiero de los metales chocando, como una melodía de fondo.
-Te entiendo -soltó al fin-. ¿Pero no te has parado a pensar que Astrid te trata diferente que al resto? Como la vez que te besó ante todo el pueblo.
-Sí, más de una vez. Pero es lo que te decía antes, no sé cómo actúa Astrid con un amigo y con un novio. No sé encontrar la diferencia porque no conozco su comportamiento en ambas situaciones.
-Yo no veo que trate a Chusco ni a Patapez igual que a ti.
-Tampoco a Mocoso -apunté, sin perder de vista el fino sonrojo que tildaba sus mejillas-. Creo que es porque me ve como alguien inofensivo. Sé lo que es sufrir las críticas y las altas expectativas de la sociedad. Aunque yo haya sido un desastre y ella un genio vikingo, ambos hemos estado en una posición bastante similar. Yo, por ser yo mismo, pude escapar de mi jaula. Astrid puede sentirse identificada conmigo y sentirse en armonía por ello. Sabe que la voy a comprender, que no la voy a juzgar por buscar la forma de romper su propia celda.

ESTÁS LEYENDO
Fly with me
FanfictionAdolescencia, hormonas revolucionarias, un reencuentro, una bandera roja, una bestia, una rosa, dos parejas sin rumbo fijo y un beso robado. Astrid está a punto de conocer a un Hipo totalmente diferente ante unos nuevos ojos azules como el océano ¿E...