Te quise.

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Erik pasó al interior de mi casa. Era lo que menos necesitaba, no había parado de pensar en lo ocurrido unas horas antes. Observé como se colocaba de frente a mí, con sus ojos totalmente clavados en mí, recorriéndome de arriba a abajo. Max no se merecía esto y además se iba a enfadar.
-Hanna...-dijo mi nombre entre suspiros.
-¿Qu-qué haces aquí? -apenas sabía que decir.
-Pensé que querrías verme.
-¿Yo?¿Para qué?
-Deberías dejar de negar lo que sientes por mí.

Miré al suelo

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Miré al suelo. Me daba vergüenza admitir que sentía algo. Noté como se acercaba y ponía la mano en mi cintura, acercándome a él. No levanté la vista, notaba su respiración en la zona de mi clavícula. Su cuerpo transmitía demasiado calor. Me latía el corazón más que nunca.
-Erik-pude decir entre tanta tensión- no me gustas. Deberías irte.
Me aparté de él. Indiferente. Noté como una expresión de desilusión invadía sus ojos, que hacía escasos segundos estaban llenos de deseo. Sin decir nada, se fue hacia la puerta.
Al abrir el rostro relajado de Max apareció tras ella. Cambió enseguida. Nos observó y golpeó con rabia la cara de Erik.
-¡MAX!-grité tratando de que entrará en razón. Erik se tocó el pómulo y salió por la puerta, no sin antes mirarme apenado.-¿Se puede saber qué haces?
Pasó ante mí, sin responder. Le seguí preguntado por qué había hecho aquello. Me ignoraba.
-Max, esto es muy infantil.-se giró hacia mí con expresión de rabia.
-Perdón, no sabía que de pronto eras adulta.
-Max, no ha pasado nada. Ha venido a...acompañarme.
-Hanna, deja de ser infantil.
Su expresión cambió, parecía impotente e inseguro. Se sentó en la cama y yo me acerqué, abrazando sus anchos hombros. Apoyo su cabeza en mi pecho y cerró los ojos. Algunas lágrimas brillaban en sus mejillas.
-Max, te juro que no ha pasado nada.
-¿Y qué hacía aquí?
-No lo sé.
Volvió a mirarme. Me estaba destrozando verlo así. Limpié sus lágrimas con los dedos, mientras pensaba en todo.

 Limpié sus lágrimas con los dedos, mientras pensaba en todo

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-Hanna, yo te quiero más que a nada.
-Y yo, Max.
-¿Tú, qué?
-Yo...-no podía acabar la frase, no sabía cómo hacerlo, no sabía que sentir.
Ahora las lágrimas caían sobre mi rostro, mientras besaba a Max. Un sabor salado aliñaba el beso y la tristeza también. Sabíamos que no iba a salir bien.
Entre lágrimas y separados intentamos dormir, sin saber o más bien sabiendo, que todo había acabado, que nuestro fuego estaba casi extinto y que nuestro destino no sería el mismo.
El rostro de Erik pasó por mi mente varias veces aquella noche. Me preocupaba su estado tras el golpe físico de Max y el psíquico de mi rechazo. Me angustiaba pensar que me atraía, que lo prefería. Solo saqué en claro que debía pedirle disculpas por el golpe de Max, pero cómo. Caminé sigilosamente hasta la habitación donde Max dormía, en su mano tenía una de mis fotos por detrás se leía un "Ich liebe dich" y las lágrimas me abrumaron. Me acerqué a su mesilla y cogí su móvil.  Su fondo de pantalla continuaba siendo una foto nuestra, accedí a los contactos y busqué el teléfono de Marco y lo anoté rápidamente en mi móvil. Dejé todo como estaba, pero no pude evitar sentarme en la cama y acariciar su mejilla.  Me invadía una tremenda sensación de culpabilidad, de que todo había llegado al fin. Me acomodé sobre su brazo, como cuando dormíamos abrazados mirando por la ventana y cogí la foto de su mano para analizarla. Sonreí recordando la inmensa felicidad que sentía en aquellos minutos. Fue el día que el Bvb llegó a mi hotel, el día que sin saberlo todo cambió. Besé la frente de aquel maravilloso hombre que abrió sus ojos.
-¿Te acuerdas, liebe?-dijo con los ojos entrecerrados.
-Claro que me acuerdo. Fue...
-El principio.
-o el final-añadí sintiendo un escalofrío.
-No, Hanna. Todo ocurre por algo, es el principio de tu vida nueva, de la mía.
-Max...-apenas pude acabar de decirlo. No iba a decir una cursilada romántica del estilo "siempre te querré " porque en esos momentos no lo estaba haciendo y dudaba que fuera a ser así en un futuro.
-Hanna, se muy feliz. Me has hecho muy feliz.- Max besó mi mano y yo me abalance sobre sus labios, pero su dedo índice se interpuso- Si quieres algo, déjalo libre. Se libre, pequeña.
Me levanté de aquella cama que ya no suponía nada para mí. Recogí mis cosas bajo la atenta mirada de Max.
-Deberías quedarte una noche más...-me sugirió preocupado.
-Max...-dije abriendo la puerta- Te quise más que nada, más de lo que creía. Gracias por todo.

Cerré la puerta tras de mí y bajé corriendo mientras escuchaba las pisadas de Max corriendo hacia la puerta para evitar cualquier peligro de la noche, para que me diera tiempo a buscar un hotel, o quizá para retenerme. Max, si amas algo, déjalo libre.

Radical Change.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora