Segunda batalla por la Ciudad del Ocaso, tercera parte:
Délarus vio complacido como el general Tarp acababa el trabajo de destruir los dos carros de combate restantes. Mientras el general Redar caminaba de un lado a otro intranquilo, estaba ansioso por entrar en combate.
– Mi señor, permítame realizar el siguiente ataque. Mis dragones violetas están preparados y esté seguro de que harán mejor el trabajo que esos dragones verdes.
El interpelado hizo como que no le había oído.
– Señor, dígame solamente cuando tiene pensado que ataque con mis fuerzas.
Délarus se levantó del trono que tenía en el puesto avanzado y se acercó a su general tanto que éste se estremeció de miedo. La tranquila mirada y la media sonrisa de su señor podían hacer temblar al más valiente guerrero de la tierra.
– General, sabe perfectamente que sus dragones están mejor preparados para luchar con otros dragones en el aire y aquí por el momento no hay dragones enemigos. Esté seguro que cuando lo necesite usted y sus dragones entrarán en combate.
– Pero…
De un fugaz movimiento Délarus sacó bajo su capa una elaborada daga de hoja negra y se la colocó en el cuello a su general.
– Una palabra más y seré yo quien comande sus tropas.
Aterrorizado, Redar se dio la vuelta y se alejó del puesto avanzado. Wistlex que dormitaba junto a su amo abrió un ojo y siguió con su mirada al atemorizado guerrero, mientras, Délarus volvió a sentarse en su trono.
– ¿Dónde estás maldito? Déjate ver – murmuró el malvado señor oscuro.
Al este, los primeros rayos de sol se asomaban sobre las Montañas Inexpugnables y Délarus parecía dubitativo. Varios minutos pasaron hasta que tomó una decisión.
– Avisad al general Tarp.
Un par de minutos después se presentó el general Tarp ante Délarus.
– Aquí me tiene, mi señor.
– General, prepare a todas sus tropas de asalto. Le voy a encomendar una importante misión. Necesito que secuestre al rey de Ridebor. Probablemente se encontrará en la torre central de la ciudad. Estará bien protegido pero unos pocos de los suyos deberían poder infiltrarse sin problemas. Cuando le tenga preso suba la azotea de la torre y yo me encargaré de que lo recojan.
– Entendido mi señor, lo haré. Pero ahora que ha amanecido me será difícil infiltrarme en la torre sin ser visto.
– No se preocupe, yo crearé una distracción.
– Muy bien mi señor, en unos minutos estaré preparado.
El general Tarp se alejó hacia donde estaban los dragones grises, mientras, Délarus montó sobre Wistlex y alzó el vuelo sobrevolando el ejército. Levantó una mano y una luz roja muy brillante se encendió sobre ella. Esa era la señal de ataque.
Lentamente todo el ejército de pútridos worms empezó a avanzar seguido por los dos gigantes Kantris. Además los dragones rojos se pusieron en formación con Wistlex.
ESTÁS LEYENDO
Azote de Dragones
FantasíaDrak es un joven criador de caballos que descubre la verdad sobre sus orígenes: Es el hijo de un antiguo jinete de dragones. Para él y para casi todos, los dragones eran seres de leyenda pero al parecer se equivocaban. Esta revelación le provocará d...