En una cita

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••• El actual fic participa en el reto long-fic 2016: Tu OTP. Para el foro Anteiku. •••


Una cita.

La primera.

Shinya le había pedido una cita y no tenía la menor idea de qué se supone que uno hace en una cita. ¿A dónde irían? ¿qué debería ponerse? ¿qué esperaría Shinya de él? ¿debería comprar algo para él? ¿irían a cenar o al cine? ¿o a ambos? El rubio no le había dado ningún detalle, solo le pidió que estuviera listo a las seis en punto.

Y ya eran las seis en punto.

El corazón de Guren latía con rapidez, bombeaba con fuerza y furia, como si solo eso pudiera hacer.

"Es que eso es lo que hace el corazón. Nada más" le recordó su cabeza.

Bien, definitivamente tenía que calmarse... pero alguien tocó la puerta.

Tranquilizarse definitivamente ya no era una opción.

Cuando abrió la puerta, su novio estaba ahí, con una sonrisa y ropa... no muy casual, pero definitivamente no era formal. Bueno, al menos Guren tenía el mismo estilo, entonces había hecho algo bien.

Por un momento se quedó mirando el cuerpo entero de Shinya, que por alguna razón, le parecía más atractivo en ese momento.

Para Shinya, Guren se veía tan tranquilo como siempre. El pelinegro ejercía un control increíble sobre su cuerpo, lo único que lo delataba, era que sus ojos no estaban fijos en un lugar, sino que revoloteaban por todos lados.

-Te ves bien -dijo alegremente el rubio, se acercó al otro y lo tomó del brazo-. ¡Vamos!

Por un largo rato, ambos se quedaron en silencio. A Guren le parecía extraño, sobre todo porque Shinya era bastante hablador y siempre tenía algo nuevo para contar.

La verdad era que al rubio le tenía preocupado el hecho de que no tenía la menor idea de lo que iban a hacer. Había planeado ir a una cafetería, puesto que a su novio le encantaba el café, pero... ¿Y luego? Eso no era algo tan especial, no cuando solían hacerlo mucho antes de hacer oficial su relación.

No, ni siquiera era un café distinto al que acudían comúnmente. A Shinya le preocupaba, mientras a Guren le hacía sentir más seguro, como si supiera que ahí nada podría salir mal.

-¿Qué vas a pedir? -Guren hubiera deseado no preguntar, sabía exactamente el tamaño, el tipo y la cantidad de azúcar que Shinya usaba, pero es que pensó que sería una buena atención preguntar.

-Lo de siempre -se limitó a decir Shinya. Su novio asintió y se fue a la barra, mientras Shinya tomaba asiento en el mismo lugar de siempre.

El mismo lugar, el mismo asiento, la misma bebida y las misas personas. ¿Qué había de especial? Seguro Guren iba a odiarlo por siempre.

La plática fue bastante normal, las mismas miradas y las mismas sonrisas. Las mismas mariposas en el estómago. Guren lo hacía sentir enamorado, le hacía sentir importante a pesar de que a veces no podía decir si estaba o no escuchándolo.

Pero es que eso no era lo importante en ese preciso momento. Shinya quería saber si Guren estaba feliz con su cita, si estaba disfrutándolo igual que él y si no había tenido expectativas diferentes. Pero no lo preguntó.

Ni en ese momento, ni cuando se hizo tarde después de una charla divertida y sin mucho sentido. Tampoco lo hizo mientras salían de la cafetería riéndose de Dios-sabe-qué.

Caminaban hacia la estación del metro cuando Guren tomó la mano del rubio y lo hizo detenerse. El corazón de Shinya también se detuvo por un segundo.

-¿Quieres ir a mi casa?

La invitación de Guren fue aceptada, la plática -que casi era unilateral, de no ser por leves comentarios del pelinegro de vez en cuando- se extendió hasta que acabaron tirados bocarriba en la cama del mayor, mirando al techo completamente a oscuras.

-Shinya -susurró Guren cuando el reloj marcó la 1:37 a.m.

-¿Si?

-Hay que hacerlo otra vez.

Y Shinya supo que se refería al día que pasaron juntos. ¿Cómo? Era simple, Guren no había dejado de sonreír durante todo el día.

Setenta veces [GureShin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora