dos.

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Alexandra estaba sentada en la azotea llorando. ¿Qué la había hecho pensar que sería feliz? Su vida siempre había sido en blanco y negro, era el chico el que tenía color, no ella.

Se puso de pie y se saco los zapatos y calcetas. Sintió el suelo frío, y miro al cielo, ¿de qué color será? solo notaba el contraste de las nubes que eran más claras que todo lo demás.

Y Alexandra comenzó a bailar. Sus pies dolían y sentía como empezaban a sangrar pero ella no paro. Brincaba, giraba y lagrimas salían de sus ojos. En su mente la imagen de aquel chico que la hizo pasar la que probablemente fue la mejor experiencia en su vida, le dió una probada de lo que era la felicidad, la vida de verdad.

Ella no se conformaba con eso, necesitaba más, pero, ¿era digna?

Cuando terminó de bailar se pusó de pie en la orilla de la azotea, y miro sus pies sangrando. Dolía, pero nada dolería más que la pérdida de su abuelo. Quería que se salvase para poder contarle lo maravilloso que fue ese día.

Parecía que nunca iba a ser feliz, era como si cada vez que tocaba la felicidad, la vida le golpeara la mano y la castigará con una tristeza quinientas veces peor para que logre aprender que no debe tocar lo que no es suyo.

¿Alexandra significaba tristeza, o era que vivir significaba dolor? Si así sea, no creía que significase dolor permanente, el músico le había hecho entender eso.

Alzó una pierna, como si fuera a dar un paso. ¿Sería que así iba a morir? estaba apunto de hacerlo cuando una voz masculina la detuvó, sintió como si su corazón
hubiera dejado de latir por un segundo. "¿Estás pensando en saltar?" Cuando se giró para ver de quién pertenecía esa voz, sintió una ola de color atravesar su pequeño cuerpo delgado. La voz le pertenecía al músico.

Ella sonrió. Del cuerpo del chico comenzó a brotar color, Unos ojos negros pero brillantes, ¿cómo podía haber tanta vida, tanto amor, tanto de todo en un simple color negro? no comprendía.
Ella dijó, "No lo sé, si lo hago, ¿lo harás conmigo?"

El sonrió dirigiendo su vista hacia los pies de ella. Sintió vergüenza. Estaba lastimada. Apuntó a sus pies y dijó "no creo que en ese estado la caída será muy divertida. Estas sangrando."

Cuando miró sus pies, su corazón comenzó a latir rapidamente de nuevo, ella tenía color, sus pies tenían color ¿cómo era esto posible?

"T-tu... Tienes color." dijó ella sorprendida, no sabía si sonreír o llorar o gritar, no tenía idea de cómo podía expresar todas esas emociones que la estaban ahogando. No, si lo sabía, lo haría de la única manera en la que sabía... bailando. La cara del chico cayó, abrió los labios y sus cejas se alzaron. Él era precioso.

Alexandra miró el cielo. No era como se lo imaginaba. Parecía... triste. "El cielo está..." Miró al chico. Él no había dicho nada desde que ella mencionó que tenía color. Él estaba sorprendido. Por un momento temió de que él se acercaría y la empujaría.

"Una perfecta tarde para el suicido, ¿no crees?"

El músico y la bailarina. | historia corta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora