Capítulo 1

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      Al día siguiente, me desperté por los llamados de mi madre y realicé mi rutina diaria que consistía en lo mismo que hice ayer y todos los años anteriores. Al llegar a la escuela, me encaminé hacia donde se encontraban mis amigas y me puse a charlar con ellas hasta que suene el timbre que marcaba la entrada. Nos formamos y nos dirigimos hacia nuestro salón de clases. Nuevamente me esperaban dos horas de Lengua y luego el recreo. Al terminar la clase de Lengua, bajé al recreo con mi comida en manos y mis amigas a mi lado. Cuando este terminó, me dirigí hacia el curso platicando con Melanie, mi compañera de banco y mejor amiga, sobre el porqué de la delicia de la comida. Desperté de mi pequeño trance a causa de los llamados a mi nombre de mi amiga.

      — ¿Qué pasa? —le pregunté dirigiendo mi atención hacia ella.

      —Al fin te dignaste a contestar —se quejó—. ¿Qué es esto? —dijo luego de soltar un bufido. Seguí con la vista su dedo que apuntaba a mi cartuchera, a un lugar específico donde se encontraba un papel doblado. Lo desplegué y le echamos un vistazo.

      —Soy tu admirador secreto; aunque creo que ya te diste cuenta ayer —leímos al mismo tiempo. Volví a mirar el papel y sí, eso era justo lo que decía.

      — ¡Amber! —Me reprochó Mel—. ¡Tienes un admirador secreto y nunca me dijiste! Y..., ¿ayer? ¿Qué pasó ayer? —me miró con esas típicas miradas de «cuéntamelo todo».

      —Ayer recibí... —hice una pausa y busqué la nota en mi mochila, ya que me había olvidado de sacarla ayer— ... esto —dije y le entregué la nota.

      —Simplemente eres hermosa —susurró leyéndola—. ¡Qué romántico! —exclamó emocionada.

      —Quizás sean los boludos estos que están molestando y preguntándole a cualquiera para ser su novia con propósito de apuestas o diversión —dije dudando. Melanie se me quedó como si fuera un extraterrestre con cinco ojos.

      —En español, por favor —suplicó graciosa.

      —Que pueden ser los chicos, molestando.

      —No sé, quizás. Vamos a decirles algo. —Se levantó después de mí y nos encaminamos hacia donde se encontraban los chicos.

      — ¡Hey, chicos! —llamamos su atención.

      — ¿Qué pasa? —dijo Augustus, dirigiendo su atención hacia nosotras.

      — ¿Pueden parar de molestarnos y mandarme notitas? —les pedí.

      —No te mandamos nada, lo juro.

      —Ah, eh... no importa. Deja nomas, no dije nada —dije confundida encaminándome a mi banco.

      — ¿Sabes qué significa eso, Amber?

      — ¿Qué ellos no fueron? —La miré entre curiosa y confundida.

      —Además de eso. —Revoloteó los ojos.

      —Entonces no.

      —Que tienes un admirador secreto —dijo. Nos miramos en silencio por unos segundos y comenzamos a chillar emocionadas. A simple vista se puede identificar que normales, no somos.

      Al terminar el día en la escuela, esperé a mi papá en la esquina. Unos minutos después, llegó; saludé con la mano a mis amigos y fuimos caminando hasta su oficina que se encontraba a unas dos cuadras y me subí al auto para ir directo a mi casa. Al aparcarse en frente a esta, pude divisar un edifico de tres pisos del lado opuesto de la calle. Los recuerdos atravesaron mi mente:

      — ¿Quién se mudó? —le pregunté a mi papá al notar que él también dirigió su mirada hacia allí.

      —No sé. —Devolvió su mirada hacia donde miraba anteriormente de mirarme mientras me hablaba.

      Nadie más que los señores de la mudanza entraban y salían por la puerta descargando cosas.

      Me adentré a mi casa no sin antes tocar el timbre y esperar que me abran la puerta. Le pregunté a la empleada, o como yo le digo, niñera, si sabía algo acerca de la mudanza y me contestó que no sabía nada. Almorcé y subí las escaleras hasta llegar a mi habitación en la cual me cambié de ropa por una más cómoda y me dispuse a observar por la ventana. El segundo piso, en donde se estaba llevando a cabo la mudanza, se encontraba a la misma altura que mi habitación, por lo cual, al estar observando por mi ventana, tenía una muy buena vista hacia el balcón y la ventana. Una persona, un chico por la forma de su cuerpo, estaba parado de espaldas a la ventana. Se notaba que el chico tenía aproximadamente mi edad. Al darse vuelta pude ver de quien se trataba. Harry, el chico de mi curso.

      « ¿Vivirá en frente?

      »No, Amber. Simplemente está ahí parado ayudando a acomodar las cosas porque trabaja para la empresa de mudanzas», me respondí sarcásticamente.

      Dirigió su vista hacia la mi ventana y, al darse cuenta que lo estaba mirando, me sonrió y saludó con su mano. Se aproximó hacia el balcón. Yo, por mi parte, levanté la persiana y abrí la ventana.

      — ¡HOLA! —grité.

      — ¡HOLA! —imitó mi tono de voz.

      — ¿VIVES AHÍ? —continué gritando.

      —SÍ, RECIÉN ME MUDÉ —confirmó mis sospechas. —ME IMAGINO QUE VIVES AHÍ, ¿NO? PORQUE EN TU PARED DICE «AMBER». —Giré mi cabeza hasta encontrarme con una madera pintada que, efectivamente, sí tenía mi nombre.

      —PUES IMAGINAS BIEN —le respondí con una sonrisa. Él volteó su cabeza al percatarse que lo estaban hablando. —ME TENGO QUE IR. TE VEO MAÑANA —se despidió.

      —OKEY, CHAU. —Lo saludé con mi mano para luego cerrar la ventana y nuevamente adentrarme a mi pieza, ya que me encontraba sentada en el borde de mi ventana.

      De esta forma, descubrí que era mi vecino. Me agradaba la idea, pues siempre me pareció lindo, pero no me gusta. Luego de bajar del auto, tocar timbre, entrar a mi casa, cambiarme, almorzar y nuevamente subir a mi habitación, agarré mi celular y, como siempre que estaba aburrida, le mandé un mensaje a Melanie

      Tiempo después, bloqueé mi celular y me dormí; estaba muy cansada.

      Me desperté por unas ligeras sacudidas que me propinaba mi niñera.

      — ¿Qué pasa? —le pregunté soñolienta.

      —Ya son las seis y media, tienes que ir a Inglés. —Lentamente me levanté, luego de espetarle un «Okey».

      Me cambié con una ropa un poco más decente que lo que traía puesto, agarré mi bolso con mis libros y bajé decidida a ir hasta la cocina. Al llegar ahí, abrí la heladera y saqué un yogurt con cereales (el cual comí de camino al instituto inglés y al estar vació, lo arrojé en un cesto de basura).

      Regresé tarde de mis clases, cené, me bañe y apenas yací acostada en mi cama, me dormí al instante.

Notas » Harry Styles Donde viven las historias. Descúbrelo ahora