Capítulo 16

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      Cuando las chicas se habían ido, mi mamá y mi papá me llamaron a su pieza. Me hicieron sentarme y me miraron.

      « ¿Qué hice ahora? ¿Se habrán enterado de algo? Mierda, tengo miedo».

      — ¿Qué pasa? —dije con la voz medio temblorosa, en un intento poco exitoso de ocultar mis nervios.

      —Nos vamos a Chile a la casa del tío y Laura. —Sonrió.

      — ¡¿Encerio?! —Salté de la cama—. ¿Cuándo?

      —Hoy a la noche sale el avión, así que... ¡a preparar la valija! —Mi mamá se levantó de la cama y se dirigió a mi pieza.

      — ¡A preparar la valija, se ha dicho! —dije emocionada, señalando mi pieza y saltando hacia ella.

      Cuando terminamos de preparar mis cosas, ya eran un poco más de las cinco de la tarde. Agarré mi celular y lo enchufé al cargador. Bajé a comer algo y, luego de eso, me fui a bañar. Me cambié y agarré mi mochila que usaría como bolso de mano. Desconecté el celular, guardé los auriculares y el cargador en mi mochila y agarré el celular.

      — ¡Vamos, Amber, que tenemos que despachar las valijas! —gritó mi papá desde, creo yo, el comedor.

      —Vooooooy. Estoy en el baño —contesté. Corriendo, entré al baño para hacer esta mentira más creíble si se atrevía a subir.

      Abrí la aplicación Whatsapp y apreté como opción el contacto de Melanie y le escribí y mandé un mensaje:

      Amber: Me voy a Chile, en una hora sale el avión. Te aviso a ti porque dijiste que no sabías si viajabas. También te aviso por si no viajas y querías juntarnos o algo. Vuelvo en una semana y media. Besos.

      Rápidamente puse el celular en modo avión y lo apagué. Salí del baño y bajé a paso veloz. Cargamos todas las cosas al auto, subimos nosotros y nos dirigimos al aeropuerto. Entregamos los papeles, despachamos las valijas y nos dirigimos al segundo piso a esperar que salga el avión. Media hora después, embarcamos y despegamos hacia Chile.

      —Amber —me llamó mi papá una vez que ya habíamos llegado y nos encontrábamos esperando a que nos busquen del aeropuerto—, ya le dije a tu hermano, pero te lo digo a ti: tu teléfono y el de tu hermano to tienen Roaming, así que no pueden contestar mensajes ni hacer llamadas, así que ponlo en modo avión. Ah, Amber, si te veo alguna vez con tu telefonito, te lo saco. Viniste acá para estar con tu prima, no para leer novelitas.

      — ¡¿Qué?! Pero...

      —Pero nada. Quiero que estés con tu prima, que siempre dices que nunca la ves y la extrañas, ¿está bien? —Suspiré. Estaba llorando internamente. No me puede sacar el teléfono.

      —Sí —contesté, desganada.

      Mi tío nos buscó del aeropuerto y nos llevó a su casa. Bajamos y abracé a mi prima cuando la vi. Ella tiene mi edad, así que mientras charle y esté con ella, no voy a necesitar mi teléfono. Eso creo...

      Nos sentamos en su cama.

      —Bueno, ¿qué es de tu vida? ¿Harry ya se te declaró? —Sonreí instintivamente al escuchar su nombre.

      Suspiré y miré hacia mis manos, que se encontraban jugando entre sí.

     —No, todavía no. Igual, no creo que lo haga.

      —¿Por?

      —Porque no sé di me ve de la misma forma en la que yo lo hago. Hubo veces en las que casi nos besamos, pero no es nada fuera de lo normal; simplemente fue por el momento.

      —Yo creo que le gustas. Porque los chicos no son tan cariñosos con las chicas a esta edad, a menos que sea porque esa chica le gusta. Si te abraza, te besa la mejilla, te deja sentarte en su regazo, te dice «hermosa» o «preciosa», te llama, sale contigo, te invita a su casa... No sé, piénsalo.

      —Además, ayer nos peleamos. —admití, triste de recordar lo que pasó en el cine.

      — ¿Qué? —me miró preocupada—. ¿Qué pasó?

      —Ayer fuimos él, unos amigos y yo al cine porque la mayoría de nosotros se iba de vacaciones. Nos sentamos uno al lado del otro, como siempre que vamos al cine. Noté que él estaba distante: no me abrazaba, no me miraba, no me prestaba atención. Me pareció raro, pues cada vez que vemos una película, me abraza, sea el género que sea.

      —Y después me dices que él no gusta de ti —me interrumpió, hablando irónicamente.

      La miré furtivamente. Levantó las dos manos, en gesto de inocencia. Tomé aire y continué:

      —Le pregunté si le pasaba algo y me dijo que no. Me estaba hablando seco y duro; sabía que le pasaba algo. Insistí e insistí, pero seguía diciendo que no. Le pregunté por qué no me abrazaba, si no le pasaba nada, y me dijo que si tanto quería que me abrazaran, que buscase s David, que seguro él estaba abrazaría.

      —Espera, espera, espera, ¿David? —me miró curiosa y dubitativa.

      —Cuando estábamos haciendo la fila para comprar los pochoclos, me encontré con un amigo de mi clase de inglés, David. Nos saludamos y nos abrazamos, todo normal, ¿visté? Él no me gusta ni nada, si te lo preguntabas. Es más grande que yo y además tiene novia.

      —Continúa. Se está poniendo interesante —Se frotó las manos y se acomodó mejor en la cama. Me miró expectativa. No pude evitar soltar una risita.

      —Bueno, como te decía, me dijo que David me abrazara. Le pregunté, bueno, mejor dicho le afirmé más que pregunté si estaba celoso, y me gritó que por qué estaría celoso si yo no le importaba. Me levanté del asiento y me fui a los últimos asientos de la sala. Después llegó él y me dijo que sí estaba celoso, que me quería y todo eso. Me preguntó si le perdonaba y le dije que por ahora no porque me lastimó mucho. Me empezó a mandar mensajes cuando llegué a mi casa, pidiéndome perdón, diciéndome que me quería y que no iba a volver a gritarme. Obviamente no le dije nada, solo le clavé el visto y cuando siguió mandando mensajes, le dije que no podía perdonarle, que no me mandase más mensajes y que cuando lo piense bien, le diría mi respuesta.

      — ¡Wow! Esto es mejor que las novelas mexicanas y/o chilenas que Michelle me hace ver. ¿Pero sabes que? Está muy bien lo que hiciste, fuiste forra y eso estuvo genial. —Me reí.

      —Bueno, cambiando de tema, ¿qué onda con Leo? —Se sonrojó. La atrapé.

      —Estamos en la fase de «conocernos» —Hizo comillas con los dedos—. Alex me dijo que yo le gustaba, pero no sé, a veces pienso que le gusto, pero hay días en los que me ignora.

      —Quizás tiene vergüenza o es tímido. Dale tiempo. Por ahí te sorprendas.

      No sé cómo hice, pero aguanté casi dos semanas completas sin celular. Sí, me lo sacaron el segundo día al verme ocupándolo. No lo pasé mal, es más, si no me lo hubiesen sacado, ni siquiera lo hubiese ocupado; la pasé muy bien con Laura. Fuimos al shopping, me presentó a sus amigos, fuimos a la nieve, mi prima terminó debajo de una camioneta, hicimos culipatín, robamos comida de la cocina, engañando a nuestra abuela, hicimos a nuestra abuela hacer galletitas porque quemamos nuestro intento de galletitas, rompimos la pared, me fisuré el coxis—nada muy grave, solo me duele—, me corté el pelo, casi rompemos toda la sala, patinamos sobre hielo, engordamos, jugamos y nos divertimos. Compartimos risas y llantos míos por reventarme el culo. Una de las mejores semanas de mi vida, por no decir las mejores.

Notas » Harry Styles Donde viven las historias. Descúbrelo ahora