Sí quiero.

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A la cabeza se me venía constantemente una pregunta:¿Qué hace este aquí?. Por una parte prefería que se acordará de mí pero por otra prefería que no. Respire hondo y miré mi móvil como si no pasará nada. Se iba a levantar, ni siquiera había visto que alguien estaba a su lado. La suerte y el destino hicieron que se tropezara con mi zapato, que reposaba fuera de mi pie desde hacia media hora.
-Per-Perdón- dije tartamudeando y notando como se me sonrojaban las mejillas mientras me ponía los zapatos.
-No pasa nada-me miró directamente a los ojos y se sentó otra vez.
Miré hacia él de reojo, mordiendo mi labio inferior. Y volví a mirar a mi teléfono.
-Eres la loca del hotel, ¿verdad?-me miró sonriente.
-La misma. Hanna, si no te importa.
-Erik, si te acuerdas. -me tendió la mano a modo de presentación. -Ya...
-¿Eso quiere decir que te acuerdas de mí?
-S-s.. NO- me levanté en dirección a ninguna parte y me paré delante de un cuadro.
Erik me siguió. Esto era una broma. No era posible.
-¿Entonces me recuerdas?
-Sí. No todo el mundo sube a mi azotea-dije sin mirarle a los ojos.
-¿Y qué haces en Dortmund? ¿Tan lejos de tu casa?.
Antes de poder responder, aparecieron Marco y compañía, junto a Max, que besó mi mejilla.
-¡Erik, pensé que no venías!. Ella es Hanna y su novio, el pintor Max Kummer.
Miré a Erik con cara de "esto hago aquí " y noté como Max pasaba su brazo por mi cintura. No podía casi ni hablar.
-Max, creo que voy a irme al hotel. No me encuentro bien.
-¿Quieres que vayamos al hospital?
-No, gracias. Creo que es por el cansancio. Te veo luego.
-¿Te importaría coger un taxi?
-No, tranquilo. Te quiero.
Me despedí apropiadamente de los allí presentes y besé a Max.
Erik decidió irse y me acompañó al ascensor. En serio, el destino estaba siendo cruel.
Ambos entramos en el ascensor con su típica musiquilla y la tensión habitual, esa que solo te hace hablar del tiempo.
-Parece que va a llover estos días- dije recurriendo al manido tema.
-Hanna, tengo que hablar contigo.
-¿De qué? -dije alzando las cejas.
-De que me acordaba de tu nombre, de tus ojos...de ti.
Sentí como se acababa el aire y el ascensor disminuía a mi alrededor. Busqué apoyo en una de las paredes y Erik me acorraló.
-Quiero besarte.
-¿De qué vas?-dije apartando su cara de delante de la mía antes de que fuera tarde.
-Siento si te ha molestado...-dijo lejos de mí, rascandose la nuca.
-Respeta. No solo a mi novio, sino a la tuya. No se merece esto.
-No sabía que eras la novia de un pintor.
-No tenías porque saberlo.
Llegamos al garaje, salí del ascensor con una sonrisa pícara.

Tras la exposición, nos íbamos de Dortmund. Siguiente destino: Hamburgo. Nunca esperé que esa ciudad fuera a ser tan bonita y así lo plasmé en mi blog.

 Nunca esperé que esa ciudad fuera a ser tan bonita y así lo plasmé en mi blog

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-Max, esto es precioso. Gracias por todo.
-Este viaje tiene un interés oculto.
-¿Cuál? -sonreí poniéndome en lo peor.
-Quiero que conozcas a mi abuelo. Vive aquí.
Caminamos por las calles de la ciudad, que eran simplemente, impresionantes.
Llegamos a una casa enorme.
-Me crié aquí. Estuvimos aqui hasta que hice 6 años. Ingrid iba a empezar el colegio y mis padres preferían Múnich para instalar su compañía.
Entramos por un gran portón y llegamos a un patio. En la casa subimos hasta la segunda planta. Allí se encontraba un hombre de unos 70 años escribiendo algo.
-Abuelo-Max se acercó a él y lo abrazó.
-Max, hijo, ¿qué te trae por aquí?
-Quería que conocieras a Hanna.-me invitó amablemente a acercarme a ellos.-Este es mi abuelo Derek Kummer.
El anciano sonrió ante mi saludo. Estuvimos hasta la hora de dormir hablando. Derek me contaba historias de la infancia de Max y parecía triste al recordar el momento en el que abandonaron su casa.
Nos fuimos a la cama. Era la habitación de Max cuando era pequeño, aunque cualquiera diría que pertenecía a un niño, era más grande que nuestra buhardilla, incluso más grande que el piso de mis padres.
A la mañana siguiente, Max decidió hacer una escapada al bosque/campo. El día estaba siendo maravilloso y todo indicaba que sería mejor. Estábamos sentados sobre el asfalto de una carretera, hablando de cosas sin sentido. Apenas nos preocupaba que un coche pudiera pasar y es que en el rato que estuvimos allí, no pasó ninguno.
-Max,¿a qué se debe todo esto?
-Hanna-miró profundamente a mis ojos-¿te quieres casar conmigo?- a falta de anillo se quitó su colgante y me lo puso a mí. La respiración se me había parado.
-Sí, claro que sí. -lo besé efusivamente y saqué una foto que iría a mi blog.

Ciertamente, Hamburgo me había sorprendido

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Ciertamente, Hamburgo me había sorprendido. Me iba de allí feliz y con un futuro marido, que me quería más que a nada.

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