el beso

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Todo era tan aburrido, un día cualquiera entre semana. Dio tantas vueltas en su loft buscando alguna imperfección; los libros estaban acomodados alfabéticamente, y los libreros relucientes sin un atisbo de polvo al igual que el lustroso piso. Presidente Miau dormía plácidamente en una almohada de color rojo con bordados dorados que resaltaban más brillo.

Magnus Bane, el gran brujo de Brooklyn estaba sin nada que hacer; podría llamar a Alec, con el pretexto de preguntar sobre su estado después del ataque del aquel demonio mayor. Suspiró y, con la elegancia de un felino, se sentó en un sofá de satén color dorado con detalles en rojo y plata. No dejó de pensar en los ojos azules de Alec y su cabello negro que resaltaban su pálida piel, por un momento recordó a alguien similar de hace cien años, Will Herondale.

Sonrió al recordar la fobia del joven a los patos, y el amor a la chica y su parabatai; su sonrisa se esfumó al recordar a Camille y como se burló de él. Se negó a recordar ese dolor y, en un gesto inconsciente, apoyo su barbilla sobre su mano en puño, en un instante cayó en un profundo sueño que implicaba cabello negro y ojos azules. Un timbre lo despertó y con voz somnolienta habló

-¿Quién hoza molestar al "Gran Brujo de Brooklyn"?-una tímida pero masculina voz sonó a través del interruptor.
-Alec... Alec Lightwood.

Sorprendido se levantó y corrió a abrir la puerta, al llegar a ella respiró y la abrió con un chasquido de dedos revelando al joven cazador de sombras quien lo vio de regreso con sus inocentes ojos azules.

-¿Estás ocupado?-titubeo un poco pero fue al grano, era un punto a favor. A Magnus le dio curiosidad el saber que hacía allí a estas horas y sobre todo, solo.
- Creo que fue una mala idea venir.
-No, estoy solo. Pasa -el Brujo le guiño un felino ojo a Alec y se movió a un lado para dejarlo pasar.

En realidad era un excusa pobre para contemplar desde atrás. A pesar de que su suéter flojo y roto de los codos era holgado, se alcanzaba a notar sus músculos; inmediatamente la imaginación de Magnus viajó a tenerlo en su cama en miles de posiciones que le encantaría prácticar. Sus ojos se dilataron y casi choca con él.

-Sientate donde gustes.- observó que el joven se sentó en el sofá donde hace poco el estaba, incluso un insignificante movimiento que Alec hacia, era percibido por Magnus; las manos temblorosas y el repiqueteo de su pie, además de que agachaba la mirada.-Se te ofrece algo para tomar, un té quizas.
-Seguro

Magnus, en su mente veía un té negro y chasqueo los dedos, al instante Alec lo sostenía con los ojos bien abiertos- ¡Por el ángel!

Al Brujo le encantaba aquella expresión, le causaba gracia.-Y... ¿Qué es tan importante?

-Bueno yo... Quería agradecerte por salvar mi vida. Sé que no es tu obligación o prioridad, así que gracias.

Sorprendido, Magnus se quedó sin palabras. A su lado, Presidente Miau despertaba y maullaba para recibir el cariño de su amo. El Brujo tomo al pequeño gato.

-Creo que es hora de irme.-Alec comenzó a levantarse de sus asiento pero Magnus fue rápido y se lo impidió.

- ¿Tan rápido te vas? -acariciaba el suave pelaje del gato y observó como aparecían pequeñas manchas rojas en las mejillas de Alec. Sintió que ganaba, ¿pero en realidad que estaba ganando?- Sería una pérdida de tiempo sólo venir a agradecer. Aunque es muy raro
-¿Raro? ¿De un cazador de sombras?
- De un Lightwood, pero más aún tus ojos.
-Los Lightwood que conociste, ¿no tenían los ojos azules?
-Monstruos de ojos verdes les dicen.
-Mi hermana, Izzy dijo que yo te gusto.

Esa declaración lo tomó por sorpresa pero lo oculto demasiado rápido, aunque era cierto, le gustó Alec, era física y mentalmente perfecto, sólo necesitaba algo para poder arriesgarse y sentirse amado y volver a amar.

-¿Acaso tenemos doce años? No recuerdo haberle dicho algo a Isabelle.
-También Jace me lo dijo... Dijo que te decepciono ver que no era yo cuando subió.
-Ciertamente Jace es un bocaza.- Magnus sabía que Jace era un chico valiente aunque a su vez, estúpido. Además que le apagaba el brillo que tenía Alec.- Pero tu no, no veo maldad en ti.
-¿Quieres salir conmigo?.- Alec estaba rojo como un tomate mientras que, Magnus intentaba no soltar una risilla. Adorable, pensó el Brujo.
- ¿Lo vez? Sincero
- Creí que aceptarías
- ¿Alguien sabe que eres gay? Digo porque no por el hecho de que no te gusten las chicas te vas a lanzar con cualquier chico, hay quien te gusta y quien no.
- Mi hermana y... Clary, ¡pero lo supo por accidente!
-¿Tus padres?¿Jace? .-El joven negaba enérgicamente y Magnus llegó a pensar que se lastimaría el cuello.
- No quiero que se enteren, en especial Jace.
- Deberías decírselo...

En una vana conversación sobre la sexualidad de Alec y que este le dijera a Jace, Magnus supo que sería darle largas a lo mismo, tal vez con el tiempo Alec tendría el valor de decirlo. Contempló al susodicho, sus mejillas se tornaron rosas e inclino la cabeza mientras suspiraba para hablar.

- Yo... Jamás he besado a alguien.- las palabras tomaron por sorpresa al Brujo.- hombre o mujer, nunca he salido con nadie.
- ¿Enserio? -no lo creía y le parecía dulce y sensual. Magnus ya planeaba su siguiente movimiento.
- No un beso de verdad.

Magnus se levantó con elegancia y añadió:

- Entonces... ¿Viernes en la noche?
- ¡¿En verdad quieres salir conmigo?!
- Deja de jugar al difícil de conseguir, Alec; complica las cosas. Venga te acompaño a la puerta.

Espero a que su atractiva visita se levantará y lo escuchaba murmurar sobre que pretextos podía inventar para salir solo a su encuentro. Al Brujo no se le olvidaba acerca de que Alexander no había besado a nadie, quería ser su primera vez. Fue un deseo egoísta que anhelaba y se vio tentado, era su oportunidad. Al llegar a la puerta de entrada se detuvo y vio los rosados labios del cazador de sombras.

- Así que... Ningún beso
- No...

Magnus lo besó. En un instante de duda pero lo hizo y movía sus labios llenos de siglos de experiencia sobre los inexpertos de Alec quien, dudo pero lo correspondió abriendo la boca, dejando que el Brujo explorará toda si cavidad bucal con la lengua. Magnus escucho un gruñido proveniente de Alec, lo que lo motivo para tomarlo de la cinturilla del pantalón y acercarlo más a él. Sintió que unas temblorosas manos se abrían pasó por debajo de su camisa y exploraban si espalda, esta vez un gemido se le escapó y sus pulmones pedían a gritos oxígeno.

Se separó deseoso de más. Las manos de Alec no dejaban de acariciar y apretar su espalda, por lo que se acercó a la pálida piel del cuello y beso y succiono sonriendo para sus adentros y sabiendo lo sonrojado que estaría el Cazador, se alejó, dejando una marca que de ser color rojo a morado y se alejó tomando aire.

- Muy bien, ya has sido besado, ¿hasta el viernes?

Chasqueo los dedos y la puerta se abrió. Alexander pasaba por ella con la respiración irregular y las mejillas sonrojadas, adorable. Después que Alec pasó, Magnus se posicionó en el marco de la puerta esperando la respuesta. Alec volteo y lo jalo con fuerza, conectando de nuevo sus labios en un beso urgente. Magnus impresionado estaba a punto de profundizarlo, pero Alec se separó muy rápido para el gusto del Brujo.

- ¡Hasta el viernes!

Se dio la vuelta y corrió. Magnus escucho un "¡Si!" y sonrió ante eso. Se dio la vuelta y cerró la puerta como lo haría cualquier mundano. Se dejó caer perezosamente en su sofá pensado en aquellos ojos azules e inocentes. Esconden tanta ingenuidad y pasión reprimida; y esos labios hinchados después del beso, instintivamente Magnus tocó los suyos. Quería más, necesitaba más.

Pero tendría que ir algo lento, la cita ya era un gran avance entre ellos. La cita, eso lo emocionó muchísimo, ya tenía años de no salir con alguien que le importa romanticamente.

Malec (One Shots) #MalecAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora