Vips y locos.

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¿Por qué siempre llegaba tarde a todos los sitios?. Estaba claro que la puntualidad alemana no iba conmigo. Toda regla tiene su excepción, supongo. Menos mal que era un trabajo ocasional. Un mes de trabajo y entraría al mío. Quizá trabajar en un hotel como recepcionista no era lo mejor, no lo era claramente, pero era puntual. Un mes. 30 días trabajando en Múnich, para después comenzar otra aventura.
-Meredith, siento llegar tarde.
-Hanna, céntrate, por Dios.
Meredith era mi supervisora. Una mujer de pelo rubio, casi blanco, ojos azules como un océano helado y una pequeñas líneas de expresión. Era buena conmigo y mi mayor ayuda allí.
Esa mañana en el hotel fue muy normal. Tipos ricos y no tan ricos llegando a sus habitaciones y esas cosas. Miles de llamadas para reservar, etc.
Una de ellas un tanto peculiar, pedían reservar dos plantas enteras para el día siguiente y otro más.
-Espere, debo consultar con mi supervisora- fue lo único que pude decir ante eso. Tras consultar a Meredith, contesté la llamada con un esperamos su visita. El cliente me dio una serie de detalles para las habitaciones y colgó.
Pasé la lista de indicaciones a recepción. Pronto eran las tres y mi jornada había acabado. Cogí mi abrigo y me fui. Había quedado en una cafetería cercana para comer con mi mejor amigo, Max. Mejor dicho con mi novio. Allí estaba él, sentado en nuestra mesa, en la que nos conocimos. Sonriendo y encargando la comida a la camarera.
-Hey, mein liebe-dije dándole un beso y sentándome frente a él.
-¿Qué tal?¿Mucho trabajo?
-Lo normal. Tenía ganas de verte-me quedé mirando sus ojos verdes.-¿y qué tal tu día?
-Largo. Tengo la tarde libre...-se insinuó ligeramente con una ceja.
-Mmm me encanta- dije mordiendome el labio.
La camarera trajo nuestros platos junto con una jarra de agua. Max aún recordaba mis comidas favoritas. Y es que tenía una para cada día de la semana. Ese día invitaba él, el día siguiente yo y así sucesivamente. Salimos del bar con las manos entrelazadas y nos dirigimos hasta nuestra casa. En realidad, era la suya, yo solo "dormía"allí con él.
Su casa era enorme. Tenía 3 habitaciones, un baño, una cocina, un salón y nuestra buhardilla. Podíamos disfrutar de toda la casa de su familia, pero amábamos subir a la buhardilla y asomarnos por el balcón casero en las noches de verano, si llovía preferíamos hacer el amor bajo el reflejo de la lluvia. Ese era nuestro nidito de amor.
Aquella tarde no fue diferente. Max tenía un gran talento y en sus ratos libres dibujaba. Ese día trataba de pintarme a mí, yo intentaba hacer lo mismo con él. Era como comparar un Monet con un dibujo de preescolar. Se acercó a mí para enserñármelo.
-No es justo, siempre dibujas lo que quieres y te queda bien. -me queje mientras me sentaba sobre sus piernas.
-Lo que no es justo es que tú seas lo único que quiero dibujar-me besó mientras sonreía.
La luz del sol se colaba por la ventana e iluminaba la cama.
Me besó por el cuello, me tenía bajo control.
-Espera-dijo parando. Se estiró y cogió su móvil y entonces, me hizo una foto desde abajo.
-¿Qué haces?
-Ya lo verás.
Empuje a Max contra el colchón y me tiré encima, y nos perdimos.

-Necesito salir de Múnich- me revolvi sobre su pecho y besé sus labios.
-¿No quieres estar conmigo?
-No quiero dejarte, pero quiero ver cosas nuevas.

La alarma sonó a las ocho y media. Max ya se había ido y como de costumbre me había dejado una nota en la almohada.
Sonreí al leerla y salí corriendo hacia la ducha. Empezaba otro día más.
Era un día como otro, cuando un hombre vestido de traje llegó hacia la recepción. Preguntó por las dos plantas reservadas, Meredith fue la encargada de hablar con aquel hombre mientras yo buscaba las llaves de las casi 30 habitaciones reservadas. Comenzaron a entrar más hombres. Iban hablando de sus cosas y todos llevaban en diferenciadas partes de su atuendo y de su equipaje, un círculo amarillo con las letras Bvb inscritas dentro en color negro.

