Crónica del fin de una era.
Estos sucesos transcurrieron seiscientos años antes de la historia del gran héroe Drak, y cuentan cómo se produjo la separación del mundo en dos territorios diferenciados. Uno de éstos dominado por la magia y el otro dominado por las leyes físicas.
La guerra había durado ya más de cincuenta años, ésta enfrentaba a los reinos del oeste de los reinos oscuros del este.
Los dos reinos del oeste eran de dos razas distintas. Por un lado estaban los humanos seres de vida corta y sin gran fortaleza de espíritu pero que debido a que se reproducían rápidamente y a su unidad, habían formado una gran nación. Tenían vagos conocimientos de magia; sólo unos pocos humanos eran hechiceros y no demasiado poderosos comparado con las otras razas con las que compartían el mundo. Adoraban a gran cantidad de dioses menores pero por encima de ellos se encontraba el dios de la luz Délmir, padre de los demás dioses de la luz.
Los aliados de los humanos eran un gran reino de seres parecidos en apariencia a ellos pero con una gran fuerza tanto mental como física: los Alantar. Éstos podían llegar a vivir cientos de años pero en todo ese tiempo solo podían tener un vástago. Una vez que lo tenían perdían la capacidad reproductora tanto el macho como la hembra. Eran más altos que los humanos, tenían una mirada felina y sus pieles tenían distintas tonalidades. Unos tenían la piel con un brillo dorado, otros plateado, otros azulado y así una gran cantidad de tonalidades dependiendo de la familia a la que pertenecían. Estos colores no eran en realidad el color de su piel sino un aura que les rodeaba dándoles una apariencia divina. Su único dios era Délmir y consideraban a los dioses menores iguales a ellos; es decir, se consideraban ellos mismos seres divinos.
Los reinos del este eran un misterioso y oscuro conjunto de feudos gobernados por señores encerrados en sus castillos pensando como dominar el feudo contiguo y usando la magia para crear abominaciones que hagan poderoso su ejército. Cada cierto tiempo uno de los señores conquistaba gran parte del territorio matando a los otros formando un ejército gigantesco dispuesto a hacerse con el poder del mundo. El señor que esa vez se hizo con el poder fue Skander un poderoso mago y guerrero que durante cientos de años estuvo aniquilando a sus rivales hasta dominar todo el este. Pero su sed de poder no acabó ahí. Después de doblegar a todos los reyes oscuros que no había matado se propuso dominar también el oeste. Consiguió que todos los alantares tuvieran que abandonar su reino tras grandes batallas de millones de combatientes replegándose en el reino humano.
Tras diez años de asedio a la capital de los hombres, la guerra continuaba en tablas. Pero humanos y alantares recluidos tantos años en la fortaleza del ocaso empezaban a desesperar. Su punta de lanza, los dragones de la luz cada vez eran menos, sus adversarios, los dragones de la oscuridad aparecían oleada tras oleada y causaban bajas entre las filas del bien. A parte, miles de soldados enemigos atacaban cada pocos meses consiguiendo menguar las tropas de los defensores del castillo.
Para colmo, uno de los generales de los alantares, seducido por las promesas de poder del maligno Skander traicionó a sus aliados y mediante un hechizo creado por los hechiceros de la oscuridad hizo enfermar a los dragones del bien dejando sin defensas la fortaleza. Los malvados reptiles bombardearon con fuego, ácido y rayos a las tropas que quedaban defendiendo las murallas y las torres.
Pero ocurrió un milagro. Una luz cegadora iluminó el cielo y de él surgió una gigantesca figura. El suelo temblaba con gran estruendo, los dragones malignos huían desesperadamente y las tropas oscuras se retiraban en desbandada. La inmensa figura descendió hasta el suelo. Era más alta que el castillo. De entre su aura se distinguía un ser con una armadura azabache y dorada con una corona enjoyada sujetando una melena plateada que le llegaba hasta la cintura. Su rostro no era ni de hombre ni de mujer sino una mezcla. Su belleza era tranquilizante y a la vez aterradora. Era Delmir dios del bien y el mal. Los cientos de miles de personas y seres demoníacos que participaban en la batalla se quedaron bloqueados cuando el titán empezó a hablar. Su voz era doble o triple, o quizá más voces aún formaban esa voz poderosa. Se distinguían voces dulces, unas de hombres y otras de mujeres, mezcladas con voces oscuras y malignas.
-¡Escuchadme mortales! Hasta ahora os he permitido que viváis con libre albedrío pero esto se ha acabado. La balanza entre el bien y el mal se ha descompensado. El mal se ha apoderado de toda la superficie de la tierra. Al principio decidí arrasar el mundo y comenzar de cero pero tengo otra solución. Voy ha devolver a todos los seres malignos a los oscuros territorios del este donde volverán a crear el mal primigenio, tan necesario como el bien. Los seres humanos puesto que se han visto involucrados en esta guerra sin pretenderlo mantendréis vuestros territorios. Pero seréis privados de toda magia y además ningún dragón permanecerá en vuestros dominios. Y los alantares, representantes de la neutralidad, irónicamente uno de vosotros es el culpable de la descompensación de la balanza. Volveréis a vuestro reino, pero por culpa de ese traidor no podréis regresar al reino humano. Levantaré una barrera infranqueable que os condenará a vivir en constantes guerras contra los reinos del este. Así quedará la luz a un lado de la barrera y la oscuridad al otro. Esta es mi última intervención directa en el mundo. A partir de ahora deberéis mantener el orden vosotros mismos.
Dicho esto, todo ser no humano fue trasladado al este y con un ruido ensordecedor surgió del suelo a lo lejos una inmensa cordillera que fue llamada las montañas inexpugnables.
Los siglos siguientes los seres humanos vivieron en paz y se dividieron en distintos reinos. Hubo guerras pero éstas no hacían más que crear el necesario mal.
Al otro lado de las montañas la guerra continuó hasta nuestros días.
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Azote de Dragones
FantasíaDrak es un joven criador de caballos que descubre la verdad sobre sus orígenes: Es el hijo de un antiguo jinete de dragones. Para él y para casi todos, los dragones eran seres de leyenda pero al parecer se equivocaban. Esta revelación le provocará d...