Capítulo 31

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      Cabe decir que hoy fue lo mismo que todos los días. En este momento me estaba terminando de preparar para la fiesta en la casa de Zoey. Al fin de cuentas, sí van a hacer una fiesta y sí recibí una invitación. Me calcé la zapatilla del lado derecho, me até los cordones de la susudicha y bajé corriendo las escaleras, no sin antes haber agarrado el celular y una carterita. Agarré la bolsa con la gaseosa que había comprado antes y subí al auto. Aproximadamente diez minutos después, llegué. Toqué timbre y todos vinieron en patota a recibirme. Entregué la bebida a Zoey y me uní a lo que sea que estaban haciendo.

      No quiero relatar con detalles todo, solo que la mayor parte del tiempo la pasé con Augustus. Melanie y Joselyn no vinieron porque no les gusta mucho las fiestas. Louis acudió a la fiesta y la pasó conmigo y Augus. Niall se fue en contra de su voluntad al interior de la provincia al cumpleaños de su abuela y los mensajes de queja al grupo eran constantes. Harry estuvo ahí, tan lindo y extravagante como siempre. Me dolió tanto verlo con Evanna. Por suerte no se besaron en ningún juego. Realmente agradecía eso desde lo más profundo de mi ser.

      Volví a mi casa a eso de las una y algo de la mañana. Hice lo que tenía que hacer y subí sigilosamente a la cama. Maldije internamente no haber sacado el sonido del teléfono, porque sonó retumbando en toda la habitación. Silencie el teléfono y vi de qué era la notificación que me había llegado. Mi corazón dio un vuelco al ver que dicha notificación era de WhatsApp, y lo más importante de todo, de Harry.

      Harry: Che, terminemos no más.

      Un pinchazo creó lugar en mi pecho. Un nudo encontró estadía en mi garganta. Y las lágrimas no tardaron en llegar.

      Creí que no volvería a sentir este dolor otra vez. Creí encontrar a quien no me iba a lastimar. Pero claro, todos me ven tan ilusa, tan idiota que me ilusionan, me enamoran, me lastiman y me dejan. Soy su muñeca de trapo, y aunque no lo quiera permitir, no sé cómo, pero lo siguen haciendo. Esta vez no fue mi culpa. Creo. Evanna lo engatusó y lo atrapó. Él cayó en su trampa o en su juego, lo que sea que ella planeaba hacer, y lo logró.

      Con las manos temblorosas logré desbloquear el teléfono y escribir: « ¿Eh? ¿Por qué? »

      La respuesta no llegaba. Se había desconectado y no había dado más señales de vida. Continué conectada unos minutos más, pero no recibí nada. Me quedé un tiempo más con el celular (en otras aplicaciones) por las dudas, pero nada. No recibí nada, y su última conexión seguía igual. Finalmente me resigné. Dejé que las lágrimas de rabia e impotencia salieran. Los sollozos eran callados por mi almohada, tratando de no despertar a mi abuela que dormía en mi cama —yo estaba en la cama de artiba—.

      Con dificultad, abrí los ojos. Me desperecé un poco y agarré el teléfono con fin de ver qué hora era. Era temprano, quizás mi papá no se había ido a trabajar todavía, quizás sí, ya que siempre varía la hora entre las 8:00 y 9:00 A.M. Lo que sí, mi abuela ya no estaba, se había ido temprano al hospital con mi mamá a ver a mi abuelo. Abrí la conversación entre Harry y yo. Leí todos nuestros mensajes, absolutamente todos, y ni evité que algunas lágrimas rebeldes cayeran por mi cara. Miré durante un prolongado tiempo su conexión, como si tuviera superpoderes y podría modificar esa conexión y recibir un mensaje de su parte.

      Unos minutos más tarde, su conexión pasó de «hoy a las 1:34 A.M.» a «en línea» y un mensaje nuevo apareció en nuestra conversación:

      «Las cosas no van bien».

      Posteriormente, su foto de perfil desapareció. Fui a la información de su contacto y también había desaparecido su estado: Me bloqueó.

      Las lágrimas no cesaban y la respiración se me dificultaba cada vez más. No sé por qué razón, pero saqué screenshot a esa parte de la conversación. No sé si hice bien, pero eliminé el chat. No soportaría volver a entrar a nuestra conversación y encontrar las cosas que nos decíamos. Sería más duro; mucho más de lo que es ahora.

      Dejé el celular en el estante que usaba como mesita de luz y me volví a acostar, destrozada, sintiendo como los pedazos de mi roto corazón iban cayendo, junto a mis esperanzas y momentos felices. Escuché que mi papá subía la escalera, así que hice mi mayor intento por controlar mi respiración y mi llanto y hacerme la dormida. Apagó el aire, lo único que hacía ruido en mi pieza, quedando en una penumbra silenciosa, cuya casualidad era que así también me encontraba por dentro, salvo que la oscuridad era total.

Notas » Harry Styles Donde viven las historias. Descúbrelo ahora