Capítulo II

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Las calles de Londres estaban llenas de lodos, las estanterías cerradas y todo a su alrededor parecía desierto, cuando Mr. Thomas Marshall salió de las calles malolientes y fangosas donde estaba su despacho, se encaminó al otro lado de la ciudad a la calle Lane Park. Donde estaban las grandes mansiones y edificaciones de los nobles de la alta sociedad, se paró en la calzada y sacudió sus botas llenas de lodos, y subió las imponentes escalinatas de mármol, y tocó a la puerta de la Mansión Blatter House, el mayordomo abrió :

—Buenos días Mr. Marshall.

—Buenos días Alfred, está el señor.

—Si, pero deduzco que está indispuesto.

—En ese caso, deseo pasar al despacho.

—Sí, aunque el señor ha estado en la biblioteca, con la puerta que va a su despacho abierta.

—Pues debo poner algunos papeles en orden antes de entregarles las cuentas a Mr. Runnell, así que envié a trasladar al señor, a su recámara.

—Si Mr. Marshall.

El mayordomo se puso a un lado y dejó pasar al administrador, éste entró al despacho, y prontamente hizo llamar al ama de llaves y al mismo mayordomo:

—Si díganos Mr. Marshall.

—Miss. Angle, hoy mismo deseo que despida a cuarenta de la servidumbre, solo deje al cocinero y dos doncellas, para el piso superior y dos para el inferior, despida conjuntamente a los dos ayuda de cámaras del antiguo Mr. Runnell.

—¿Pero Mr. Marshall?

—Debe hacerlo, siempre usted me ha obedecido sin protestar, ahora debe hacerlo si no desea que sea un servidor que despida a los sirvientes, y entre ellos esté usted.

—Perdón Mr. Marshall.

—Antes de retirarse, debe hablar con el cocinero que quede, que solo debe hacer comida para una persona, no malgastar nada, sino el se quedará sin empleo.

—Si, Mr. Marshall.

La dama salió del despacho del administrador no con buena cara.

—Mr. Alfred usted conocía esta familia mucho antes que un servidor que entrara a trabajar, así que usted debe estar al tanto de todo.

—Si Mr. Marshall, se de la delicada situación económica que dejó el difunto Mr. Runnell a su hijo.

—En ese caso, debe despedir a los jardineros y solo dejar uno, el más eficiente para que mantenga el jardín, así como a los caballeros de cuadrillas y lacayos, solo deje a su hijo y a Mr. Conther, para que mantenga los establos limpios.

—¿Y qué hacemos con los caballos?

—Mañana vendrán a buscar seis de la cuadrilla más costosa, así sólo quedarán tres y el caballo de Mr. Runnell

—Ahora mismo me encargo de ello.

—Igualmente detenga las constantes compras que se hacían para suministrar la cocina, no deseo una factura más de comestible y esa área, así del jardinero, y que los sirvientes que son despedidos no deben poner un pie en la mansión.

—Sí.

Una semana más tarde todo había terminado, Mr. Runnell estaba más tranquilo, cavilaba en la biblioteca que su padre estaba descansando, su madre se había ido a vivir a unas de las mansiones del famoso Lord Brad Evans, y mientras la Mansión Blatter House estaba ahora a su cargo, como había pasado toda la semana inconsciente solo tomando, no se percató de los cambios que había hecho el administrador.

Pacto de Amistad 2 (Amor en Silencio II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora