Celos

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katapestia como confidente de Shinya... Ah~.
Espero que te guste, pequeña.

Era como una película en blanco y negro, los bordes eran más oscuros, como cuando hay malos recuerdos. Y es que aunque era el presente, el recuerdo del día que Shinya y ella se hicieron novios... Eso lo arruinaba todo. De principio a fin, verlos juntos era una pesadilla.

Princesa... —ese tono en la voz de Shinya, cargada de cariño, con los ojos bañados en ternura y una sonrisa que antes solía dedicarle solo a él.

Stacy, era una chica bastante simpática. Llevaba siempre su largo y rizado cabello suelto sobre su espalda. Su piel había sido besada por el sol, eso era lo que Shinya siempre le decía, ya que, a diferencia de la pálida piel del Hiiragi, la de ella estaba ligeramente bronceada. A él le encantaba.

Escuchó al albino abrir la puerta un poco más, para dejar a su novia entrar. Los vio besarse. Shinya acariciaba el cabello de su chica mientras se hundía en su boca, mientras entregaba el calor de la suya en un suave y tierno beso, del que Guren sintió envidia.

Él y Mahiru nunca lo hicieron así.

—Guren y yo veíamos una película, ¿nos acompañas? —propuso Shinya, sin embargo lo vio entrelazar sus dedos con los de ella y guiarla hacia las escaleras. Le guiñó un ojo con aire travieso.

Guren se sentía enfermo.

—En realidad quería mostrarte algo —dijo ella.

El pelinegro quería pensar mal de ella, decir que era la chica más horrible y que no tenía personalidad, pero es que Stacy era encantadora y poseedora de una belleza que no se encontraba de este lado del mundo. Su personalidad burbujeaba junto a la de Shinya, eran el uno para el otro y ni siquiera sabía por qué estaba tan molesto.

—Pues tendremos que verlo —lo escuchó susurrar.

Fue todo lo que necesitó para crearse una imagen mental que le hizo doler el estómago.

El cuerpo delicado de la chica vestido con un babydoll negro. El encaje le quedaba perfecto, sus curvas se veían suaves al tacto y perfectas para abrazar. Shinya se la comía con la mirada mientras acariciaba sus hombros antes de bajar para masajear sus...

Y entonces despertó de golpe.

Su cama estaba vacía, porque el molesto chico de ojos azul cielo estaba en la suya propia. Porque el moreno lo había castigado y había puesto varios candados a su puerta para que Shinya no pudiera entrar.

¿Por qué?

Porque Stacy existía. Con ese nombre, y quizá sin ganas de ser novia de Shinya, quizá ni siquiera estaba interesada en su novio, pero Shinya la había saludado en el supermercado.

Porque le había sonreído.

Porque incluso intercambiaron números.

Porque a Guren le quemaba.

Guren salió de su habitación y corrió a la de Shinya, encontrándolo dormido sobre las sábanas, con la pijama robada de Guren y hecho bolita. Abrazaba una almohada y quizá había estado llorando.

Es que Guren nunca lo castigaba. No era algo que sucediera, Shinya estaba asustado de haber arruinado todo.

El pelinegro se acostó a su lado y lo abrazó con fuerza, escondiendo su rostro en la espalda del otro. Besando la linea de su columna y parando en su nuca.

—Lamento haberte hecho esto... —le dijo en un susurro.

—Ella fue la única que estuvo a mi lado cuando tú y Mahiru...

—Lo sé... lo recordé cuando te vi al entrar aquí, muchas veces te encontré en la misma posición... —susurró Guren—. Supongo que fue mi turno de sentir...

—¿Celos?

—Celos —confirmó, besando su cuello—. Perdóname, por favor...

El albino se dio la vuelta para ver a su novio de frente, asintió con una sonrisa y finalmente lo abrazó con muchas fuerzas. No podía hablar o lloraría, pero de alguna manera quería hacerle saber que no había nadie más en el mundo que pudiera hacerle sentir como él.

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⏰ Última actualización: Nov 17, 2017 ⏰

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