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Ciudad de la Primera Vez

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Era el segundo día en París. Alec estaba tomando un fresco café en una pequeña cafetería rústica. Se le notaba incómodo ya que estaba solo y esperaba que Magnus saliera de una tienda de ropa que, anunciaba ser el último grito de moda, resoplo, a este paso el loft estaría lleno de ropa brillante y colorida. Un chico de cabello color avellana y ojos verdes se sentó frente a él.

-Bonjour beau, nous allons prendre une promenade ?

Alexander se quedó mudo, no sabía lo que el mundano le decía y sólo deseaba que Magnus llegará lo más pronto posible pero el Brujo parecía tardar una eternidad. El chico frente a él sonrió de una manera perversa y eso le hizo sentir desconfianza.

-No sé quién eres-titubeo el nefilim-pero te pido amablemente te retires.

El francés levanto las manos en señal de rendicion. Se levanto de la mesa y pasó por un lado de Alec, se inclinó hacia el y en un movimiento rápido le dio un beso. Alexander reaccionó rápido y lo tomó del brazo, empleo mucha fuerza para hacerlo volar y rotar para al final caer en la mesa con un fuerte estruedo. Varias personas se congregaron para cotillear acerca de lo ocurrido; Alec se levantó de la silla y como un acto de reflejo se fue abochornado caminando rápido, se olvidó de Magnus, lo único que quería era poner distancia de aquel lugar. Chocaba con varios hombros e incluso tumbo a una niña pequeña a la que levantó con amabilidad y mascullo un "lo siento".
Perdido, en una ciudad desconocida totalmente a las 5 de tarde, sin su novio. Si este empezaba a ser un día de mierda.

Entro a un local llamado "Coeurs et alcool". No había mucha gente, salvo 4 chicos repartidos en los sofás de terciopelo en las esquinas. Se acercó a la barra donde un barman alzó las cejas al notar su presencia, agachado e incómodo miro al atractivo hombre de ojos color miel y cabello al contraste.

-¿Co-como puedo llevar al hôtel maison souquet?-pregunto esperanzado a que le entendiera.
-Oh es fácil-le contestó el castaño en perfecto inglés.- sólo que no puedo llevarte ahora mismo, pero mis amigos pueden hacerte compañia en lo que acaba mi turno.

Alec estaba dudativo pero el barman y los 4 chicos no eran del submundo, ni demonios, sólo simples mundanos y no creía que supusieran peligro alguno así que aceptó. El chico les hizo señas para que se acercaran y así lo hicieron.

-Hola, ojitos azules. Soy Jean.
-Yo soy Francois.
-Antoine y este es mi hermano gemelo-señalo a él chico que de habia situado al lado de Alec-, Anthony.
- Un placer-saludo Anthony- ¿por qué estás solo?

Alexander vio a los hombres que estaban alrededor de él, Jean era de cabello negro y ojos a la par; Francois era un tipo alto, rubio y sus ojos de colores distintos: el derecho azul y el izquierdo verde, pero los gemelos se podrian decir que se parecían mucho a él: cabello negro y alborotado, ojos azules, salvo los de Antoine que eran café oscuro. Anthony bien podría pasar por él si tan solo tuviera runas.

-Bueno... este... yo... me... perdi-dijo un poco tímido- y pensé que aquí me podrían ayudar.
-Claro que te ayudaremos-respondio Jean-, pero quedate un ratito con nosotros.

Cuatro pares de ojos lo vieron con expectación, esperando información y tal vez diversión. Alexander se removió incómodo, podría salir de ahí o llamar a Magnus; metió sigilosamente su mano a él bolsillo trasero de su pantalón pero su celular no estaba, se regaño mentalmente al recordar que Magnus lo traía en su bolso. Estaba perdido, más perdido que nunca.

-De acuerdo, pero después me ayudan a llegar a mi hotel.

Los cuatro chicos sonrieron y ordenaron cinco bebidas.