 Iban hablando de sus cosas y todos llevaban en diferenciadas partes de su atuendo y de su equipaje, un círculo amarillo con las letras Bvb inscritas dentro en color negro

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Debía ser un equipo de fútbol.Lo de siempre. No me apasionaba, prefería emplear mis tardes en salir a pasear con Max, o ir al cine o cualquier cosa con Max.
-Hanna, tienes que doblar turno esta tarde-Meredith parecía estresada, no dejaba de coger el teléfono y gritar a su alrededor.
-¿Por qué?
-Nuestros huéspedes necesitan atención. Hay algunas compañeras tuyas que no han podido venir.
-Eso no es justo...-dije inaudiblemente mientras asentía con la cabeza.
Genial. Iba a perder una tarde entera detrás de un mostrador, rodeada de papeles y llaves.
Después de comer con Max y comunicarle la noticia. Y besarnos como si estuvieramos a punto de separarnos unos 5 años. Volví al hotel. Meredith me indicó que debía despejar el comedor. Resulta que eran VIPS. Amablemente pedí a todos los no-VIPS, que desalojaran el comedor. Aparecieron entonces por la puerta los hombres de por la mañana. Iban ahora en chándal, marca Bvb y algunos incluían gorras y cascos sin cables. Meredith les sostenía la puerta y me miraba mientras en la distancia decía Se amable. Salude a los primeros, entre ellos un hombre apuesto, moreno, alto. Me sonaba, probablemente, de algún anuncio de colonia, Hugo Boss o algo así.

A continuación, llegó otra "manada"

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A continuación, llegó otra "manada". Estos eran más rubios, exceptuando uno de ellos, de piel más oscura. Uno de los rubios, el que llevaba una gorra roja, se acercó a mí.
-¿Y tú? ¿Comes con nosotros, guapa? -me miro arrogante. Quería partirle la cara.
-Lo siento, señor. No me está permitido comer con los clientes-para mí me guarde un tampoco comería contigo aunque fueras el último en la tierra.
El rubio sonrió de lado y me volvió a mirar. No aguantaba a los VIPS. Uno de los otros rubios que le acompañaban le dijo que me dejará en paz y sonrió al ver que le observaba. Tenía ganas de irme de allí, de salir a la calle y de ver a Max. Me imaginaba a todas mis amigas en plan Son futbolistas y están buenos. No tenías que haberte ido. Gracias a Dios no estaban allí.
En la recepción, espere a que los "señores" se fueran a entrenar para llamar a Max.
-¿Qué pasa, amor?-Max hablaba como si acabara de despertar.
-Nada. Hubiera dado el mundo por dormir contigo. Esta noche no me esperes, llegaré tarde.
-De verdad siento que no puedas venir.
-Lo se, pero el estúpido Bvb y sus Vips me tienen harta.
-¿Bvb?¿Está el Borussia Dortmund en tu hotel?
-Sí, ¿cómo sabes su nombre?
-Digamos que no se habla de otra cosa en Múnich. El clásico alemán aumenta la población por unas horas.
-Debo ser la única que no lo sabía. Tengo que colgar. Nos vemos.
-Te quiero, hasta luego.
Cuando volví a mi puesto uno de los rubios de esa tarde me esperaba allí, era él que había parado al de la gorra roja.
-¿Y tú que quieres?-dije sin pensar, para después rectificar- ¿Desea algo?
-Vaya- el chico parecía sorprendido- No me esperaba eso.
-Responda a mi pregunta.
El chico me miraba con total confianza. En un principio no parecía que fuese a ser así. Tenía los ojos azules con algunos reflejos verdes y sonreía ante todo.
-Me aburro y quería pasear.
-¿Por qué no esta con sus compañeros? Si se puede saber.-Me volvió a mirar sorprendido.
-Tengo algunas molestias y mañana no creo que juegue. Por cierto, puedes hablarme de tú.
-Gracias porque no se me da bien hablar así.
-Supongo que no querrás dar un paseo conmigo.
-La verdad es que quiero salir de aquí. -Me acerqué a una de mis compañeras y le dije que volvería en seguida. -Conozco un sitio.
El rubio sonrió. Si yo estaba loca, él más. Yo nunca me habría dejado de llevar por una bipolar como yo hasta la azotea de un hotel de más de 25 plantas, pero bueno, él sabría. Llegamos allí arriba, hacia una noche agradable, de esas de asomarse al balcón. Nos sentamos en un banco del pequeño jardín artificial que había.
-¿Por qué has aceptado venir?-preguntó aquel chico, que no sobrepasaría los 23 años de edad.
-Porque necesitaba salir. No me gusta doblar turno...
-Supongo, que querrías estar con tu novio.
-Exacto. Lo que no entiendo es sino vas a jugar y lo sabes y estás lesionado,¿por qué no te has quedado en Dortmund con tu novia?
-Mi novia viaja mucho.
-¿Es modelo?-seguro que decía que sí.
-Lo intenta.
-¿Por qué has aceptado subir aquí? ¿Y si soy una psicópata?
-Lo primero solo eres bipolar y...quería salir. No pareces peligrosa. Soy Erik Durm, Erik.-me sonrió. El chico parecía ser buena gente.
-Hanna-sonreí.
-¿Te apetece ver la tele?
-¿Contigo?¿Como si fuéramos amigos?
-Sí, siéndolo.
-Eres un chico fácil, ¿eh?- sonreí mientras me levantaba.
Si yo estaba loca, él también.

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