Capítulo 5

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      El viernes, es decir, hoy, no recibí ninguna nota. Y no fue a causa de la inasistencia del admirador, ya que ese día todos se presentaron a clases gracias a una evaluación. Me desilusioné, y mucho. ¿Hice algo malo? Si así fue, no sé qué hice. Melanie le pidió permiso a su mamá y yo a la mía para ir al cine con los chicos. Para nuestra suerte, nos dejaron ir. Hoy, Melanie se va a quedar a dormir a mi casa; mañana nos encontramos todos juntos en frente de mi casa y Anne, madre de Harry, nos lleva al cine.

      Divisé el auto de mi mamá, saludé a mi profesora y me encaminé hacia allí. Acabé de salir de mis clases de ballet. Me dirigí hacia el asiento de copiloto pero pude ver que ya estaba ocupado; me senté en el asiento trasero.

      —Hola má, hola Mel —saludé.

      —Hola mi amor —respondió mi mamá al mismo tiempo que Melanie articuló un: «Hola».

      Buscamos a mi hermano de sus clases de inglés y nos dirigimos hacia mi casa.

      Al terminar de cenar, nos dirigimos al living con un pote repleto de pochoclos, un paquete de Oreos, Bizcochuelo de chocolate, un termo con jugo, una botella grande de agua y dos vasos.

      « ¿Hambre?, ¿dónde?

      »Aunque... no es hambre; es un raro síndrome llamado estar-muy-enganchado-en-la-película-y-adentrarse-en-el-papel-y-comer-todo-entes-de-la-mitad-por-la-ansiedad-de-las-escenas-y-cosas-que-pasaron-y-van-a-pasar».

      Prendí la Wii y entré en Netflix. Luego de buscar y buscar películas, nos decidimos por Expelled, o en español, Expulsado.

      ¡OMG! Cameron Dallas es tan asdfghjkl. Borré los sucios pensamientos que rondaban por mi mente y me concentré nuevamente en comer mientras miraba la película. Cuando terminó, ya eran un poco más de las una de la mañana. Subimos a mi habitación y nos acomodamos listas para charlar. Eran más de las cuatro y media y seguíamos charlando. Pocos minutos después decidimos parar y dormir.

      Lentamente fui abriendo los ojos. Busqué medio adormilada mi celular y me fijé la hora; doce y cuarenta y tres del mediodía. Melanie ya estaba despierta; todavía en la cama y en la misma posición, pero despierta. Nos cambiamos y bajamos a desayunar. Preparé una chocolatada para cada una y saqué dos paquetes de macitas de vainilla.

      Al hacerse casi la hora de encuentro, nos bañamos y cambiamos. Ella con una calza negra larga con cierre en las rodillas —hacía frío en la sala del cine—, una remera corta con una campera y zapatitos. Y yo con unos jeans negro largo, una remera gris con letras negras que forman el logo de las zapatillas Vans, un buzo holgado gris y unas zapatillas Vans negras (obviamente el buzo y la campera las sosteníamos con el antebrazo, o si no nos moriríamos de calor apenas salgamos de la casa).

      A las cinco, hora en la que nos íbamos a encontrar en la vereda de la casa de Harry, nos encontramos. Anne nos llevó hasta la puerta de entrada del shopping, bajamos del auto y ella se fue. Había una larga fila.

      «Por suerte vinimos casi una hora antes.»

      Al llegar a la boletería después de esperar más de media hora en la fila, nos informaron que ya no quedaban boletos para la película que queríamos ver. Las otras alternativas eran: o una película infantil, o una película de miedo —que por suerte no aparecían caras ni cosas horrendas, terroríficas o diabólicas que me hagan mearme en mis pantalones o gritar como una desquiciada—. Sacamos cinco boletos para la última opción y subimos las escaleras hacia donde se encontraban las salas y el lugar donde vendían los pochoclos, gaseosas, golosinas, etc. Compramos: dos pochoclos grandes para compartir, dos botellas chicas de Coca-Cola para Harry y para mí, dos botellas chicas de Fanta para Niall y Melanie y una botella chica de Sprite para Louis.

      Un rato después, entramos a la sala. Nos ubicamos de la siguiente forma: Melanie en la punta al lado del pasillo, yo a su lado, después Harry, luego Louis y por último Niall. Literalmente, desde que empezó la película, me tapé la cara con mi buzo. Odiaba estas películas. Simplemente comía y comía para dejar de estar nerviosa. En una parte no tan linda, me sobresalté y, de un movimiento brusco, giré mi cabeza para el lado derecho. Mi cabeza quedó cerca del hueco entre la cabeza y el hombro de Harry.

      — ¿Estás bien? —susurró, preocupado, cerca del oído logrando estremecerme por completo.

      —Eso creo —le respondí en el mismo tono.

      Volví mi mirada hacia la pantalla. Mala idea. Nuevamente giré mi cabeza hacia la derecha, con la diferencia de que esta vez escondí mi cabeza en el hoyo del hombro y cabeza de Harry. Su perfume y su olor entró en mis fosas nasales, lo que extrañamente logró tranquilizarme.

      — ¿Te molesta si... —No lo dejé terminar y negué con la cabeza aún escondida. Pasó su brazo por mi espalda abrazándome protectoramente.

      Luego de que mi respiración se volviera normal y yo estará más tranquila, saqué mi cabeza de su hombro. Para mi suerte, no retiró su brazo. Me reincorporé en el asiento y apoyé mi cabeza en su hombro mirando la película.

      —No te gustan este tipo de películas, ¿no? —afirmó más que preguntó.

      —Para nada.

      —Y entonces, ¿por qué no dijiste nada cuando compramos los boletos? —Me miró fijamente.

      —No me quedaba otra. Además, creí que no me iba a dar tanto miedo.

— ¡YA CÁLLENSE! —gritó Louis en un susurro.

      —Te prometo que te voy a traer a ver la otra película que querías ver —dijo para luego quedarse callado.

      La película terminó cerca de las nueve de la noche. La mamá de Niall lo buscó y luego mi mamá nos llevó hacia mi casa. Louis y Harry bajaron del auto, tocaron timbre y entraron a la casa de Harry. Melanie de nuevo se quedó a dormir en mi casa. Cenamos, tomamos helado como postre y le contamos a mis padres acerca de la película. Al terminar todo lo anterior, nos dirigimos hacia mi habitación. Luego de una interminable charla acerca de por qué estuve abrazada con Harry durante la películas y otros miles de temas triviales, se hicieron las cinco y algo de la mañana. Apenas nos acomodamos en el colchón, caímos rendidas ante el sueño que rápidamente se apoderaba de nosotras. Aunque el sueño predominaba en mí, me costó un poco dormir; las imágenes de la película se me venían a la cabeza. Creo que me desperté unas cuatro veces en la noche, pero finalmente me dormí y pude descansar tranquila.

Notas » Harry Styles Donde viven las historias. Descúbrelo ahora